Hoy nos levantamos un poco tarde. Hemos quedado en San José del Valle al mediodía, y la verdad, anoche se hizo bastante tarde. Cerramos El Bichero, y aún nos quedamos de tertulia con Fermín Anguita hasta altas horas, charlando, entre copa y copa, del negocio, de toros, y sobretodo de Sanfermines, fiesta que nos une a todos. No obstante, entramos en el último turno del desayuno y nos preparamos para el viaje del día, que aunque cercano porque son menos de treinta kilómetros, mente y cámara debe estar despejados.

Para la hora acordada entramos en Los Romerales, finca principal de la casa ganadera y vamos directos hasta la casa del mayoral. Estamos en casa, y me voy directo a la oficina. Allí, la secretaria, Pepi, tras los saludos me da la noticia de que Alfonso no está. Se encuentra en la finca que tienen en Bornos, preparando un corredero de machos para mañana, me dice. Pero llamo a Kiko, el segundo de Alfonso, que él te atiende.

Aparece enseguida y me cuenta que, debido al mal tiempo, a la ventolera que en toda la provincia de Cádiz está formando el Levante, había en El Carrascal, en casa de Álvaro Domecq corredero, y se ha tenido que trasladar a la finca que el jefe, Ricardo Gallardo, tiene en Bornos, donde pastan vacas de esta casa, y que está más protegida del aire infernal que entra por Tarifa. Estamos frente a la sierra de Grazalema y es de horror la polvareda que se mueve. De hecho, en Jerez tanto viento doblaba hasta las palmeras que jalonan su avenida principal. Kiko está en otras tareas, y una vez más, lo más que habitual en el campo, los tiempos nos los marcan las labores. Hablo con Alfonso y nos marchamos a Venta Durán, famoso restaurante de la localidad, y punto habitual de nuestra ruta. Allí Crisanto ya nos espera. No sólo vamos de finca en finca. También hemos convertido el viaje en una ruta gastronómica, y allí donde paramos ya saboreamos los diferentes platos, incluso antes que nos los sirvan. Es viernes, y ya habíamos reservado el lugar para comer con la familia de Alfonso allí, así que cambiamos los toros por un buen aperitivo, mientras esperamos que vayan llegando nuestros anfitriones.

La primera en llegar es su esposa, que viene con la hija mayor de Alfonso que estudia y trabaja en Madrid y ha venido unos días de vacaciones. Con ellas me voy a buscar al peque. Mañana cumple 6 añazos ya. Y detrás aparece el mediano, que sale del instituto alabando el santo viernes. El último, ya sentados a comer, es el conocedor de la casa, que se disculpa por no habernos avisado para que viniésemos directos a la comida. Ha sido cosa de última hora. A la tarde viene el jefe, como llaman todos a don Ricardo, hago unas cosas con él y tranquilos, que vamos a ver todo lo que queráis. Y ya nos ponemos hablar de todo. Para los chicos ver a mi hijo, a quien conocen de siempre es una sorpresa. Paulina y su esposo ya lo sabían porque se va a quedar a dormir en su casa. Mañana hay cacería en Dehesa de Frías, y el bueno de Fernando Pizarro tiene la mala costumbre de invitarnos. Alfonso es un asiduo, y esta vez se va con mi hijo a probar suerte en aquel idílico paraje de la sierra norte de Sevilla.

Dos bureles de Fuente Ymbro; uno castaño y otro negro.

Mientras se vacían las carnes y demás viandas que nos propone Cris, hablamos de los toros disponibles. Y pensando que la pandemia, con la reducción de reses habría bajado la producción. Nada más lejos de la realidad. Tenemos más de treinta festejos entre novilladas y corridas, nos cuenta. Unas quince novilladas ya están contratadas, y catorce o quince festejos mayores también, lo cual hacen ya treinta salidas confirmadas entre Francia y España. Otro año a viajar más que los arcones de la Piquer, como se decía antaño. El año 20 dio muchos machos, y como hubo que guardar cuatreños que se lidiaron con cinco, hay exceso de utreros en la casa. Si no, no tiene lógica lidiar tantas novilladas. Para cuando llegue la Semana Santa ya habremos lidiado cinco o seis tardes, nos cuenta dejando a todos alucinados. Yo le vacilo diciéndole que le van a quitar el nombre de la factoría a Cuvillo. Y con estos números, para lo que es el mundo rural actual y el ganado de lidia en concreto, hablamos de una verdadera locura.

Llegamos a la finca a la vez que el ganadero, que tiene el buen detalle de prestarnos a su hombre antes de monopolizarlo con sus labores. Así que, con luz de tarde nublada, salimos a ver el inmenso patrimonio toril que viven en estas fincas. La tierra marrón, ausente de toda brizna. Aquí, los cientos de machos embuchan a destajo de los preparados comederos. Ninguno pasta. Al pienso compuesto y los forrajes específicos para su desarrollo sin parar. Así tienen todos los cuerpos musculados que muestran. Toros para todos lo sitios, marcan el nombre de la herradura con la G de la casa. Quiero decir que de Pamplona hasta el último lote de novillos que lo mismo se lidiarán en Madrid, Castellón como en pueblos de la sierra, esta casa está alejada, ya, totalmente en fenotipo de su matriz, la cual vimos ayer en Mérida. La alquimia de estos negros, porque aquí salvo algún jabonero rara avis y unos pocos castaños, hacen de este animal una creación con mayor caja, más posibilidad de kilos y una búsqueda de fuerza que dé durabilidad en el esfuerzo de la lidia. La cabeza de Alfonso va marcando uno a uno los utreros y nos va diciendo los que van a Madrid, tres novilladas y dos corridas a día de hoy, y sabe cuál va el 26 de marzo, cuál en mayo y cuál en verano. Vemos los cientos de toros y novillos, y Pamplona, no me parece tan exagerada como otros años, y sin embargo, ya está hecha. Hoy mismo pasaría de calle la revisión. Allí empezamos la visita y en el mismo corral lo terminamos. Con buena luz hemos pasado un rato admirándolos, uno a uno. El coche de la casa no les molesta. Al contrario, muchas veces lo usan para moverlos o mediar en una pelea, por lo que deambulan con cuidado entre nosotros. Pasamos a medio brazo de muchos de ellos, y las encornaduras dan más que respeto, miedo.

Las horas pasan. El ocaso va a llegar. Al calor del hogar terminamos el día en casa de Fuente Ymbro hasta la retirada del ganadero. Algo frugal a la boca, y nos despedimos de la familia entre besos y abrazos. Allí dejamos a nuestro joven, que ya está entretenido entre juegos y espadas con el peque de la casa. Mañana le damos fiesta de toros y nosotros nos vamos de visita a ver amigos. Hay que cumplir con casi todos, aunque no estén en la lista de elegidos para la gloria sanferminera. La siguiente parada para Vdes. será La Zorrera. Cebada Gago, todo un clásico en nuestras calles.