- No le gustaba la palabra cantautor, decía que le sonaba a cantamañanas y que había que cambiarla, pero lo cierto es que todo el mundo le conoce como uno de los mejores cantautores que ha tenido la música en castellano, que desde ayer ocupa un lugar en la posteridad por sus enormes letras, acompañadas de melodías también inolvidables. Y eso que él se consideraba “más pintor que todo lo demás”. O más bien afirmaba que la música y la pintura eran “dos manifestaciones complementarias, porque allí donde acaba la música comienza la pintura y allí donde acaba la imagen empieza la voz”. Luis Eduardo Aute, nacido en Manila el 13 de septiembre de 1943, murió ayer en Madrid a los 76 años a causa del empeoramiento de su salud, ya muy precaria después del infarto que sufrió en agosto de 2016 y que le mantuvo 48 días en coma. Poco antes, el 13 de mayo de ese mismo año, había ofrecido un concierto en el Auditorio Barañáin dentro de la gira de celebración de sus 50 años sobre los escenarios.

El autor de La Belleza estaba retirado de los escenarios desde entonces. Tras varias estancias en hospitales, entre ellos en uno de Cuba, país con el que mantenía una estrecha relación, permanecía en su casa, cuidado por su familia. Estaba casado con Marichu Rosado desde 1968 y tenía tres hijos. Fuentes de su entorno ignoran cuándo y cómo podrá ser su sepelio debido a las restricciones en toda la Comunidad de Madrid.

Nacido en Manila el 13 de septiembre de 1943, a los 11 años se trasladó a Madrid. Después de terminar el Bachillerato, ingresó en la escuela de Aparejadores, pero estuvo 15 días y se fue a París. Se inició musicalmente como guitarrista de Los Tigres, Los Pekeniques y Los Sonor, hasta que, con 17 años, debutó como cantautor en el programa Salto a la fama. En 1966, con 23 años, Aute se decidió a entrar en el estudio de grabación. Lo convencieron desde la discográfica con la condición de no dar conciertos ni hacer promoción para poder tener tiempo de seguir pintando, condición que fue respetada durante más de diez años.

Su primer álbum se tituló Diálogos de Rodrigo y Jimena e incluyó canciones como Rosas en el mar y Aleluya nº1, que ya había hecho populares previamente Massiel. En 1968 sacó al mercado 24 canciones breves y durante la década de los 70 grabó siete discos. A Rito (1973) le siguieron Espuma (1974), Babel (1975) y Forgesound (1976), con temas escritos por Jesús Munárriz y la colaboración de Forges, Rosa León y Teddy Bautista. Sarcófago (1977) cerró la trilogía de amor y muerte, y después llegaron Albanta (1978) y De par en par (1979).

Albanta supuso un giro en su carrera e incluyó la célebre Al alba que había compuesto años antes inspirado por los últimos fusilamientos franquistas. La primera en cantarla fue Rosa León. Su producción de los 80 la plasmó en los trabajos Alma (1980), último de la trilogía sobre amor y vida; Fuga (1982), y el doble Entre amigos (1983), que fue Premio Nacional del Disco. Le siguieron Cuerpo a cuerpo (1984); Nudo (1985), último de la trilogía de canciones de amor y locura; el doble 20 canciones de amor y un poema desesperado (1986); el doble Templo (1987) y Segundos fuera (1989).

En la década de los 90 nacieron ¡Ufff! (1991), el Disco de Oro Slowly (1992), el doble realizado en una gira con Silvio Rodríguez; Mano a mano (1993), Animal Uno (1995), Alevosía (1995) y el doble Aire/Invisible (1998).

Con el cambio de siglo publicó Alas y balas (2002), y al año siguiente comenzó una nueva grabación de todas sus canciones, de la que se han editado hasta el momento tres volúmenes dobles bajo el título Autorretratos (Sony). En marzo de 2007 publicó el disco “A día de hoy”, con canciones inéditas y dos años después, sacó a la venta Memorable cuerpo, un recopilatorio con los mejores temas de sus cuatro décadas como músico. En 2010 editó Intemperie, de nuevo con canciones inéditas, y dos años después, El niño que miraba el mar, un disco con doce temas nuevos que venía acompañado de un DVD con la película El niño y el basilisco, dibujada y realizada por el propio autor a partir de una fotografía de su infancia. Ese mismo año colaboró con María Dolores Pradera en su disco Gracias a vosotros, interpretando a dúo el bolero Caminemos.

