PREGUNTA: ¿Cómo surgió la idea de llevar esta historia a la escena y qué te pareció, qué crees que puede aportar esta nueva versión en teatro?

RESPUESTA: –Cuando conocí al director José Martret. Hace unos años en Madrid habíamos hablado de llevar al teatro mi libro #EllosHablan, entonces él leyó Memorias de una infamia y me llamó para proponerme una puesta en escena. Me la envió a principios de 2020 y me encantó, así que nos pusimos a trabajar en la adaptación juntos y a partir de ese momento hemos estado trabajando con todo el equipo juntos.

P: ¿Qué respuesta ha tenido el montaje por parte del público y qué es lo que más le ha sorprendido en ese sentido?

R: –Primero que nada, me sorprendió la acogida que nos dio Natalia Menéndez, la directora del Teatro Español en cuanto leyó el libreto. Ella tuvo la visión de que esta obra iba a ser un éxito mucho antes de que nosotras nos lo creyéramos. Desde el 9 de diciembre de 2022 que estrenamos en las Naves del Matadero hemos tenido los teatros llenos por toda España. La gente se conmueve, se indigna, se emociona, pero sobre todo sale inspirada, y eso es lo que queríamos, hablar del valor de la verdad y la valentía. Prácticamente todas las noches el público termina aplaudiendo varios minutos de pie. Es muy emocionante para todo el equipo. 

P: ¿Cuáles diría que son los puntos fuertes de la propuesta teatral que hace que llegue tan directamente a las/os espectadoras/es?

R: –Todo. La genialidad de la puesta en escena imaginada por Martret es notable porque combina el teatro y el cine haciendo una inmersión total. La escenografía de Alessio Meloni, la iluminación de David Picazo y el sonido de Sandra Vicente junto con la videoescenografía de Emilio Valenzuela hacen de esta una obra fuera de lo común. La gente nos dice al salir del teatro que las actuaciones de Marta Nieto y Marina Salas son magistrales, lo cual es cierto, y, además, la camarógrafa Alicia Aguirre, que es también un personaje en escena, recibe el agradecimiento del público porque se convierte en una especie de cómplice del auditorio.  

P: ¿Qué me puede contar de la interpretación de Marta Nieto?

R: –Marta es una fuerza de la naturaleza. Desde el primer día en que comenzamos a hacer trabajo de mesa se entregó al proceso con la vulnerabilidad que la caracteriza y al mismo tiempo con una disciplina férrea. No es fácil actuar esta historia. El otro día, un amigo que me conoce de toda la vida me dijo que estaba viendo la obra y de pronto sintió que era yo la que estaba en el escenario. Tanto Marta Nieto como Marina Salas han logrado apropiarse de la historia con una potencia actoral extraordinaria.

P: ¿Compartir esta historia sirve, siquiera un poco, para mitigar las heridas de la terrible experiencia que padeció?

R: –En realidad, no. Yo hace años que superé el trauma de la tortura. Le he dedicado años de terapia y autocuidado para que no me habite el dolor. La obra para mí es un canto a la libertad de expresión, es una afrenta a las mafias que creen que pueden matar y torturar a las activistas y periodistas por decir la verdad. Lo que yo espero que suceda cuando la gente vea la obra es que se encienda el fuego en su corazón y recuerden por qué es importante defender los derechos de la niñez y la lucha por la igualdad y la justicia.

P: Después de lo que vivió, ¿en algún momento pensó en dejarlo todo y que otras/os se ocuparan de denunciar las situaciones de injusticia, violencia e impunidad que sufre la infancia y las mujeres en su país?

R: –Ha habido momentos duros en que quise dejarlo todo, pero de inmediato surgía algo que me hacía pensar en estrategias de denuncia, en escribir, en activar redes de apoyo y entonces no, nunca me he dado por vencida. Creo que una vez que tienes el poder de la voz pública, tienes una responsabilidad y lo importante para que esa voz venga del alma y no del ego es que sepas que eres sólo una de miles de personas intentando hacer un mundo mejor.

P: ¿Es el miedo superable o es una herramienta que se puede usar para pelear con más fuerza?

