Octavi Pujades comparte con Luna Manzanares el protagonismo del espectáculo musical basado en la película homónima de 1992 que dirigió Mick Jackson con guión de Lawrence Kasdan y con Kevin Costner y Whitney Houston en los papeles principales. Un filme en el que, sin duda, destacó una banda sonora con éxitos como I will always love you que ahora suena sobre los escenarios.

PREGUNTA: Han visitado ya numerosas ciudades con el musical, pero faltaba Pamplona.

RESPUESTA: –Faltabais vosotros, sí, y vamos in extremis, porque el Gayarre es la penúltima plaza antes de finalizar la gira. Teníamos muchas ganas de estar ahí.

P: En cada plaza están varios días, ¿eso les permite adentrarse un poco en las ciudades en los que actúan? 

R: –Sí, y eso es lo bueno que tienen las giras de los musicales, porque como estás alrededor de una semana en cada ciudad, te da tiempo a conocer los sitios bonitos, a callejear, a conocer la gastronomía. Es un plus añadido a este trabajo tan bonito.

P: ¿Cómo va la gira? 

R: –Está yendo muy bien. La respuesta del público ha sido fantástica en todos y cada uno de los sitios a los que hemos ido. Cuando la pandemia nos paró, nos quedamos todos con una sensación de coitus interruptus. En aquel momento llevábamos tres meses de gira, llenando sin parar y de repente tuvimos que parar. En general, a los musicales les tocó parar prácticamente año y medio porque son montajes muy grandes en los que no sale cuenta actuar si hay restricciones de aforo. Pero volvimos con fuerza en noviembre de 2021 en Barcelona y desde entonces, con un pequeño parón en verano, hemos agotado en casi todos los sitios.

P: Es bonito, pero seguro que también agotador. 

R: –Es agotador porque, durante las dos horas y pico de la función, el trabajo requiere una concentración que sí que te drena energía. Pero a la vez te carga de fuerza porque es muy bonito formar parte del proceso de contar una historia y ver cómo se genera esa interactividad con el público. Toda la gente que ha venido a vernos vive y sigue la historia, se ríe y llora... Es un trabajo exigente, pero somos muy afortunados por dedicarnos a lo que nos gusta.

P: La propuesta se estrenó en 2019, ¿cómo se vinculó a ella? 

R: –Este empezó como cualquier otro proyecto. Me llamaron para hacer un casting y cuando me dijeron que era para el musical de El guardaespaldas pensé que sí, que podía cantar, que no desafino, pero que no era un cantante profesional. Los musicales son palabras mayores. Luego me contaron las características del personaje y vi que podía hacerlo. Además, hice el casting con el director, Federico Bellone, y con Chanel Terrero, la actriz que ya estaba elegida en aquel momento y que fue la que estrenó, y dentro de las dificultades que supone crear un personaje y poner en pie un espectáculo, todo fluyó muy bien. 

P: Bellone ya había dirigido el musical en Italia.

R: –Sí, por eso tenía una imagen mental muy clara del espectáculo y sabía a la perfección qué funcionaba y qué no. En todo momento ha sido muy sencillo trabajar con él. Transmite con mucha seguridad, y a la vez con mucho tacto y amabilidad, qué es lo que quiere y por dónde cree que tiene que ir el personaje. A veces, un proceso de ensayos es complicado y puedes sufrir mucho, pero en este caso se sufrió lo justo y necesario. Lo disfruté más que otra cosa.

P: ¿Fue fan de la película en su día?

R: –¡Sí! Cuando la vi entré en completamente. Creo que El guardaespaldas es el paradigma del blockbuster de los 90. En esa época se produjo el gran boom de la industria cinematográfica, con las multisalas y el video doméstico, entre otras cosas. Y fue una década en la que se comercializó muy bien calidad y comercialidad. El guardaespaldas es claramente una película comercial. Tenía a una gran estrella de la música como Whitney Houston, pero a la vez tenía a Kevin Costner y un guión de Lawrence Kasdan. Poca broma. Y la historia funciona a todos los niveles: es un thriller, un drama, una historia de amor...

P: Sigue funcionando a día de hoy.

R: –Sigue funcionando. Las buenas historias son atemporales, trascienden la barrera de los años y de los géneros. El guardaespaldas está muy bien escrita. Al final, a un actor hay mil factores que le hacen enamorarse de un proyecto, pero, en mi caso, es el guión. Si el guión está bien, vas a tragar carros y carretas simplemente por poder ser parte de esa historia.

P: En su caso, a priori todas/os tenemos en la cabeza el personaje que interpretó Kevin Costner. ¿Cómo ha creado Octavi Pujades su Frank Farmer?

R: –El guión es la piedra angular, ahí está todo. Están el texto y el subtexto. En él puedes intuir qué le ha pasado al personaje, por qué actúa como actúa, y te da el desarrollo y el ritmo de todo lo que sucede. Esa es una de las patas principales de cualquier proyecto. La otra es, evidentemente, el director, que es el que tiene la imagen completa en su cabeza y el que sabe cómo son las cosas. Porque, a veces, tú, desde el egoísmo o la estrechez de miras solo ves a tu personaje, pero, claro, tú solo eres una pieza en esa historia y el que tiene que juntarlas todas y jugar la partida es el director.

