Empecemos por la trama de Lo que dejan ver las sombras

—La novela nos sumerge en la ciudad de La Habana y en Cuba en los años cincuenta. Fulgencio Batista ha protagonizado un golpe de estado; Meyer Lansky controla sus negocios ilegales desde La Habana, con la complicidad del dictador; y los jóvenes de la Universidad Nacional —a los que el pueblo ha bautizado como “Los Rebeldes”— empiezan sus actividades que les llevarán al triunfo unos años más tarde, en 1959. La CIA envía a un analista experimentado para tratar de averiguar lo que sucede. Pero alguien le dispara en las puertas del hotel Nacional. ¿Quiénes han sido y por qué?, se preguntan en Washington. La CIA envía a un jefazo para investigar. De forma simultánea, la que fuera coguionista de la película Casablanca, Joan Alison-que see ncuentra en La Habana para escribir una novela- se reencuentra con Martín Ugarte, el exsacerdote vasco con el que vivió un romance apasionado unos años antes, en Tánger. Vuelven a enamorarse y a desenamorarse, así a lo largo de la novela. Ambos tienen entre treinta y cuarenta años, son inteligentes y hermosos, y tienen personalidad. Vuelve a los personajes de La ciudad de la mentira y Donde los hombres llevaban sombrero.

¿Trilogía o apunta a serie?

—Una cosa es lo que bulle en la cabeza del autor y otra son los designios de los personajes que tienen vida propia; aparecen y desaparecen sin mediar permiso. Es un misterio que no se aclara hasta que el novelista se halla de nuevo ante el ordenador.

¿Por qué nos gusta a los lectores volver a encontrarnos con personajes ya conocidos?

—Seguramente porque los lectores se apropian de la vida de los personajes, para convertirlos en buenos amigos, o en feroces enemigos.

Lo cierto es que su vida ha transcurrido también en ambientes muy literarios y cinematográficos.

—Mi vida está atravesada por la experiencia en diferentes escenarios, países, pensamientos que se elaboran una y otra vez, y mis novelas reflejan lo que he vivido, de una forma u otra. Y la cita de Cèline que abre la novela es esclarecedora: “Todo lo interesante ocurre en las sombras; no cabe duda, no se sabe nada de la historia auténtica de los hombres”. Estas palabras definen mi novela.

¿Cuándo sabe que tiene una historia que le va a dar el suficiente número de páginas para una novela con fundamento?

—No se acaba de saber pero existe un momento en que los personajes gritan: ¡basta!

¿Cómo se consigue mantener el suspense?

—A base de trabajo y borradores archivados, nunca tirados a la papelera. A lo largo de la elaboración de la novela surgen dudas pero no importa. ¿Qué es la vida de los

hombres sin las dudas?

¿Ha sentido la tentación de hacer trampas al lector?

—Prefiero la coherencia de los personajes. Que los lectores lleguen a la última página y digan: sí, este final es coherente con el recorrido que vivieron los personajes.

¿Volverá a escribir sobre la época de la violencia en Euskadi, como hizo en Arresti?

—Sí, estoy trabajando en una novela que se desarrolla en Euskadi entre 1975 y 1977. Viví aquella época con intensidad y creo que tengo unas cuantas cosas que narrar, aunque sea en formato de ficción.