Su presente está en Riad, a donde ha ido a jugar tras rescindir su contrato con el Manchester United y fichar por el Al-Nassr, pero Cristiano Ronaldo piensa en las vacaciones y en su futuro (más o menos próximo) cuando deje el fútbol. Mientras vive en un lujo hotel en la capital de Arabia Saudí, el portugués prepara la mansión que se compró en su país, en Quinta da Marinha (Cascais). Una casa de lujo que lo tiene todo…, menos una cosa que preocupa al jugador.

Cristiano no consigue encontrar un chef para su mansión. Y eso que ofrece unos 5.200 euros al mes (62.000 al año), aunque las exigencias que pone hacen que muchos no estén capacitados y que otros no quieran. El delantero se gastó un dineral para tener una cocina profesional y quiere que el cocinero que la maneje sea interno, viva en la propia casa junto al resto del servicio doméstico.

 Además de eso, debe saber cocinar a la perfección la comida preferida del futbolista, Georgina y sus hijos. Así, debe combinar los platos tradicionales portugueses con el sushi y la pizza, que vuelve loco a Cristiano.

Es el fleco que le falta a una casa en la que el portugués se ha gastado 32 millones de euros y que va a contar con todas las comodidades que puede querer una superestrella del fútbol, como un enorme jardín, piscina exterior e interior, gimnasio, sala de masajes y un garaje en el que pueda guardar sus 20 coches, entre ellos el Rolls Royce de más de 300.000 euros que Georgina le regaló en Navidad.