"Al menos en mi caso, para mí el medio natural y el que más se acerca a la esencia de la interpretación es el teatro. Si pudiera elegir, no me movería del escenario"

P: En la película, Farmer es un tipo contenido, ¿cómo calificaría al personaje que veremos en el musical?

R: –Es un personaje complejo. Canta muy poco en la función. Es algo así como el contrapunto en un mundo de fantasía, de lujo, de música, de luces de colores... Es la sombra que está ahí intentando mantener un mínimo de sensatez y de cordura dentro de la vorágine que de pronto le rodea. Una de las cosas que he trabajado yo desde el principio es que Frank Farmer es un tipo que está cansado. Acepta hacer ese trabajo como un favor personal. Él ya está retirado y no quiere hacer más eso y, sobre todo, no quiere estar pendiente de ese tipo de gente. Acepta a regañadientes y de repente le pasa lo último que se podía imaginar, y es que se da cuenta de que Rachel Marron, la persona con la que choca tanto, no es tan diferente a él y, además, se acaba enamorando de ella. Y eso es su gran conflicto, porque para llevar a cabo su labor de forma eficaz necesita una frialdad y una distancia y en ese momento las pierde.

P: ¿Qué se le da cantar y bailar?

R: –(Ríe) A ver... Soy bastante torpe bailando y cantando no desafino, pero no soy cantante. No podría llevar el peso de un musical en el que los personaje estuvieran todo el tiempo cantando, no tengo la formación necesaria para eso. Pero, como diría Norman Mailer, los tipos duros no bailan, y yo añado que tampoco cantan (ríe). En ese sentido, disfruto mucho del montaje. Es muy bonito formar parte de un musical. El teatro de texto requiere gran concentración, ensayos y sincronía entre todos los elementos; y, en el caso del musical, a todo esto hay que sumarles las coreografías, los efectos, las canciones en directo... Y ser uno más de ese proceso es muy gratificante. Para que todo salga bien todos somos importantes, desde la protagonista hasta cualquiera de los técnicos. Cada cual tiene su función y tiene que desempeñarla con la mayor eficacia de la que sea capaz, y, respetando el trabajo de los demás.

P: Estos años habrán sido como un súper máster en teatro musical. Seguro que se lleva unos cuantos aprendizajes.

R: –Sin duda. Ya había hecho algo de teatro musical, aunque no tan grande. A veces estás haciendo la función de El guardaespaldas y ves entre cajas el movimiento tan grande de escenografía, de cambios de vestuario, de utillería y alucinas. Casi es más interesante lo que pasa detrás de la escena (ríe).

P: Le hemos visto hacer televisión y teatro, pero apenas ha trabajado en cine, ¿le han requerido menos? ¿A qué cree que se debe? 

R: –No lo sé, no tengo ni idea. Empecé en televisión y tal vez no se me haya visto como un actor de cine. He hecho algunas cositas y es muy bonito, y bastante pesado también (ríe). Si te digo la verdad, al menos en mi caso, para mí el medio natural y el que más se acerca a la esencia de la interpretación es el teatro. Estoy encantadísimo de hacer teatro y si pudiera elegir, no me movería de aquí.

P: Ha comentado en alguna ocasión que sobre todo se considera un contador de historias. Y también las cuenta en las redes sociales, en Instagram en concreto, donde asiduamente comparte una pequeña parte de su vida privada. ¿No le da miedo esa exposición teniendo en cuenta la agresividad últimamente tan habitual en estos medios?

R: –No me da miedo, no. A ver, siempre hay algún hater por ahí, pero con bloquearlo es suficiente. También puedes contestarle con ironía y quedarte más ancho que largo. A pesar de que el anonimato permita a algunos decir cosas que no dirían en persona, yo creo que la mayoría de las veces recibes lo que das. Lo que yo cuento en redes es desde la sinceridad y el humor, controlo siempre mi discurso en redes, nunca cuento nada que podría llegar a herirme, y creo que la gente lo percibe así y prácticamente todo lo que recibo es bueno. Me expresan mucho cariño.

P: La serie de publicaciones que compartió sobre la relación con su padre, ‘el patriarca’, se hicieron muy populares. ¿Le ayudó en parte a sentirse más acompañado cuando él falleció?

R: –La verdad es que sí. Hoy (por el lunes 27 de febrero) se cumple un año desde que se fue. Ya antes de la pandemia yo iba contando mi vida diaria, que unas veces era en un sitio, otras veces en otro... Pero con el confinamiento mi vida y la de todos se redujo al interior de nuestras casas. En ese tiempo yo estaba cuidando a mi padre, lo contamos y a la gente le hizo gracia. Creo que muchas personas se identificaron y se sintieron acompañadas. Había gente que estaba en circunstancias similares y ver esa actitud ante una situación que no era fácil les ayudó, me lo han contando a través de mensajes y esto es muy bonito.