Uno de cada cuatro empleos creados en Navarra durante el año pasado se ubicó en la industria, que supera ya con claridad los niveles de ocupación previos a la pandemia y que presenta, además, uno de los perfiles más dinámicos del país. Las manufacturas generaron unos 1.200 puestos de trabajo, a un ritmo del 2,1%, confirmando una recuperación ya apuntada en 2021 y que se basa, en buena medida, en la actividad agroalimentaria de la zona sur de la comunidad. 

Su comportamiento, unido a la recuperación de hoteles, bares y restaurantes y a la demanda creciente de servicios educativos ha resultado clave para que, en 2022, se haya mantenido la creación de unos 4.500 nuevos puestos de trabajo. Estas tres actividades concentran por sí mismas cerca del 60% del empleo creado en el último año, un periodo asimismo de notable crecimiento del sector público, cuyas dimensiones siguen ensanchándose sostenidas por una recaudación fiscal récord. 

Durante el año pasado, solo dos actividades (la banca y los servicios administrativos y auxiliares) destruyeron empleo. Las tecnologías de la información, primero, y a, partir de ahora, la inteligencia artificial se disponen a transformar tanto el perfil e los nuevos contratados como el volumen total de empleo en estas actividades. Nadie como la banca se ha especializado en ganar más con menos. 

La actividad fabril mantiene así su peso en la Comunidad Foral, donde la industria supone casi una cuarta parte del empleo total y cerca de un 30% del valor añadido. Automoción, con cerca de 12.000 puestos de trabajo directos y agroalimentación, con más de 15.000, conforman junto al metal las dos grandes actividades industriales tradicionales de Navarra. Y ambas se ha sumado en las dos últimas décadas un sector farmacéutico y de renovables menos intensivo en mano de obra, pero de gran valor añadido. Todo ello permite sumar unos números que se cuentan entre los más elevados de las comunidades y que suponen un cierto colchón de seguridad en momentos de dificultad. En parte por ello, la economía navarra suele comportarse mejor durante las crisis, si bien carece de cierto dinamismo en los momentos de recuperación. 

Algo así se percibe en los números de 2022, un año que, pese al tropiezo de diciembre, ha llevado los niveles de ocupación y afiliación a la Seguridad Social a niveles récord, con la industria rozando a cierre de diciembre los 69.000 cotizantes tras haber rebasado la barrera de los 70.000 durante el otoño. En conjunto Navarra roza los 300.000 afiliados a la Seguridad Social, casi 10.000 más ya que antes de la pandemia. 

El confinamiento de 2020 y la lenta reapertura de 2021 apenas han modificado la composición del empleo en Navarra. Pero han añadido matices. La hostelería, el más golpeado por las restricciones, se encuentra en niveles muy similares a los de 2019 (apenas un 2,5% menos que entonces); la construcción ha proseguido la recuperación iniciada en 2015; la banca y los seguros continúan automatizando procesos y reduciendo personal y varias actividades muy ligadas a las personas (salud, cuidados, educación y sector público en general) concentran casi el 60% del empleo que ha generado Navarra en los últimos tres años. No parece además que, tras la vuelta a la normalidad, las actividades sanitarias vayan a regresar a los niveles de 2019. Al contrario, una ciudadanía cada vez más envejecida precisa de un mayor volumen de personas que la atienda

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Ganan peso, por tanto, los servicios destinados a las personas. Pero también, y eso es una muy buena noticia, las actividades con mayor valor añadido, las científicas y técnicas. A cierre de diciembre, la Seguridad Social contabilizaba 15.159 afiliados en esta área, que suponen un 5,3% del total, un porcentaje todavía relativamente bajo: un punto por debajo de la CAV y cinco puntos menos que en Madrid, las dos economías más pujantes de España. En los últimos tres años Navarra ha creado unos 1.300 empleos en estas actividades, un avance próximo al 9% que puede parecer elevado, pero que queda por debajo de la media estatal. Otros corren más en la carrera por el talento y Granada, Málaga. Sevilla o Valencia presentan avances superiores al 12% en este tiempo, un ejemplo de el dinamismo económico de estas ciudades. 

El comercio, un buen termómetro de la salud económica y de la profundidad del mercado de un territorio, también ha recuperado el volumen de empleo de 2019. Su crecimiento, sin embargo, es inferior a la media española (0,2% frente a 0,7%), un patrón que se repite en buena parte del noroeste de la península, envejecida y sin apenas crecimiento poblacional. Sin llegar al decaimiento de Asturias, Cantabria Castilla y León, Galicia o la propia Comunidad Autónoma Vasca, el empleo comercial de Navarra crece, pero a un ritmo tan lento que solo puede ser interpretado como una señal de alerta.