R: –El miedo para mí es una herramienta de supervivencia, una alarma que te avisa de que hay fuego y debes apagarlo. Nunca me ha dominado, no vivo con él, le escucho cuando es necesario. No me domina ni el pánico ni les tengo miedo a los mafiosos a los que denuncio. Los veo como lo que son: humanos que han elegido la crueldad como camino y a quienes debemos aislar de la sociedad para que no hagan más daño.

P: Vive exiliada en España desde hace un tiempo, ¿cuál es su relación personal/profesional con México?

R: –Mi familia y mis amistades de toda la vida viven en México. Allá está mi casa, que estoy vendiendo. Sigo teniendo grandes vínculos afectivos y profesionales con México. De hecho, mi editorial mexicana me hace más caso que la española (risas). Aquí todavía me siguen pidiendo que sólo opine sobre Latinoamérica. Son vínculos que no van a desaparecer, pero yo vivo en España y también soy española, así que estoy en ello.

"Ha habido momentos duros en que quise dejarlo todo, pero de inmediato surgía algo que me hacía pensar en estrategias de denuncia, en escribir, en activar redes de apoyo y entonces no, nunca me he dado por vencida"

P: ¿Como ciudadana de este país, cuál es su opinión sobre los feminicidios, sus causas y la reacción de la sociedad y la clase política españolas?

R: –Creo que España, en particular las y los políticos que gobiernan, viven bajo la ilusión de que son más democráticos de los que la realidad demuestra. Por ejemplo, la Ministra de Igualdad cree que sus leyes ultramodernas funcionarán ante un sistema judicial añejo plagado de machismo, que sigue liberando a los agresores, a los pedófilos, a los tratantes de mujeres. Ella ve lo que quiere ver y con su retórica logra dividir a ‘su audiencia de redes sociales’ entre fans y enemigos. ¡Qué falta hace una mujer como Bibiana Aido! Las policías especializadas hacen bien su trabajo bien y el poder judicial echa todo por tierra porque no ha avanzado a la par del discurso social. 

P: En definitiva, que queda mucho por hacer.

R: –Todos los partidos en este país viven, en este sentido, bajo la ilusión de que su sistema penitenciario funciona como espacio de readaptación social, pero eso es mentira, son jaulas que mantienen encierros sin suficientes programas efectivos de justicia restaurativa y terapia de masculinidad. Las autoridades se autoengañan y por tanto la sociedad se frustra. Si no miran los vacíos legales y estructurales en el sistema nada va a cambiar, excepto que aumenten sus seguidores en Twitter e Instagram por los escándalos que arman en guerras demagógicas y discursivas.

P: ¿Cree que la población española está posicionada y concienciada contra esta violencia?

R: –Creo que hay grandes avances sociales en términos culturales, pero a veces no se pueden ver con claridad porque el algoritmo de las redes sociales, del cual son ahora esclavos los medios de comunicación, ha creado un dislate perverso que nos hace creer que lo que dice quien tiene más poder es lo real. Hay grandes cambios culturales que celebrar, la mayoría de las personas entienden y aceptan el concepto de igualdad, la juventud habla con claridad sobre sus derechos, la diversidad, las libertades, derechos humanos, etcétera. En todo el mundo se empequeñece el diálogo honesto por el miedo a que te destruyan en redes sociales. Para mí lo importante es documentar los avances en la calle, hablando con la gente, utilizando datos científicos para contabilizar avances y retrocesos. No me distraigo con el discurso político.

P: ¿Y está el periodismo a la altura de las situaciones de injusticia que suceden hoy en día? 

R: –De ninguna manera está a la altura del reto social.

P: En su caso, ¿en qué proyectos trabaja ahora mismo?

R: –Justamente acaba de salir esta semana mi nuevo libro, Rebeldes y Libres (Esfera de libros). Contiene una serie de entrevistas con más de 160 niñas diversas de entre 11 y 17 años de toda España, elegidas aleatoriamente para que hablasen de los temas que más les interesan. Me emociona porque está exigiendo un diálogo más amoroso, temen a la violencia y a la descalificación. Me parece fundamental escucharlas.

Lydia Cacho (sentada), junto a José Martret, director de la obra; y las dos actrices que la interpretan en las distintas funciones: Marina Salas (i) y Marta Nieto (d). José Alberto Puertas