El libro de Elio Antonio de Nebrija fue un ejemplo de propaganda de guerra en pleno siglo XVI. ¿Influyó en las cortes europeas a la hora de justificar la conquista de Navarra?

-Irónicamente su obra fue innecesaria en el momento de la conquista. Fernando el Católico se preparó con una batería de trabajos y documentos para justificar la conquista de Navarra (las famosas bulas, el libro de Nebrija y una exculpación jurídica redactada por Juan López de Palacios Rubios), pero Europa siempre ha tenido una prolongada tradición de abandonar a los estados débiles invadidos por potencias superiores. Al final no le hizo falta nada de eso, porque desde los diferentes reinos se asumió la desaparición de Navarra como algo inevitable. Incluso el rey de Francia, supuesto aliado de Catalina y Juan, firmó una tregua con el aragonés a comienzos de 1513, cuando más se necesitaba su apoyo militar y económico. Como consecuencia el libro de Nebrija no fue editado hasta 1545.

¿Quién era Elio Antonio de Nebrija? ¿Fue el cronista oficial de la invasión desde el bando castellano?

-Nebrija fue un filólogo y humanista destacado del período de Isabel y Fernando (justo ahora se está celebrando el centenario de su muerte). En 1492 publicó la primera gramática castellana, el inicio del “batua” castellano, y también cuenta con muchos libros de historia, matemáticas, derecho o medicina. Resulta curioso, pero el trabajo de Nebrija en torno a la conquista de Navarra fue minusvalorado durante mucho tiempo por considerarlo una copia del libro de Luis Correa, pero con el tiempo se ha demostrado que manejó documentación propia de la corte y que intercambió datos con Juan López de Palacios Rubios, de modo que es una obra original encargada por el propio Fernando el Católico. Puede entenderse, por lo tanto, que fue el cronista oficial de la guerra de Navarra, ya que se le encargó escribir una obra exculpatoria en latín (el inglés de la época) para que así pudiese ser distribuida por todas las cortes europeas.

Fue un encargo del rey Fernando el Católico para demostrar la necesidad de una acción armada. ¿Con qué argumentos se justifica dicha invasión poniendo en cuestión el estatus de Navarra o la idea de ilegitimidad de los reyes Juan y Catalina?

–Nebrija utiliza todo tipo de recursos morales e históricos para justificar la invasión y posterior conquista. Desde el derecho natural de Fernando para pasar por Navarra (comparándolo con Moisés y su guerra contra los amorreos) para combatir a Luis XII de Francia hasta la idea de que la sangre de la casa de Foix estaba manchada por el asesinato de Blanca de Navarra por orden de su hermana Leonor (abuela de Catalina). Algo, por cierto, utilizado todavía a día de hoy por algunos autores. No faltaron otras excusas de menor calado como que era una dinastía francesa o que Dios puso a los montes Pirineos para separar a españoles y franceses, de modo que los pueblos entre ellos estaban destinados a ser parte de un reino o de otro.

¿Desde cuando había planificado el soberano aragonés dicha invasión y cuál fue su principal pretensión?

–Sobre esta cuestión creo que a día de hoy nadie niega que lo tuviese planificado de antemano. Algunos autores consideran que ya en 1476 comenzó a idear la conquista, pero me parece un poco precipitado. Lo que sí es seguro es que tras la expulsión del conde de Lerín en el verano de 1507, Fernando se dio cuenta de que su ‘doberman’ ya no iba a poder regresar al reino a hacerle el trabajo sucio. Podemos considerar, por lo tanto, que desde 1507 tuvo en su mente invadir Navarra, pero Fernando era muy inteligente y sabía que necesitaba generar una serie de excusas que le permitiesen la conquista de un reino cristiano e indefenso. Esperaría pacientemente a que dicho escenario se produjese para actuar en el momento oportuno. Eso ocurriría en 1512.

¿Qué claves marcan ese año para precipitar la acción armada?

-Se dieron las circunstancias adecuadas para que Fernando implicase a Navarra en la guerra que mantenía contra Francia, lo que le permitió su conquista. Fernando forzó a Navarra a participar en una guerra que ni quería ni había buscado.

