Siglos atrás, la Fortaleza de la Mota, en Alcalá la Real, fue uno de los más complejos sistemas defensivos de al-Andalus. Lo asaltó sin miramientos Tadej Pogacar, capaz de derribar cualquier muro, de atravesarlo con su carácter ofensivo. Indomable. El esloveno se impuso en un repecho asfaltado de piedras, un muro. El empedrado, una tortura para el resto, es una alfombra roja para Pogacar, que mastica piedras y devora rivales.

En la ventruda llegada al soportal de la fortaleza, Pogacar clavó su estandarte. Otra victoria. Vive en la gloria Pogacar, el imbatido. Conquistó el esloveno la atalaya andaluza entre los mejores. En Jaén venció entre tierra, polvo y olivos, el miércoles se encorajinó en la montaña y este jueves se exhibió entre piedras. Pogacar es una roca sin poros. Derrotó a Mas, Buitrago y Landa. Se subrayó en el liderato. Dispone de 48 segundos respecto al colombiano y 52 sobre el de Murgia. Andalucía le pertenece. Insaciable el esloveno.

Duelo con Mas

En la escalada a la Fortaleza de la Mota, Mas le aguantó la mirada, en paralelo, cada uno por una orilla de los adoquines. Midiéndose. Retándose. Distancias cortas, pero no íntimas. Agitados ambos en el duelo. Landa y Buitrago, que ocupan el podio junto al esloveno, observaban a unos palmos en una rampa exigente, muy tirante, frisando el 11%.

Pogacar tomó el interior y perseveró. Siempre tiene una pedalada más en su almacén inagotable. Un calvario para el resto. A menos de 150 metros, sobre la chepa, la joroba botona de los adoquines, cuando traccionar era cada vez más complicado, se catapultó el esloveno, al que no se le adivina techo.

Probablemente no lo tenga o lo ha atravesado, supersónico. Mas, en su mejor versión, tuvo que renunciar. Le obligó a dimitir Pogacar, que a todos sienta en la silla. Los manda al rincón de pensar, al diván. Landa, estupendo también en el segundo acto de la Vuelta a Andalucía, concedió apenas cuatro segundos en una llegada brutalista. Tardó el de Murgia lo mismo que Mas, segundo, y Buitrago, tercero.

La bonificación premió el instinto ganador de Pogacar, otra vez voraz. En tres días de competición, Pogacar cuenta tres victorias. Infalible. Francotirador. De hecho, venció en sus dos últimas carreras de 2022, Tri valle Varesini y en Il Lombardía. Cinco de cinco. El más certero incluso después de disparar en Hoya de Charilla, el último puerto del día.

Ataque de Landa

A la ascensión, carretera agrietada, arrugada, refractaria al ácido hialurónico y al bótox, se asomó la fuga con Mohoric, Rota, Zimmermann y Teuns. En la tripa del puerto, asfalto añejo, descuidado, olvidado en el olvido, se erizó Landa, atraído por la montaña, todas bellas para él, aunque a la cota jienense le arropaba la belleza dura de lo crudo, lo atávico y lo primitivo. No había ni pintura sobre el suelo. Cara lavada. Sin maquillaje.

En esa subida de aspecto inhóspito, Landa, inconformista, tiró de orgullo entre rampas del 14%. Pogacar, los cuellos almidonados, el mentón de campeón altivo, se personó de inmediato como si se tratara de un apéndice del alavés. El esloveno reconoció de inmediato la pose guerrera de Landa.

Persecución

Mas, Rodríguez y Buitrago contemplaron las escena sin moverse demasiado. A ritmo. En un momento, el esloveno giró el cuello. Observó que Landa supuraba esfuerzo. El líder del mechón que se abre paso por el casco plateado, tensó un punto más. Descuadró a Landa. Creció y se personó en la fuga. Junto al cuarteto alcanzó la cima Pogacar. Landa, Buitrago, Mas y Rodríguez no tardaron en coser la brecha.

En el descenso por una carretera inaceptable, por peligrosa y polvorienta, se reunificaron. Mohoric, excelso bajador, tiró de hemeroteca y quiso revivir el éxtasis del descenso del Poggio que le concedió la Milán-San Remo. Pogacar no se lo permitió. Se encoló a su compatriota. Mas, vencido el vértigo, le siguió.

El grupo, a pesar de alguna escaramuza (el Bahrain no sacó provecho a su mayoría) continuó compacto hasta que enfocó la subida definitiva al castillo. En la fortaleza solo uno podía reinar. Desde lo más alto observó su reino el esloveno, que es un boda. Serpentinas y celebración diaria. Pogacar conquista otro muro. Los colecciona.