Si hay una prueba exigente en el atletismo, tanto física como técnicamente, además de las multidisciplinares, como por ejemplo el decatlón, es la carrera de los 110 metros vallas. Esta prueba es exclusivamente masculina, aunque tiene su correspondencia en los 100 metros vallas femenino, y a diferencia de otras carreras, no tiene su origen en el deporte antiguo griego o romano, sino en la era moderna, debido sobre todo al empeño de los ingleses, quienes inspirados en las carreras de caballos las implantaron en el atletismo de competición. Así, los colegios y universidades de Reino Unido dieron impulso a esta disciplina a finales del siglo XIX, específicamente a la prestigiosa Universidad de Oxford, donde se organiza la primera carrera de vallas en 1850 a la distancia de 140 yardas.

En 1864, se establece la distancia en 120 yardas (109,72 metros), mientras que en Francia se le añade a la carrera 28 centímetros entre la última valla y la meta. En los Juegos Olímpicos, debuta en en Atenas en 1896, aunque la distancia que se corre es de 100 metros. El estadounidense Thomas Curtis, con un tiempo de 17,6, ostenta el honor de ser el primer campeón. Cuatro años después, en París, ya se instaura la distancia actual, es decir, los 110 metros con vallas.

Con la distancia actual, esta prueba se realizó por primera vez en 1900, en los juegos de París.

Las carreras femeninas de vallas tardaron mucho más tiempo en llegar al calendario deportivo y no fue hasta Múnich 1972 cuando se incorporaron los 100 metros vallas. Esos registros de principios del siglo XX han quedado pulverizados en la actualidad y el récord del mundo de la prueba femenina es hoy en día de 12,20 segundos por Kendra Harrison en el Campeonato Mundial de Atletismo de 2016, frente a los 12,80 segundos del estadounidense Aries Merritt en el Memorial Van Damme de 2016 en Bruselas. Una diferencia a favor de las féminas que se explica por esos diez metros de más que tiene la competición masculina. 

En los 110 metros vallas, el primer obstáculo se sitúa a 13,72 metros de la salida. El intervalo entre valla y valla dentro del circuito es de 9,14 metros y la distancia entre la valla final y la meta es de 14 metros en este caso. La valla en esta prueba tiene una altura de 1,06 metros por 1,10 de largo.

Prueba diferencial

Esta prueba es diferencial y específica porque además de la alta velocidad, el atleta debe encarar los obstáculos con anticipación y no salirse de su calle. Sus practicantes suelen ser de estatura relativamente elevada y cuentan con un compendio de cualidades entre las que destacan velocidad, potencia, coordinación, flexibilidad y explosividad. En definitiva, ser casi un atleta completo. Un buen corredor de vallas puede ser apto para cualquier otra disciplina atlética. Por eso, no es de extrañar que muchos atletas de alto nivel utilicen esta prueba en sus entrenamientos de otras carreras o saltos.

La prueba de 110 metros se desarrolla a una velocidad cercana a la máxima que alcanza el hombre, ya que sólo los obstáculos la limitan en su máxima y pura expresión, que son los 100 metros lisos, la prueba reina de la velocidad. 

Consiste en una difícil mezcla de velocidad, coordinación, flexibilidad y explosividad.

Una buena técnica de acercamiento y acometida de la valla es imprescindible para lograr el éxito. El estándar de una prueba de alto nivel competitivo supone que el atleta dé 8 pasos desde la salida a la primera valla, 3 pasos entre cada valla y finalice con otras 8 ó 9 zancadas desde el paso de la última valla a la línea de meta. Por ello, para triunfar en esta prueba, es fundamental un dominio total del ritmo de carrera, una eficaz coordinación de movimientos de pies y brazos y una descomunal potencia para salvar las vallas a alta velocidad.

Porque no se trata de correr velozmente y saltar las vallas. La técnica adecuada es imprescindible para lograr buenas marcas y subir al podio. Lanzar la primera pierna casi en horizontal y colocar las caderas por encima de la valla es primordial para lograr equilibrio y ritmo durante toda la carrera. Si te animas a practicar esta compleja pero apasionante disciplina seguro que tienes cerca un club de atletismo o una federación que te aconsejará lo mejor para ti y para que progreses en esta práctica deportiva.

Asier Martínez, la sencillez de una estrella

Si hay una estrella rutilante en el panorama estatal, y ya también mundial, de la especialidad de 110 metros vallas, es el navarro Asier Martínez. Sencillo, amigo de sus amigos, humilde y comprometido, es fiel a su entrenador de siempre, François Beoringyan. Estudiante de Ciencias Políticas en la UPV/EHU, en Leioa, vive en Zizur Mayor, cumplirá 23 años en abril y ya tiene en su poder una medalla de bronce en el Mundial de Atletismo de 2022 (Eugene, EEUU) y otra de oro en el Europeo del mismo año de Munich, con 13,14 segundos, su mejor marca personal. También participó en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, ocupando el sexto lugar. Con una progresión espectacular, sus hazañas no han hecho más que empezar y seguro que nos dará más alegrías en un futuro no muy lejano.