Cuerpo y memoria histórica laten en el proyecto que Miriam Isasi Arce (Vitoria-Gasteiz, 1981) presenta en el espacio Apaindu de la calle Curia. A pulmón vacío da título a esta muestra cuyo origen se remonta a 2018 pero que la artista muestra por primera vez aquí. Partiendo del método del camuflaje, de la implicación de artistas en la elaboración de curiosas técnicas al servicio de esas estrategias en la Primera Guerra Mundial, y de la acción a pulmón vacío empleada por los francotiradores justo en el momento de disparar, la artista e investigadora alavesa explora los movimientos del cuerpo al respirar.

La pieza central del proyecto expositivo, visitable hasta el 30 de abril, es un vídeo grabado en 2018 en las instalaciones de un antiguo balneario en Zuazo de Kuartango (Álava) y en el que los bailarines Whitney Casal y Diego Pazó, formados en La Faktoria –centro internacional de danza contemporánea y coreografía ubicado en Noáin–, realizan una sugerente pieza que remite a los movimientos del cuerpo causados por la respiración, y desde ahí, también a la guerra de trincheras.

Con un sonido hipnótico, inquietante, elaborado a partir de grabaciones de respiraciones y de las pisadas en el propio espacio –además de complementos electrónicos–, esta pieza audiovisual se complementa con otras obras, entre fotografías, objetos de suelo y de pared. En conjunto, la muestra funciona como una evocadora instalación introspectiva que despierta sentidos, pone alerta a los visitantes y les interpela. “Yo no quiero marcar un recorrido. Que cada cual se sumerja y saque sus propias conclusiones, sus propias lecturas”, dice Miriam Isasi, en cuyos proyectos siempre hay un previo de investigación importante.

LOS CEBOS EN GUERRA DE TRINCHERAS

En este caso, la artista ha partido de las estrategias y los métodos de camuflaje que se generaron en la Primera Guerra Mundial como engaño o cebo al enemigo; técnicas en las que tomaron parte muchísimos artistas de la época, poniendo su creatividad al servicio de la guerra.

Y fue lo mejor que podían hacer. “Por lo menos, ya que estaban obligados a estar, pudieron hacer algo que les gustaba, porque eso les liberaba, no tenían que estar en la trinchera sino que les metían en un taller a configurar todo ese atrezzo al servicio de las estrategias para engañar al enemigo: tanques y animales hinchables, caballos vacíos, árboles de mentira que eran puntos de vigilancia, barcos pintados de tal manera que no se supiese muy bien dónde empezaban y dónde acababan... En este movimiento los artistas fueron un elemento importantísimo”, cuenta Isasi, quien expone en “la trastienda” de Apaindu fotografías de archivo que documentan este origen de su proyecto A pulmón vacío.

Una expresión que alude al momento en que el cuerpo alcanza el mayor equilibrio para el disparo.

ESCULTURA, MATERIA Y ESPACIO, CUERPO

Estructuras tubulares vestidas de camuflaje, piezas de vidrio soplado que representan el gesto del respirar –y los vacíos y espacios que quedan en las diferentes partes del cuerpo en ese gesto–, y que se muestran aquí sobre soportes de látex que remiten a “esos sacos que se empleaban en las trincheras, como una almohada, un soporte flexible para proteger, para sujetar”, se exhiben junto a fotografías realizadas en el transcurso de la grabación del vídeo protagonizado por los bailarines, o una cabeza hecha de cartón que es “un guiño a esa guerra de trinchera y a los cebos que se usaban para el enemigo”.

Miriam Isasi viene de la escultura, que le ha conectado también con el trabajo con el cuerpo. “Para mí el movimiento del cuerpo ocupa un espacio; el bailarín ocupa como un elemento más”, dice la artista, que ha llevado a cabo recientemente un proyecto sobre memoria histórica de resistencia en la II Guerra Mundial.

En otro proyecto anterior, Isasi puso el foco en la colonia de pájaros carpinteros más grande de la Península Ibérica, que alberga el Parque Natural de Izki (Álava), y a partir de los sonidos de dichas aves creó una pieza performativa de techno y danza.

La creadora vitoriana concibe el arte como “una herramienta fundamental, súper potente para hablar de problemas contemporáneos”, y lamenta que “muchas veces se infravalora”. Echa en falta “que se apoye la cultura mediante la economía, porque revierte en el espectador de una manera valiosa, aunque ese valor no pueda medirse en cifras”.