Aunque el destino no dejó de ser llamativo por el cambio de aires de un jugador esencialmente ligado a un club -356 partidos a sus espaldas- y la apuesta personal tuvo su parte de exótica -cada vez menos en este fútbol global-, Oier ya ha notado que por ahora no se ha equivocado en su marcha al AEK Larnaca. El paso al fútbol chipriota le ha permitido al histórico ex capitán de Osasuna alcanzar cotas importantes cuando su carrera parecía que tocaba a su fin.

El centrocampista de Estella disputó una previa de la Liga de Campeones que no prosperó y, metido ahora en la competición continental que le corresponde, la Liga Europa, está disfrutando de su debut en Europa. El primer partido de la antigua Copa de la UEFA, frente al Rennes, le hizo a Oier convertirse en el goleador de su equipo en el torneo. El centrocampista estuvo atento en una jugada mal resuelta en defensa por el equipo francés, que terminó en un centro que supo aprovechar de cabeza en el segundo poste.

Oier, 36 años, parece que encara una segunda juventud llena de alicientes en su nuevo destino. Después de haber vivido un año muy difícil en Osasuna para un futbolista de su estatus -participó en 25 encuentros de Liga, pero solo en ocho de ellos fue titular-, tampoco vislumbraba un futuro claro e, incluso, la posibilidad de la retirada estuvo también sobre la mesa.

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Terminada la Liga en mayo, el 10 de junio el AEK Larnaca anunció un acuerdo con el exrojillo por una temporada con opción a otra más. Oier es uno de los fijos de José Luis Oltra, el técnico del equipo chipriota, y sigue operando como un centrocampista intenso, que se sabe el oficio y que, como el jueves ante el Rennes, es capaz de emerger para adquirir su protagonismo. Por ahora, le va poniendo la guinda a su nueva etapa fuera de Osasuna y se está convirtiendo en una buena referencia para los que están obligados a buscarse la vida en otra parte. Por el momento, tras el partido de Liga regular de este fin de semana ante el Nea Salamina, el jueves próximo toca volver a Europa para jugar contra el Dinamo de Kiev. A saborear el postre.