le gusta trabajar en experiencias muy personales. La fotógrafa y directora navarra ha contado a través de Los caballos mueren al amanecer la historia de tres hermanos, los García. Con esta película intenta imaginar quiénes fueron Antonio, Rosita y Juanito, hermanos que vivieron en una casa abandonada de Vallcarca y de quienes la cineasta sintió "una presencia muy fuerte a través de los objetos que quedaron allá después de que murieran". El título de la película hace referencia a uno de los relatos que encontró entre los materiales de Antonio, que se titula del mismo modo y cuenta sus recuerdos de un bombardeo que vivió en Barcelona. Antes de haberse metido en esta película ya había realizado otra mucho más cercana, Enero, en la que plasmaba las conversaciones que tuvo con sus abuelas. Una de ellas murió antes de que acabara la película y la otra comenzó un proceso de demencia. Ione quería recoger los momentos de lucidez en el final de sus vidas. Ambos trabajos tienen un elemento común latente: la muerte.

Hablemos, para empezar, de Los caballos mueren al amanecer

Es una película de no ficción, un documental, en el que cuento lo que sentí cuando entré a vivir en la casa de los difuntos hermanos García. Me encontré todas sus cosas, todo lo que habían dejado antes de morir. La película cuenta cómo voy descubriendo e imaginándome quiénes fueron estas personas a través de lo que de ellos encontré en la casa. Entré a vivir en esa casa con un amigo y estaba tal cual como quedó cuando murió Rosita, la última de ellos en fallecer. Sentí la presencia de esta familia de una forma muy fuerte a través de los objetos que había en aquellos lugares que ellos habían habitado.

¿Una película intimista?

No sé si podría calificarla de esa forma. Mi trabajo parte de documentar experiencias y hechos que suceden a mi alrededor, y por ahora siempre he utilizado la primera persona a la hora de narrar mis historias.

Es una fórmula arriesgada, ¿no le parece? Hay mucha implicación personal...

Es la manera que he encontrado para contar mis historias o de colocarme en ellas, de situarme. Es un método que he utilizado en fotografía y también en algún libro.

¿Quiénes son para usted los hermanos García y cómo llegó a su casa?

Era una familia de artistas. Antonio, el mayor, era un dibujante de cómics de aventuras y su hermana Rosita, la mediana, fue pianista y cantante de ópera. Tenían un hermano pequeño, Juanito, con el que convivían. Ellos crearon un mundo de ficción y de aventuras en su casa.

¿Cómo estaba cuando usted llegó a ella?

Pues parecía que sus habitantes se hubieran ido a la compra y pensaran volver. Parecía que había mucha vida dentro. Desde el principio vi que había una película en aquel ambiente. Había fotos, dibujos y objetos que te hacían pensar que todo iba a cobrar vida de nuevo.

Su primer largometraje documental se acerca mucho a usted, Enero

Como he dicho, mis historias beben de mis experiencias más cercanas. Las dos películas tienen una relación muy directa a través del tema del legado, y también un detonante común, la muerte. En Enero las protagonistas son mis abuelas, personas muy cercanas. Son dos mujeres a las que conocía, y a las que a través de las conversaciones que aparecieron en cámara llegué a conocer más todavía.

¿Es fácil convertir a alguien de la familia, en este caso sus abuelas, en personajes de película?

No lo sé, pero sí es cierto que he creado unos personajes, a pesar de ser unas mujeres que he conocido desde que nací. Me he servido de ellas para reflexionar sobre ciertos temas.

¿Qué le llevó a plasmar estas conversaciones con sus abuelas en un documental?

Ya llevaba tiempo teniendo con mis abuelas el tipo de conversaciones que aparecen en la peli. A veces las teníamos mientras cocinábamos o mientras paseábamos. Indagaba con ellas sobre su pasado, sobre historias del pueblo, de Galicia, y a través de sus relatos iba conociendo la historia más reciente. Me pareció que estas charlas tenían algo de interesante, de transmisión, así que decidí recoger estos relatos con mi cámara.

¿Tenía un hilo conductor?

No. Al principio, empecé a grabar sin saber muy bien qué es lo que buscaba, pero poco a poco me di cuenta de que me interesaba ese momento presente que estaban viviendo ellas. Era el final de sus vidas y yo lo sentía como de una lucidez especial. Me apeteció trabajar y profundizar sobre esos instantes.

¿Se parecían entre sí sus abuelas?

Empecé trabajando el contraste. Era algo que me atraía mucho de ellas. La verdad es que eran dos personas muy diferentes, dos vidas muy distintas, pero también tenían algunos puntos en común.

¿Y qué pesaron más en la película, los puntos en común o las diferencias?

Me centré más en lo que tenían en común, aunque Enero juega mucho con los contrastes.

¿Por qué siempre ronda la muerte?

No lo sé, la verdad, pero es un asunto que siempre me ha llamado la atención. Me interesa y es un tema muy grande. La muerte es lo que muchas veces no queremos mirar, es lo que no nos gusta, es algo de lo que€

¿Huimos?

Sí. Es un tema difícil, complejo y que solemos apartar de nuestro camino. Quizá por eso es algo de lo que me apetece hablar, afrontarlo y mirarlo de cara. Es un trabajo de aceptación y de pensar sobre ese final al que no queremos mirar.

Empezó en el mundo de la imagen a través de la fotografía.