Aute aseguraba ser “más pintor que todo lo demás” y, como ejemplo moderno del artista renacentista, afirmaba respetar a quienes se dedican a una sola disciplina, pero consideraba el arte como un todo al que acercarse desde cualquier perspectiva. Él se dedicó a la música, a la poesía o al cine -aseguraba que se sentía “incapaz” de dedicar toda la vida a una manera de contar las cosas-, pero, sobre todo a la pintura, su primera pasión y una faceta que quedó oculta por su éxito como cantautor. Tanto, que siempre se consideró artista plástico, su “verdadera vocación y profesión”, y confesaba que su faceta como cantautor era “anecdótica y un apasionante hobby” que le robaba mucho tiempo. Fue un pintor precoz que cuando apenas tenía 17 años realizó su primera exposición individual, en una época en la que su principal influencia era el expresionismo alemán. Empezó pintando con mucho color, pero el servicio militar le arrancó “el color por completo”, aunque más tarde lo recuperaría. Pasó levemente por la abstracción, pero la abandonó porque necesitaba narrar a través de su arte, como hacía con su música o con su poesía. Y reconocía influencias no solo del expresionismo alemán, también del fauvismo y del surrealismo, pero siempre dentro de un estilo figurativo lleno de referencias eróticas. El erotismo “está en toda la historia de la pintura” y junto a la sensualidad y “el punto donde arranca el misticismo” es un “conflicto” que le despertaba mucha curiosidad, afirmaba. Porque el paisaje que más le interesaba como pintor era el ser humano, ese “gran universo desconocido”, como señaló a la prensa con motivo de la inauguración en 2008 el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana de su antológica Transfiguraciones.

Y su obra pictórica también saltó al cine con Un perro llamado dolor (2001). Fue a partir de unos dibujos que nacieron en 1996 como parte de una exposición en memoria de Goya y pasaron luego a la gran pantalla con una animación rudimentaria, para luego transformarse en un libro. Un claro ejemplo del artista total que era y que le llevó también a la poesía, donde reconocía, modesto: : “Yo intento rozar ese vuelo poético, otra cosa es que lo logre”.

Desde Cuba. Silvio Rodríguez eligió los versos de la canción De paso para despedirse de su amigo Luis Eduardo Aute. La amistad entre Silvio y Aute data de la década de los 70 y también se plasmó en colaboraciones musicales y sobre los escenarios, la última vez en mayo de 2016, cuando cantaron juntos Al Alba en Madrid. En diciembre de 2018, Rodríguez participó en el concierto Ánimo, animal, un homenaje para enviar ánimos al cantautor español.

‘Rosas en el mar’. De vuelta del servicio militar, entregó a Massiel unas canciones que había hecho “por pura curiosidad”. Fue un éxito mundial.

‘Las cuatro y diez’. Editada en primer lugar como parte del debut de Rosa León, fue en 1973 cuando Aute lanzó una de sus canciones más emblemáticas tras un lustro de retiro.

‘De alguna manera’. Otra que fue para Rosa León y que para sí hubiese querido Joan Manuel Serrat, según reconoció el catalán. Depurado lamento amoroso, sobre todo en ese verso que se repite como una letanía: De alguna manera tendré que olvidarte.

‘Al alba’. Probablemente el tema más importante de su carrera. Su éxito fue tal que, “por reiterativo”, llegó a aparcarla durante un tiempo. Aute la escribió como homenaje a las últimas víctimas fusiladas por la dictadura franquista y como alegato contra la pena de muerte.

‘Anda’. Del erótico álbum Espuma destacó esta canción en la que, en el tramo final del franquismo, apuesta por una “batalla” carnal hasta proclamar: “Seamos un cuerpo enamorado”.

‘Pasaba por aquí’. Revitalizada décadas después por Pedro Guerra, es un corte de tintes más lúdicos con el que, a través del álbum Alma (1980), cerró la trilogía Canciones de amor y de vida.

‘Sin tu latido’. En pleno pop ochentero, cosechó un enorme éxito comercial con el álbum Cuerpo a cuerpo (1984), que fue disco de oro y recogía esta canción de guitarras callejeras.

‘La Belleza’. Incluido en Segundos fuera (1989), en ella traza un delicado fresco sobre un tiempo lastrado por el capitalismo por el que Aute rehúsa dejarse arrastrar.

‘Slowly’. Arrancó los los 90 con un disco producido por Suso Saiz y titulado como este corte que contó con un videoclip dirigido por Azucena Rodríguez y Carmen Rosado. Y Christina Rosenvinge le arropó en los coros para seducir en un baile lento.

‘Alevosía’. En los 90 publicó este tema que, con la colaboración de Silvio Rodríguez en los coros, es una invitación al deseo descarnado, sin escudos, “como un golpe de puñal”.

“El amor es, entre otras cosas, un espejismo que nos inventamos para huir de la muerte, que es la máxima destrucción”

“En el mundo de hoy, que alguien diga que es feliz significa que debe ir al psiquiatra, porque algo no le funciona... ”

“Cuando estoy inmerso en el extraño proceso de escribir canciones, no me planteo nada, simplemente es algo que necesito”