Hace ya casi 14 años que el paro no desciende en Navarra de las 30.000 personas. Un umbral muy elevado, que se traduce en una tasa de desempleo cercana al 10% y que, a diferencia de lo que sucede en otros países e incluso territorios próximos, se resiste a romperse. Y todo ello a pesar del más que aceptable ritmo de creación de empleo, con 11.265 ocupados más que en abril de 2019, cuando casi todo lo que ha sucedido desde entonces resultaba inimaginable.

El resultado es que Navarra ha pasado de ser la comunidad con menor índice de desempleo a descolgarse hasta la cuarta posición, sin apenas ventaja además respecto a los siguientes territorios. Pero, más allá de los rankings, ?el dato revela una realidad que los técnicos del Servicio Navarro de Empleo conocen bien. "La lectura del desempleo sigue teniendo nombre de mujer, de inmigrante, y de baja cualificación", señala el último informe sobre la evolución del empleo, correspondiente al mes de abril. El pasado mes había en Navarra 19.788 mujeres desempleadas frente 13.638 hombres.

Esta diferencia se percibe además en todas las franjas de edad, excepto entre los 16 y los 19 años, donde el número de chicos en paro (579) supera en 200 al de las mujeres, que abandonan menos los estudios y se forman durante más tiempo. La distribución del desempleo se equilibra en la siguiente cohorte (20-24) y se desequilibra de nuevo a partir de los 25 años. Entre los treinteañeros, el número de mujeres desempleadas (4.262) duplica al de los varones (2.290): es el tramo de edad, coincidente asimismo con el periodo vital en el que más personas tienen hijos, con mayores diferencias por sexo.

Esta brecha de empleo, con derivadas en los salarios y finalmente en las pensiones -menos años cotizando se traducen en una prestación inferior- no resulta sencilla de corregir. Especialmente cuando va a asociada a un desajuste creciente entre la formación y las capacidades que reclaman las empresas. "La baja cualificación es una variable sobre la que se puede actuar", explican desde el Servicio Navarro de Empleo, quien reclama "un esfuerzo pedagógico para convencer a estas personas de lo sustancial que será la formación".

El diagnóstico

El mapa y el territorio reflejan la misma realidad. Buena parte de las localidades con mayor volumen de población de origen inmigrante presentan también los índices de desempleo más elevados. Cárcar, Lodosa, Sartaguda, Castejón, Carcastillo, Sesma y Corella superan con cierta holgura el 13% de desempleo, una situación en la que también se encuentran Alsasua, Aoiz e incluso Berriozar. Los números muestran también que capas muy concretas de la población padecen esta realidad de forma mucho más acuciante. El 72% de los desempleados no tiene estudios o ha completado solo la enseñanza básica y cerca de un 38% (12.481 personas) acumula ya más de un año sin trabajar.

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Las oportunidades

Localizado el problema, la llegada de fondos europeos abre opciones para girar el rumbo de este trasatlántico que es el mercado de trabajo. "El modelo económico actual se está demostrando insostenible en el tiempo y su adecuación a los nuevos retos de sostenibilidad empieza a ser urgente", explica el SNE en su último diagnóstico. En él, recuerda asimismo que la tensión entre "perdedores" y "ganadores" está provocando el crecimiento de esa figura indeseable del "trabajador pobre", que conduce "a una fuerte tensión social que habría que reconducir".

La persistencia del desempleo en un territorio rico como Navarra muestra además que las viejas recetas ya no alcanzan. Que el origen sigue condicionando, que el sector privado requiere cada vez en mayor medida perfiles profesionales especializados y que una intervención decidida en realidades comcretas resulta imprescindible para acercar a Navarra los niveles de empleo de otros territorios.

"El papel que puede jugar la Administración se percibe vital, Mariana Mazzucato así nos lo recuerda en su libro El Valor de las Cosas "La política no solo consiste en "intervenir". Se trata también de conformar un futuro distinto: cocreando mercados y valor, no solo "arreglando" los mercados o redistribuyendo el valor. Se deben asumir riesgos, no solo desarriesgar. Y su fin no debe ser procurar una competencia justa, sino dirigirla hacia la clase de economía que queremos", explica el informe, quien recuerda que es crucial que estos recursos "se pongan lo antes posible en funcionamiento". y que "el impulso y empuje que se ha dado en la reparación de los daños debe trasladarse con la misma intensidad a los procesos de producción de oportunidades". Mientras algunas actividades industriales pueden perder peso en el empleo total por los procesos de digitalización y robotización, servicios vinculados a las personas, el territorio y el medio ambiente están llamados a ensanchar su base de ocupados.