Más de 200 fotografías, de las que 146 son inéditas, ofrecen testimonio gráfico de lo que fueron los Encuentros de Pamplona de 1972. La exposición, abierta hasta el 20 de noviembre en el civivox Condestable, reúne las imágenes que, desde distintos puntos de vista, tomaron durante aquellos días en los que la ciudad “se convirtió en la capital mundial del arte” los entonces jóvenes fotógrafos navarros Pío Guerendiáin y Koldo Chamorro, quienes, con los años, se convertirían en referentes del género dentro y fuera del territorio foral. Este trabajo de Chamorro, no exhibido hasta la fecha, en breve pasará a engrosar la Colección de Arte Contemporáneo del Consistorio pamplonés.

“Seguro que a mucha gente que estuvo en aquella cita le gustará venir a ver las fotos y recordar el momento”, afirma el director del área de Cultura del Ayuntamiento de Pamplona, Jorge Urdánoz, que reconoce que “para muchas personas, los Encuentros fueron una especie de marcianada”, pero, para otras, supusieron “una apertura y una oportunidad para aprender nuevos lenguajes y ver qué se estaba haciendo en el resto del mundo”. Como indicó en su día el experto Fernando Huici, el evento “contribuyó de modo decisivo a poner, al fin, los relojes del arte contemporáneo español a la hora del mundo”. O como señalaron los mismos organizadores, Luis de Pablo y José Luis Alexanco, esta programación pretendía demostrar que “la aventura del arte actual es una aventura colectiva, que a pesar de lo que a veces se diga, concierne a todos, incluso y más que a nadie a los que se dicen sus enemigos”.

Una visitante recorre la exposición de Pío Guerendiáin. DIARIO DE NOTICIAS

Un encargo muy especial

“Uno de los objetivos de los promotores de los Encuentros era lograr la interacción constante con el público” y documentarla. De ahí que encargaran a Pío Guerendiáin, que por entonces contaba con 25 años, el reportaje fotográfico de la cita. “Fue Javier Morrás, responsable de la Sala de Cultura de la Caja de Ahorros de Navarra quien les dio mi nombre”, cuenta Guerendiáin, que trabajó “con total libertad”, acudiendo “a lo que más me gustaba y me parecía que podía tener un espectáculo gráfico”. “No llegué a los 500 negativos y aquí se exponen 50 de aquellas fotografías”, 44 de las cuales pertenecen a los fondos del Museo de Navarra, que las ha cedido para la ocasión.

“Aquella época fue fundamental para mí. Los Encuentros cambiaron mi forma de ver la fotografía, como se pudo ver en la exposición que hice en 1975 tras mi estancia en Nueva York”, comenta Guerendiáin, que, como aficionado, era socio de la Agrupación Fotográfica y Cinematográfica de Navarra (AFCN). En los años 1972 y 1978 ganó el Premio Nagtor, considerado entonces entre los más prestigiosos premios nacionales del género. Su trabajo es un referente entre la generación que surgió en los años 80 y apostó por el valor etnográfico de la fotografía. Ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas y su trabajo está en las colecciones de la Biblioteca Nacional de París, el Museo Reina Sofía o el IVAM. Presidió la AFCN, desde donde desarrolló el Salón San Fermín de Fotografía, entre otras actividades, y dirigió la Galería Contraluz entre 2001 y 2011, donde organizó más de 100 exposiciones.

Del Koldo Chamorro de los Encuentros recuerda cómo “ibamos juntos, codo con codo”, y cómo en el Anaitasuna le vio meterse bajo las mesas para tomar imágenes del concierto y ballet de Steve Reich y Laura Dean. “Le intenté seguir, pero no pude porque no cabía”, bromea. Y recuerda con cariño la imagen que tomó de su amigo un día en la Ciudadela, “con ese gesto suyo tan característico”, que ahora ilustra uno de los carteles de la exposición. “Me llevé una gran alegría cuando me enteré que se habían encontrado todas las fotos, más de 1.000, que hizo aquellos días”, concluye.

El maestro del blanco y negro

En nombre de Koldo Chamorro, fallecido en 2009, habla su hija, Oihane, representante de la asociación cultural que gestiona el legado del fotógrafo. “Nos dejó un archivo con más de 11.000 carretes que hemos ido catalogando y donde encontramos los 28 de los Encuentros del 72”. Tras el descubrimiento, “hice un escaneo casero de las imágenes y llamé a Javier Manzanos (técnico de Artes Plásticas del Ayuntamiento de Pamplona)”, con el que empezó a gestar la exposición que ahora ha tomado forma en el Condestable y que tiene un diseño de corte menos clásico, “más moderna y dinámico” que la de Pío Guerendiáin. 

En este caso, las 146 fotos se disponen en fotocomposiciones sin marco y en distintos tamaños. “Él intentaba cazar lo que pasaba en la calle entre artistas y público”, apunta Oihane Chamorro, que también advierte de que en aquellos años su padre apenas tenía 22 años “y aun estaba buscando su mirada de autor”. Esa que con el tiempo le convirtió en un maestro del blanco y negro y de un característico grano en las copias. De inicio autodidacta, en 1972 recibió una beca de la Dotación de Arte Castellblanch para ampliar estudios en el extranjero, donde trabajó con fotógrafos como Ansel Adams y Brassaï. Sus ensayos y reportajes y sus poemas visuales han sido decisivos en la construcción de un nuevo lenguaje en la fotografía documental española.

Su obra está en los fondos del Center of Creative Photography (Arizona), la Bibliothèque Nationale de France, la Polaroid Collection, el Museo Reina Sofía, el Museo de Navarra, la UPNA y la Colección del Ayuntamiento de Pamplona. Precisamente, Jorge Urdánoz ha anunciado que está en negociaciones con la familia para adquirir las imágenes de Chamorro que componen esta exposición. “Es patrimonio histórico de la ciudad y consideramos que tenemos que conservarlo y difundirlo”. 

De momento, quienes quieran conocer el trabajo de estos dos testigos gráficos de los Encuentros del 72 pueden hacerlo hasta el 20 de noviembre. Es una buena forma de rememorar que esta cita ocurrió hace 50 años, en una pequeña ciudad en las afueras de la periferia del arte, bajo una dictadura y en un mundo que a las nuevas generaciones les costará imaginar: analógico, sin Internet, sin móvil con cámara y sin redes sociales. A juicio de Javier Manzanos, las fotos de Guerendiáin y Chamorro “nos ayudan en unos casos a rememorar” un acontecimiento histórico que permanece envuelto en “el aura de algo mítico”.

Pío Guerendiáin y Oihane Chamorro, en el Condestable. DIARIO DE NOTICIAS