Apenas tres minutos restaban este domingo para llegar a las diez de la noche cuando el colegiado navarro, Eduardo Prieto Iglesias, sonaba el silbato tres veces para dar por finalizado el Sporting de Gjón - Las Palmas y, con ello, una carrera de 25 años arbitrando, los últimos doce en la élite del fútbol nacional.

"La verdad que estos días han sido bastantes intensos, con muchos mensajes de cariño que se responden con gusto", reconoce el protagonista, que reconoce encontrarse "muy feliz por cómo ha ido todo, y con un poco de resaca emocional. Después de estar estos días atrás digiriendo el final, estar luego el fin de semana rodeado de amigos y familia, el partido, el cariño que me han dado, el post partido, mensajes... estoy abrumado por tantas muestras de cariño".

El navarro, que se retira por cuestiones de normativa -existe una ley interna en la que los colegiados en Segunda División no pueden arbitrar al alcanzar los 41 años- admite tener "emociones contrapuestas. Por un lado había tristeza, porque dejas los terrenos de juego, que es donde he estado 25 años de mi vida, algo que he vivido y he disfrutado muchísimo y sabes que no lo vas a volver a pisar, algo que da muchísima pena. Pero por otro lado muy feliz por cerrar una etapa con broche de oro estupendo porque me despido donde he querido, con mi familia, rodeado de mis amigos y me voy con la satisfacción de haberme rodeado de gente y haber recibido el cariño de futbolistas, directivos, clubes...".

Prieto Iglesias ha vivido "hasta prácticamente el último partido con mucha normalidad, porque te metes en la rutina de la competición, de entrenar, de viajar, de ir al VAR, volver a arbitrar... entras en esa rueda competitiva que tenemos los árbitros, que es lo normal durante los últimos años. Cuando se acercaba la fecha sí que caí que era una realidad que terminaba y sé que voy a echar mucho de menos mi trabajo, pero he tenido el privilegio de saber cuándo iba a ser mi último partido y me ha dado tiempo a disfrutar de este último tramo".

El colegiado desvela el porqué de la elección de El Molinón para despedirse. "El comité tiene la deferencia de dejarnos elegir el partido para retirarnos y cuando vi que El Molinón era una opción no me lo pensé dos veces. Primero, por la relación persona que tenía con Quini, que durante sus años de delegado del Sporting tuve la suerte de que me atendiera. Me trataba como un padre o como un nieto, y eso hizo que tuviéramos una relación muy fuerte y un vínculo emocional muy intenso. Y elegir El Molinón era mi manera de despedirme de esos ratos que pasamos juntos y de intentar devolverle el cariño que me dio. Y luego porque el estadio de El Molinón es un escenario impresionante del fútbol profesional", comenta.

Prieto Iglesias vivió un día "un poco diferente, porque te cuesta dormir un poco más de lo habitual, en el estómago tienes más mariposas que se dice, estás con los compañeros y las conversaciones, aunque intentas normalizarlas, no puedes evitar soltar algún comentario y sí que notaba que era un día diferente. Durante los 90 minutos fue un desarrollo normal, donde yo me noté como un partido cualquiera, y ya sí que se me hizo duro cuando quedaban dos o tres minutos, porque quería mirar a todos lados para grabar imágenes, el olor a hierba tan característico de los campos de fútbol... y ya cuando acabó partido todo el mundo se acercó a nosotros dándonos la enhorabuena y eso fue una explosión emocional donde nos dejamos llevar".

El navarro se quedó en el terreno de juego conforme el estadio se fue vaciando. Para él, "era una manera de aferrarte, quedarte más tiempo y compartirlo con la gente que lo ha vivido y lo ha sufrido conmigo porque es mi profesión, y era mi pequeño agradecimiento hacia ellos, porque he estado muy bien acompañado. Y disfrutando del cariño que me dio el estadio cuando acabó el partido. Fue realmente emocionante".

"He sido muy feliz. Me lo he pasado muy bien. Creo que he sabido entender que el éxito no está en la meta en sí, es decir, a pesar de que todos queremos llegar lo más arriba posible, estar los mayores años en la élite, pitar los mejores partidos..., he entendido que lo importante es el camino, cómo lo vas recorriendo, con quién lo vas compartiendo y cómo lo vas disfrutando", desgrana un Eduardo que rememora sus inicios a cuando "jugaba en Amigó y en Lagunak y ahí ya me llamaba la atención la figura del árbitro. En los partidos amistosos, tendría 12-13 años, los arbitraba. Eso me hizo colegiarme, hacer el curso oficial y fue empezar, sin presión, a probar para ver cómo me sentía".

A pesar de las vivencias que le ha dado el arbitraje, Prieto Iglesias le ha dado a la profesión "los mejores años de mi vida: la juventud, la adolescencia, la madurez... y eso se lo dedicas a base de esfuerzo, disciplina, cuidarte mucho, estar mucho fuera de casa, sacrificios... es un peaje que pagas con gusto, porque merece la pena".

El navarro finaliza reconociendo que le gustaría seguir ligado al arbitraje, "porque es donde he sido muy feliz. Puede haber posibilidades de desempeñar otras labores, el VAR podría ser una opción, y, por otro lado, si durante 25 años he podido desarrollarme es porque ha habido muchas personas que nos han aconsejado, formado y acompañado y tengo el deber moral de devolverle al arbitraje todo lo que he recibido".