¿Uruguay o Brasil? Dos países latinoamericanos de amplia tradición futbolera se disputan su origen en los años 30 del siglo XX. La pequeña nación de Eduardo Galeano y Luis Suárez frente al gigante que inventó la bossa nova y se divierte con las filigranas de Neymar. Los uruguayos aseguran que ellos estaban primero, tras el subidón que les supuso vencer en la Copa del Mundo de 1930 a su eterno rival y hermano mayor, Argentina. En Brasil sostienen que surgió espontáneamente en sus playas y calles y, ya después, por medio de la Asociación Cristiana de Mozos (ACM) de São Paulo. 

La revista Futebol insiste en que no deberían existir dudas sobre su lugar de nacimiento: “Este juego brasileño nace jugando la pelota en la playa, en los descampados o jugando al fútbol, que en una natural transformación pasa a ser futbol sala”. La realidad es que la primera federación oficial se creó en Brasil en 1955: La Federación Paulista de Fútbol Sala. En Uruguay se oficializó diez años después, en 1965. Y allí, según cuentan, se habían dado a conocer las principales líneas maestras del incipiente deporte. 

El balón de fútbol sala es distinto del de fútbol y cuenta con un 30% menos de rebote. Pexels

Las reglas de Ceriani

Fue un profesor de Montevideo, Juan Carlos Ceriani, quien introdujo las nociones más básicas. Sobre un campo pequeño y duro adaptó varias características específicas de otros deportes cercanos. El fútbol es la base, obvio. Del baloncesto se fijó en el número de jugadores, cinco por cada equipo, y en el tiempo de juego de 40 minutos. El tamaño de las porterías, así como las medidas de la cancha las tomó prestadas del balonmano. El balón debía ser pequeño y no podía rebotar tanto como en el fútbol 11. El waterpolo también formaba parte de la ecuación, otra fuente de inspiración del que se nutrió el profesor Ceriani. 

“He jugado a fútbol sala hasta cumplir los 65 años que me rompí la cadera y me retiré”

Celestino Gutiérrez - Jubilado

En Brasil, las reglas presentaban algunas modificaciones. La variante más importante tenía que ver con el número de jugadores, seis por equipo, en lugar de los quintetos heredados del ‘basket’ por sus vecinos uruguayos y que han perdurado hasta el día de hoy. Con la denominación también hay cierta confusión. Empezó llamándose fútbol de salón o con el enrevesado nombre de ‘deporte de la bola pesada’. La FIFA se refiere a él como futsal. Entre nosotros se le conoce como fútbol sala o por su variante más informal y callejero, futbito.

En este lado del charco

Al continente europeo llegó bastante tarde. Y tardó en cuajar. Uno de los primeros en medir su grado de popularidad en estas latitudes fue el periodista deportivo Alfredo Relaño (Madrid, 71 años), en un artículo publicado en El País el 24 de julio de 1977. El antiguo director del periódico AS subrayaba el “dinamismo” de un deporte que “tiene desde hace tiempo importancia en Sudamérica” y que empezó a cobrar protagonismo durante los años de la Transición española.

El fútbol sala es un deporte muy dinámico. Pexels

“No sólo ofrece grandes posibilidades para el aprendizaje, en la infancia, de la técnica del fútbol ‘grande’, sino que constituye, por sí mismo, un deporte interesante”, explicaba Relaño. “El futbito resulta un deporte dinámico y duro. Son constantes los sprint cortos; se exige un elevado nivel de técnica en el regate, el pase y el control de balón; el juego de cabeza pierde importancia, pues casi nunca se eleva el balón, y se precisa una gran potencia de tiro”, resumía. 

“Yo he jugado a fútbol sala como portero, pero mi suegro tenía más fondo que yo”

Aitor Sologestoa - Pensionista

Otro periodista, Alejandro Alcázar, especializado en fútbol sala, asegura que aterrizó en Madrid en los años 70 de la mano del chileno Eduardo Tapia, “conocedor de su reglamento y su problemática, y bien informado de que en Sudamérica contaba ya con muchos adeptos”. Medio siglo después, este deporte de nombre cambiante cuenta con dos potencias inexpugnables: Brasil y España. Se celebran campeonatos nacionales (ligas), el Campeonato Mundial de la FIFA (solo en categoría masculina) y el Campeonato Europeo.

En su versión actual, se juega entre dos equipos de cinco jugadores, incluyendo al portero. La pelota es más pequeña y pesada que el balón de fútbol, lo que requiere una gran técnica y habilidad en su manejo. Las reducidas medidas del campo (entre 25 y 42 metros de largo y una anchura de 15 a 25 metros máximo) contribuyen a su vistosidad y la necesidad de precisión de los jugadores.

Las zapatillas de fútbol sala no llevan tacos. Pexels

Reino culé 

El equipo de fútbol sala del FC Barcelona levantó la UEFA Futsal Champions League en abril de 2022 y se convirtió en el club que más veces se ha proclamado campeón de Europa desde 2010. No siempre ha sido así. El combinado azulgrana era semiprofesional hace apenas 20-25 años. Entonces, las gradas del pabellón estaban semivacías, Europa parecía un destino inalcanzable. Quedaba muy lejos aquel Dream Team de Johan Cruyff con el que se había articulado el equipo de fútbol sala en la segunda mitad de los 90. Pero ahora ellos son la referencia, un espejo admirable en el que se mira el resto del continente.

