Sin duda, en las dos últimas décadas, la novela negra procedente de los países escandinavos ha sido todo un éxito en todo el mundo en general y en España en particular. Las atmósferas de unas historias de crímenes marcadas por el frío, meteorológico y psicológico han enganchado a millones de lectores y lectoras en todo el mundo. La 9º edición de Pamplona Negra ha querido poner el foco en este fenómeno invitando a un autor y a una autora noruegos que, si bien no son los más habituales en este tipo de citas, sí han obtenido un amplio reconocimiento del público. Así, Helene Flood y Jørn Lier Horst, que ayer abordaron conceptosprese ntes en sus trabajos como la culpa, la vergüenza, el dolor o la influencia del clima y el paisaje en una mesa redonda moderada por el autor valenciano Salva Alemany.

Flood es psicóloga doctorada con una tesis sobre violencia, revictimización y culpa postraumática y ha publicado dos novelas, La psicóloga y La comunidad. Por su parte, Horst es uno de los autores de más éxito de Noruega. Durante 20 años fue director de investigación policial de Larvik, un distrito de Oslo y entre sus trabajos destaca la saga protagonizada por el detective Wisting, llevada a una serie de televisión (El usurpador, Perros de caza...) Para los dos, el clima y el paisaje son importantes en su narrativa. Mientras Flood ubica los sucesos más oscuros de sus historias en bosques de pinos, Horst acostumbra a ubicar sus relatos en un pueblo idílico de noruega “donde hace mejor tiempo que en el resto del país”, de manera que el “contraste” de lo terrible que allí sucede es mucho mayor.

Tal y como comentaron ayer, sus profesiones les han concedido una atalaya privilegiada para observar los resultados del comportamiento humano. En su caso, Flood admitió que la consulta de un psicólogo “es muy interesante porque es donde salen tus secretos más oscuros que no sabe nadie más”. Por eso, cuando sale de ella y observa por un momento la felicidad que la mayoría de las personas parecen emanar en las redes sociales, “no me creo nada porque sé lo que hay”. Eso sí, aclaró que nunca refleja casos de pacientes en sus novelas; en todo caso, “me fijo en los detalles como gestos, comentarios, reacciones, pequeñas interacciones”, a partir los cuales crea historias totalmente ficticias. 

En cuanto a Horst, dijo sentirse “aliviado” de llevar ya 8 años fuera de la policía. “Ahora puedo ir a un restaurante y no saber que el tipo de la esquina pega a su mujer y el del otro lado defrauda a Hacienda”, afirmó, aunque reconoció que su trabajo como detective fue “una ventaja” para desarrollar su carrera literia, ya que tenía acceso a escenas del crimen donde hablaba tanto con las víctimas como con los culpables. “Tenía que enfrentarme a la rabia, a la frustración, al arrepentimiento... y eso creo que concede una importante sensación de verdad a mis novelas”, agregó. 

De hecho, su primera novela, Key Witness (2004), se basó en la primera escena del crimen que visitó cuando era un agente novato. Un asesinato de un hombre mayor que aun sigue sin resolver que quiso recoger en un libro “para intentar volver a poner el caso en la agenda pública”. No lo logró, pero a día de hoy “aun sigo recibiendo nueva información cada mes y, quién sabe, quizá tendré que reescribir la novela o escribir una nueva con todo este material nuevo”. 

Culpa, vergüenza, soledad

También se inspiró en una investigación real su novela El usurpador, en la que un hombre al que nadie parecía haber echado de menos es hallado muerto en su casa, sentado en el sillón de su salón, en avanzado estado de descomposición. “Me dio por pensar en cómo una persona puede estar tan sola en este mundo”, apuntó Horst. Y Flood incidió en que la soledad “es un gran problema de nuestro tiempo” y “uno de nuestros grandes miedos”. “Somos animales grupales y, aunque no tengo pruebas científicas que lo avalen, opino que las redes sociales nos pueden hacer sentir más solos. No es lo mismo mandar un mensaje diciendo ‘hola’ que sentirte visto, entendido, conectado a los demás. Este es un reto para la sociedad actual”, subrayó. 

En La comunidad, la psicóloga aborda conceptos como la culpa y la vergüenza, que “son dos emociones que se pueden sentir a la vez, pero son muy distintas”. “La culpa tiene que ver con intentar reparar algo que he roto, con el comportamiento”. En el caso de haber cometido un crimen, “vas a la cárcel el tiempo estipulado y luego te reintegras en la sociedad”. Sin embargo, “la vergüenza es mucho más compleja y dolorosa; está relacionada con quiénes somos y no tenemos un procedimiento para deshacernos de ella”, así que muchas veces provoca aislamiento. 

La atracción por el mal

Ambos autores fueron preguntados también ayer por el éxito de la novela negra como prueba de la atracción que el mal ejerce en las personas. “Todos sentimos esa atracción, sea cual sea nuestra sociedad, tiene que ver con una pregunta que a los escritores nos encanta explorar y es qué lleva a alguien a hacer algo terrible. Cómo una persona que parecía encantadora, un padre de familia ejemplar resulta ser un asesino. A nuestros cerebros les atraen mucho las paradojas”, señaló Flood. 

Horst quiso distinguir “entre las personas malvadas y aquellas que en determinadas circunstancias hacen cosas malvadas”. En cuanto a la novela negra, comentó que su éxito seguramente se debe a que para la mayoría de la ciudadanía “es como abrir una ventana a sitios donde normalmente no nos movemos”. “Una novela negra nos permite participar en algo interesante y peligroso desde un sitio seguro”, continuó, y compartió el caso del padre de una víctima a la que conoció hace años que, pese a lo que le sucedió a su hija, “seguía leyendo mis libros y los de otros autores del género porque, según me dijo, en ellos al final se hacía justicia, cosa que no había tenido su familia”. Por eso también cree que muchos policías consumen estas historias, “porque te ofrece la posibilidad de meterte en la vida de los demás y te permite ver las cosas desde distintas perspectivas”, una herramienta, la empatía, “clave” para todo investigador.

Abundando en esta cuestión y yendo un poco más allá de la atracción por el mal, la escritora y el escritor debatieron sobre la posibilidad de que una persona corriente cometa un asesinato o un crimen similar. “Todos somos capaces de hacer cosas peores de lo que pensamos. Nos gusta creer que no, nos justificamos y no vemos como héroes de nuestra propia historia. Cuando escribo, me gusta mucho investigar cómo alguien puede llegar a ese punto”, indicó Helene Flood. Jørn Lier Horst dijo no saber la respuesta a esa cuestión y formuló otra: “Es más interesante preguntar si todos seríamos capaces de matar a alguien inocente”.