¿Qué papel jugó el Duque de Alba? ¿Fue figura clave que determinó la victoria castellana?

–Fadrique Álvarez de Toledo, segundo duque de Alba, fue un excelente comandante que se había ido curtiendo en las guerras de Granada y Francia (Rosellón). Su experiencia militar fue la base sobre la que se fundamentó la conquista de Navarra. Pudiera decirse que Fernando era el cerebro y el de Alba la mano que manejaba la espada. Su defensa de Pamplona o los rápidos movimientos para tomar Donibane Garazi son ejemplo de ello. Por otro lado, era un hombre de confianza de Fernando, el único noble de importancia de Castilla que lo acompañó tras la muerte de Isabel y fue “invitado” a abandonar el reino. Ambos estaban perfectamente coordinados y solamente la intromisión del duque de Nájera al final de la guerra de 1512 le generó algún problema que el propio Nebrija resalta en el texto.

¿Hubo un contrarelato que rebatiera aquellas crónicas oficiales? En el libro señalas que no hay nada más triste para un pueblo que su historia sea contada por las gentes que lo invadieron. ¿Por qué no se atrevió ningún navarro a ofrecer otra versión? ¿Y qué ocurrió con el resto de potencias europea, miraron hacia otro lado?

–Empecemos por el final. Las potencias europeas no se atrevieron a enfrentarse a un Fernando que contaba con uno de los mejores ejércitos de la época. Ni siquiera Luis XII de Francia tras el desastre de la campaña de invierno de 1512. Se intentó la vía diplomática pero fue inútil. España ya no soltaría a su presa, pese a los intentos de 1516 y 1521. En cuanto al relato, en aquellos primeros años tras la conquista se tuvo la esperanza de una posible recuperación del reino por parte de quienes apoyaban a los soberanos legítimos, de modo que la gente se dedicó a eso. La guerra se prolongaría hasta 1524 y para entonces ya se tuvo que decidir bando. O te quedabas en el exilio o volvías a Navarra como súbdito de Carlos I. Los derrotados no suelen contar lo sucedido hasta mucho tiempo después, así que tal vez éste fuera el caso. Y los que se quedaron en Navarra se autocensuraron para no perder cargos y títulos.

Tarea difícil pero ¿qué es lo que no dijeron de aquella conquista que, a día de hoy, habría que desmontar con toda la información de la que se dispone?

–Actualmente se han realizado trabajos de altísima calidad científica sobre lo sucedido con la conquista de Navarra. Poco queda ya por demostrar en torno a que fue una guerra injusta e ilegal. El problema es que la historia es una ciencia social, no es matemática exacta, de modo que los datos siempre se pueden interpretar según el interés del historiador. Además, la tradición historiográfica española siempre ha excusado la conquista basándose en la mayoría de los casos en los pretextos aportados por autores como Nebrija, López de Palacios Rubios o historiadores contemporáneos como Luis Suárez Fernández. Digamos que ha habido siempre una potente tradición exculpatoria.

Todas las guerras tratan de justificar y manipular su fines. ¿Ves paralelismos con la situación que se está viviendo en Europa y el mundo?

–La justificación de cualquier guerra es el sustento necesario para llevarla a cabo. Dentro de la moral de las tropas y de la retaguardia el componente justificativo de lo que se está haciendo, aunque sea una aberración, es muy importante. La propia historia nos muestra cómo se han ido moldeando a través de la manipulación las guerras ‘buenas’ y ‘malas’, cuando todas son malas. El vencedor domina el relato, siempre. Por ejemplo, todavía a día de hoy pensamos, sin mucha lógica, que los romanos eran los buenos y los cartagineses los ‘malos’. En el caso de Navarra el relato dominante durante siglos fue que los navarros ‘buenos’ se quedaron con Fernando y que los malos se convirtieron por arte de magia en “franceses”. Algo muy habitual lo de negarle la identidad a quien quieres hacer desaparecer.