Audición de alumnos del Conservatorio Profesional de Música Pablo sarasate

Haritz Sagaseta, tenor. June Iturrarte, Nora Pérez y Leyre Lucas, sopranos. Guillermo Mayoral, barítono. Martín Araujo, violín. Alberto Marco, piano. Iñigo Pascual, Hegoi Bértolo, acordeones. Obras de Vinci, Bellini, Granados, Penella, Chueca, Mozart, Fibich, Lastovicková, López Jaso y Angelis. Sala de armas de la Ciudadela. 12 de mayo de 2023.

La atención a la copiosa programación musical de los ciclos oficiales no nos deja tiempo para echar un oído a la base fundamental del entramado musical. Me acerco a la sala de Armas de la Ciudadela, y escucho un buen nivel de músicos principiantes. Son las primeras salidas a escena. Algunos no saben, casi, ni saludar. Abandonan el escenario rápidamente, sin apenas responder con cierta ceremonia a los aplausos. Ya aprenderán. Lo importante es la afinación, el dominio de los nervios, la conseguida calidad.

La clase de canto de Mercedes Gorría es la que con más desparpajo se mueve en escena. Con buen criterio insiste, también, en la teatralidad, al fondo se piensa en la ópera. Y buen criterio la elección de un repertorio que no carga las voces y estimula la parte central del pentagrama, sin aventuras excesivas extremas. Así el dúo de sopranos de Nora Pérez y Leyre Lucas mostró unas voces luminosas y limpias, pero, además con cuerpo. Se lucieron en un repertorio chulesco y romántico (Granados, Chueca, Penella, Esparza-Bustamente), con la extravertida y apropiada influencia de su profesora. El tenor H. Sagaseta, se asienta bien en la zona central, también con cuerpo en la voz. J. Iturrarte, soprano, jovencísima, ya sacará voz a su debido tiempo. Y el barítono Guillermo Mayoral, sorprendió con un timbre tirando a bajo, ojalá lo conserve; hoy día hay demasiados “baritenores”.

El apartado instrumental estuvo servido por el primer y segundo premio del Concurso Remacha. Con respeto al tribunal, que, evidentemente, ha escuchado todo el proceso y sabe mucho más que yo; por lo oído, y por la difícil equiparación de los dos orgánicos presentados, yo hubiera concedido dos primeros premios exaequo. Porque Martín Araujo, violín, y Alberto Marcos, piano, hicieron una estupenda versión de la sonatina de Fibich: impecable afinación, muy hermoso arco largo en el andante, el violín, y muy suelto, y sin problemas, el piano. Ambos muy bien compenetrados. Es cierto que Mozart no alcanzó el mismo nivel; pero lo salvaron, que no poco, porque, Mozart, al final es educativo, pero, también, el más difícil.

Desde que Nekane Iturrioz tomara el fuelle de la enseñanza del acordeón, este instrumento subió a otra dimensión. Uno de sus mejores alumnos, López Jaso, sigue, ahora, sus pasos, como profesor. Iñigo Pascual y Hegoi Bértolo, están asimilando no solo la técnica, sino el cariño por el instrumento que siempre ha tenido Jaso. El programa presentado, con obra y arreglo del propio Jaso, está muy bien elegido, porque no sólo incide en el virtuosismo, con algún efectismo de golpes de fuelle, etc. sino que inculca el fraseo lento y buen gusto en lo melódico, que tanto hace falta a los jóvenes. “El día que me quieras”, por ejemplo, con una versión sentida y muy orquestal. No nos queda más que seguir dando ánimo a todos.

JUAN ANTONIO GARCÍA GORRÁIZ, IN MEMORIAM.

Aunque la compositora Teresa Catalán, le ha dedicado una estupenda laudatio; lo traigo aquí, porque ha sido uno de esos personajes fundamentales en la educación de la juventud desde su cátedra de física y química, y, también desde sus magníficas notas al programa para la Sociedad Filarmónica y otras formaciones. Todos nos hemos aprovechado de su sabiduría. Ha sido una de esas figuras, anónimas para la mayoría, pero fundamentales, en el sostenimiento de la música sinfónica en Navarra, precisamente en los difíciles momentos de las transiciones: Sta. Cecilia, Pablo Sarasate, Sinfónica. Acudíamos a él cuando algún pianista tocaba una propina rara: siempre la sabía. Y su capacidad de información y síntesis en la escritura era proverbial. Por ejemplo, no se puede decir tanto, tan bien, y en tan poco espacio, sobre Sarasate, como en el comentario sobre el Capricho vasco del pamplonés, en el pequeño programa de la Filarmónica (18 de marzo de 2015). Guardo todos como oro en paño. Muchas gracias por tanto… Descansa en paz, amigo Juan Antonio.