Comunicador falto de tacto y sobrado de soberbia: Después de dejar caer que Ana Obregón utiliza la muerte de su hijo como cebo para la audiencia y que Cristina Pedroche hace lo propio con su embarazo, todavía no tiene la gallardía de reconocer que se le calentó la boca. Qué va, prefiere desviar el tiro, y cuando una justamente dolida Obregón le ha recordado lo obvio, que no todo vale, dice que no se refería a sus rivales en la transmisión de las campanadas sino a los programadores, que juegan con el morbo. Como si usted fuera un recién llegado y jamás hubiera echado mano de esa misma herramienta u otras parecidas, como el maltrato verbal a concursantes e invitados. Claro que parte de la culpa es de quien lleva años riéndole las gracias.