madrid- Hace tiempo que Miguel Ríos prometió dejar no solo de cantar a “los hijos del rock and roll”, sino también a los nietos, pero en el camino se presentan “caramelos” a los que “uno no puedo decir no”, como interpretar en La Alhambra y en clave sinfónica un repertorio que ha moldeado la música española. “A mí el rock no me debe nada, se lo debo yo todo”, asegura, una afirmación que dejó escrita en forma de canción, Todo se lo debo al rock and roll, aunque no es una de las incluidas en su último proyecto, Symphonic Ríos(Universal), que se publica mañana con otros temas emblemáticos como Bienvenidos,No estás sola, El ríoo Todo a pulmón y que le llevará a girar por varias ciudades del Estado

“Me dicen eso de que me retiro más que Antoñete”, bromea Ríos (Granada, 1944), que no pudo decir que no a una actuación con la Orquesta Ciudad de Granada en el Palacio Carlos V de la Alhambra, un espacio que hasta entonces nunca había pisado un músico de rock. “Es una pasada de escenario, nunca hubiese pensado que podría actuar allí”, ha rememorado. Dos fueron los retos entonces: “Evitar que el repertorio fuese excesivamente baladístico y demostrar que el rock es una música viva que se puede tocar en igualdad de condiciones que la clásica”.

Por otra parte, y tras halagar el nuevo disco de Vetusta Morla, Ríos alerto sobre otro tipo de música que ahora predomina y que “obedece a una sociedad adocenada”. “Si la sociedad está adocenada, la música es de encefalograma plano”, lamentó. “Antes los discos eran una cosa más social, se hacían casi ceremonias continuas de celebración de nuevos discos. Ahora hay esta invasión de música que va directo a la entrepierna sin pasar antes por otros órganos vitales”. - Efe/E.P.