Con la naturaleza como principal fuente de inspiración y como metáfora de una misma, Rozalén lanza su cuarto disco, un viaje entre temas de carácter social y de su índole más personal hacia el interior de la artista hasta conseguir su disco “más reflexivo”.“Somos muy cobardes a la hora de ponernos delante del espejo, por eso siempre preferimos dejar los asuntos propios para el después, empezando por mí misma”, comentó la artista, quien reconoce que, tras hablar de las historias de su casa, de su familia y de sus raíces, “ya tocaba preguntarse sobre ciertas cosas y solucionar otras que no dejan dormir”.

De ahí el título de este cuarto álbum de estudio que se publica este viernes, El árbol y el bosque, tomado de un verso de Luis Eduardo Aute. “El bosque es como el colectivo del que estamos rodeados y el árbol soy yo, que me tengo que mirar hacia mí misma”, explicó.

Al igual que lo hicieron en su momento La puerta violeta, contra la violencia machista, y Justo, un relato familiar en pro de la memoria histórica, en este destacan La línea, que habla sobre cómo “hacemos oídos sordos” al problema de la inmigración, o Loba, una “reivindicación al empoderamiento sobre la opresión o sobre la gente que manda callar sin razón”.

Entre esa colección de himnos sociales que ya atesora María Rozalén se encuentra también Aves enjauladas, que dio a conocer durante el reciente confinamiento con el fin de ayudar a la ONG Entreculturas en sus esfuerzos en favor de los inmigrantes.

“Tenía muchas dudas sobre si incluir o no esta canción en el disco; al final me convencieron y llevaban razón porque esta pandemia ya forma parte de nuestra historia, de mi historia, y este es un disco que nace en plena pandemia”, apunta la manchega, para quien tener esta canción como cierre “da mucho que pensar a cada uno en ese viaje hacia el interior que propone el álbum”.

Como parte de ese ejercicio de reflexión, intenta aprender actualmente la capacidad de decir que no, porque “si nos queremos dar a los demás, primero tenemos que mirarnos a nosotros mismos”, confesó.

“Decir que no es una de las cosas que trabajo con mi psicóloga, pero me cuesta mucho, por eso estoy en todos lados”, declaró entre risas esta artista que ha colaborado con infinidad de compañeros en los últimos años.

Continúa además la costumbre de versionar una mítica canción de autor. En Cuando el río suena (2017) fue Volver a los diecisiete, de Violeta Parra, y en Quién me ha visto... (2015), La belleza, de Luis Eduardo Aute. En este los astros se unieron para reinterpretar La maza, de Silvio Rodríguez.

“Fueron muchas señales las que me empujaron a decantarme por esa canción. Me escribía gente cercana para ver cómo sonaría con mi voz, me la enviaban constantemente, así que dije: ‘Sí o sí tengo que grabarla’. Además, me gusta la magia y el mensaje que tiene, y pegaba mucho con el disco que estaba haciendo”, argumentó.

La artista comentó que le gustaría llevar a cabo una gira del disco, pero la situación es muy mala.