En verano, la selección española de fútbol sala femenino venció en la tanda de penaltis a Portugal en la final de la Eurocopa. El cuadro entrenado por Claudia Pons frustró en el duelo decisivo a la selección anfitriona. Obtuvo así su segunda corona seguida, demostrando un magnífico rendimiento que no tiene comparación en Europa. También es el equipo a seguir, el gran dominador de esta era.

Golpe en la mesa

Hace mucho tiempo que el fútbol dejó de ser un deporte de hombres, pero hay cosas que no cambian. La desigualdad también está a la orden del día en esta modalidad deportiva. Entre otras muchas cosas, las futbolistas reclaman un mundial femenino a la FIFA que no acaba de llegar. La Asociación de Jugadoras de Fútbol Sala Femenino (AJFS), surgida en 2010, se ha puesto las pilas para empezar a revertir la brecha entre hombres y mujeres y denunciar la discriminación a la que se ven sometidas. 

La portería de fútbol sala también es más pequeña. Pexels

Están cansadas de las promesas incumplidas por los dueños del fútbol. Su actividad en redes sociales, en especial en Instagram, ha sido muy intensa en los últimos meses. En uno de sus reivindicativos mensajes, la AJFS, presidida por Natalia Orive, decía lo siguiente: “1, 2, 3, 4, 5… Actualmente, el fútbol sala masculino ha disputado nueve Copas del Mundo. En total se han hecho más de 2.500 goles. En fútbol sala femenino aún no se ha hecho ningún gol en la Copa del Mundo”. El pasado 31 de octubre dieron un golpe en la mesa a través de un comunicado: “Porque si no nos quisieron escuchar, ahora nos tendrán que ver”, clamaban. 

“A mí lo que más me gusta es el ‘running’ y este nuevo año me he propuesto retomarlo”

Edurne Gutiérrez - Comercio

“Desde el 2015 la Asociación de Jugadoras de Fútbol Sala ha denunciado la inexistencia de una Copa del Mundo de Fútbol Sala Femenino. Desde ese año nos hemos reunido en varias ocasiones con los responsables de la disciplina dentro de FIFA, quienes han prometido en cada uno de los encuentros la realización de un mundial. Hemos decidido romper la confidencialidad de las reuniones, ya que ninguna de las promesas se ha llevado a cabo”, denunciaron las deportistas pasando claramente al ataque.

Futbito a partir de los 50: Nunca es tarde

Un señor bosnio de 88 años llamado Ibrahim Kalesic es oficialmente el paracaidista en activo más veterano de Europa. Lleva saltando desde las alturas 70 años. Kalesic dice que quiere continuar otros diez años más para hacer historia y batir el récord Guinness. El hombre no tiene secretos en lo que hace: confía en su paracaídas, mira que todo está en orden, vuelve a revisar, se lanza al vacío. La edad no es un obstáculo para un deporte de riesgo como el paracaidismo.


Una práctica aparentemente más inofensiva como el fútbol sala no debería suponer mayor problema para la gente adulta. Es cierto que tiene fama de ser poco aconsejable a partir de los 40 años: las articulaciones sufren mucho con los cambios de ritmo, se juega sobre una superficie dura y los movimientos pueden ser extremadamente bruscos. No es la primera disciplina deportiva que recomiendan los traumatólogos y fisioterapeutas. Se cobran bastantes lesiones y el riesgo aumenta con el paso del tiempo.


Hay que tomar algunas precauciones, las justas y necesarias. Calentar bien antes de salir a la pista para preparar el cuerpo a un intenso ejercicio, realizar estiramientos antes y después de los partidos, jugar relajado, rebajando varios puntos el gen competitivo. Poco más. El enemigo no puede ser la edad ni la capacidad de lograr ciertas cosas. En la vida -y por lo tanto, también en el deporte- la edad no es un impedimento, como demuestra el caso de Ibrahim. A la larga, algunas cosas pueden costar un poco más, pero pesan más la desidia, los hábitos, los límites y miedos impuestos desde el exterior. 


El futbol sala se asocia más a edades infantiles, también es verdad. Quizás por ser la puerta de entrada al fútbol 11 o por el “dinamismo” al que se refería Relaño en su artículo de los años 70. En la web futbito.com tienen en cuenta algunas cuestiones específicas del fútbol sala para terminar coincidiendo, en líneas generales, con la visión del periodista: “Por sus características (cancha pequeña y generalmente en interiores), es un deporte que se adapta muy bien para su práctica en los centros escolares incluso cuando las condiciones meteorológicas son adversas”.


“En especial”, subrayan en esta página, “es apropiado para niños, ya que el fútbol sala es más dinámico y permite más contacto con el balón que el fútbol, además de requerir un menor esfuerzo físico por parte de los más pequeños”. Al mismo tiempo, el fútbol sala es un deporte especialmente apreciado entre los veteranos, en la franja de edad de los 40 a los 65 años. Muchos de estos jugadores amateur son plenamente conscientes de los riesgos que conlleva la práctica de un deporte tan movido y no se exponen tanto. Para ellos, es un juego. Buscan pasar un buen rato entre amigos.