Sí, empecé Bellas Artes, aunque la fotografía siempre me había interesado mucho. Incluso de niña tenía el impulso de documentar todo y de pensar a través de las imágenes. Después de terminar la carrera seguí un tiempo trabajando con la fotografía, pero llegó un momento en el que me puse a pensar sobre el cine y decidí meterme en de ese mundo y experimentar con él. En ambas disciplinas siempre me ha interesado el trabajo documental.

¿Y cuál es la que más le atrae a día de hoy?

Las dos. Me dejo llevar por lo que surge y por la forma en la que me apetece contar una historia. Cuando empecé a trabajar en ambas películas yo iniciaba los estudios de cine, y hacer estos dos documentales fue la manera que encontré para buscar mis referentes en el cine. Ahora tengo ganas de volver a la fotografía y hacer algo con las fotos que he ido sacando en este tiempo, aunque seguro que también voy a seguir haciendo pelis.

¿Es difícil mantenerse económicamente en el mundo del cine y la fotografía?

La verdad es que sí, pero de momento voy a seguir apostando por esta vida. En 2017 decidimos mi hermana Marina Lameiro [el apellido de Ione Atenea], Garazi Erburu [también documentalista] y yo crear una productora para sacar nuestros proyectos adelante y ayudar a otras mujeres. Las cosas nos van saliendo, aunque nos llevan mucho trabajo y esfuerzo. Espero que podamos seguir haciendo lo mismo que ahora.

Con Enero

Y fue un buen comienzo para mí, sobre todo porque era mi primera película. Un premio es algo que te anima mucho y que te hace ver que, en medio de las dudas, tenías algo de razón para haber creado una historia.

¿Qué supuso inaugurar el reciente Festival Punto de Vista en Pamplona?

Estar en casa, sentirte arropada, pero también cierta presión. Estar allí siempre es sentirte viva y con ganas de hacer más cosas. El año pasado también estuve con Enero.

¿Tiene nuevos proyectos?

Más que proyectos tengo algunas ideas, pero está todo en fase muy inicial, por eso es mejor no contar nada por el momento. Son ideas que aún tienen que desarrollarse mucho.

¿Dónde está su lugar de asiento: Pamplona, Barcelona o Madrid?

De momento en Barcelona. Ahora mismo estoy en esta ciudad, aunque trabajo mucho en Pamplona. Mi vida va un poco de acá para allá, y mi trabajo también.

¿No le interesa el cine de ficción?

Me interesa mucho, pero de momento no me veo haciéndolo. A la hora de contar historias me muevo mucho por el deseo. Mis proyectos nacen de un impulso, y ese impulso hasta ahora ha sido el documentar, pero no descarto el hacer ficción.

¿Vieron sus abuelas Enero

Una de ellas falleció durante el rodaje. La otra sí, pero ya era muy mayor y estaba comenzando un proceso de demencia cuando terminé la película. Lo que yo quería era captar ese momento de lucidez que ambas tenían cuando comencé, quizá por eso empecé a grabar sin saber qué es lo que buscaba. Con dos protagonistas tan mayores sabía que el tiempo corría en mi contra. Pillé el momento final de una de mis abuelas.

¿Eran conscientes de que estaban siendo grabadas? ¿No se cortaban ante las cámaras?

Al principio creo que no lo entendían muy bien, pero enseguida me dijeron que sí. Es que era su nieta y es posible que a cualquier cosa que quisiera hacer me dirían que sí. Ellas estaban acostumbradas a que tanto mi hermana como yo estuviéramos con la cámara por ahí. Cuando dijeron que sí, empecé a visitarlas con la cámara y lo que grabé fue nuestra relación, pero la cámara dejó de sentirse enseguida. No era un equipo de rodaje, era yo y ocurría lo mismo de siempre, aunque hubiera una cámara por medio.

¿Ha sentido el vértigo de pasar de la fotografía al cine?

Lo que para mí fue un punto y aparte, y que marcaba las diferencias fue el tiempo, la duración. La fotografía es un fragmento de un segundo; en cambio, en el cine es muy importante la duración de los planos. Me costó un tiempo entenderlo, pero lo comprendí todo cuando fui a montar el material que había grabado. Pienso que la fotografía y su carácter fragmentario me influye mucho al hacer mis piezas audiovisuales.

¿Es usted una amante del cine?

Me encanta, aunque no me considero una experta cinéfila, pero tengo cuentas pendientes con el cine, millones de películas por ver. Hacer cine me parece una forma de pensar el mundo. Tanto hacerlo como verlo me parece algo muy interesante y una forma de vida.

Atenea ha rodado dos películas documentales con las que ha logrado una amplia repercusión.

PERSONAL

Edad: 37 años.

Lugar de nacimiento: Pamplona.

Formación: Estudió Bellas Artes.

Trayectoria: Tras terminar la carrera trabajó como fotógrafa, una disciplina por la que ha sentido fascinación desde niña. Sus trabajos se han exhibido en lugares como Ciudadela Pamplona, Centro Huarte de Arte Contemporáneo, Cámara Oscura, Espacio 55, Skala (Polonia) y Matadero (Bolivia), entre otros. En 2017 creó junto a su hermana y Garazi Erburu una productora para dar salida a las ideas de las tres y ayudar a otras mujeres. Es autora de dos película documentales, Enero, que ganó el premio del público del Festival de Cine de Gijón, y Los caballos mueren al amanecer, con la que inauguró el último Festival Punto de Vista de Navarra.