Los herri kirolak han sido la otra gran feria de estos Sanfermines. Entre txarangas, toros, conciertos y bailes había un hueco para uno de los deportes históricos de Navarra. Una tierra que no olvida sus raíces y que, gracias al apoyo del Ayuntamiento y de la gente, las mantiene vivas año tras año. Una fiesta desentendida de sus costumbres y su historia termina siendo prescindible y poco única. Los Sanfermines, desde luego, no lo son.

Las jornadas organizadas por la federación del deporte rural han nutrido los 7 días de innumerables modalidades y estilos. Las distinas pruebas, como sokatira, aizkora o yunque, unido a los equipos masculino, femenino y mixto, han creado un abanico de posibilidades. Además, grandes figuras del deporte como Iker Vicente o los hermanos Barberena han logrado que el deporte haya sido de máximo nivel, y se evidenció con el disfrute de los espectadores. Un público que ha tenido que convivir con un enorme calor, y que aun así, ha cumplido con creces. Conforme pasaron los días, el círculo que rodeaba la plaza se iba quedando desierto, y las escasas sombras de la plaza se fueron llenando. Eso sí, el interés por lo que ocurría en el centro no disminuía.

Jon Telletxea, presidente de la federación y organizador de las jornadas, no duda en hacer una “valoración muy positiva”, y añade que “ha sido un verdadero éxito”. En cuanto a algún posible cambio, declara que “siempre se puede mejorar, pero con los medios que tenemos el formato preparado es adecuado”. Es cierto que la plaza de los Fueros, lugar donde se han llevado a cabo las modalidades, no era la más idónea por el calor, pero “es un lugar referente para los herri kirolak en Sanfermines”.

Aun así, Jon Telletxea no quiere pasar por alto el enorme mérito de todos los asistentes a las jornadas, y es que “se han acercado a ver las distintas actuaciones a pleno sol como unos campeones”. Por lo tanto, desde la organización son todo palabras de agradecimiento para el público. Algo que llevaba sin ocurrir desde hacía dos años, con un parón forzado por la pandemia. “La vuelta tras la pandemia era prácticamente una necesidad para la federación”, afirma Telletxea, que recuerda que “para la federación han sido dos años muy difíciles, porque sin fiestas ha sido muy complicado organizar nuestros eventos”.

La pandemia ha multiplicado las ganas de volver a disfrutar de los herri kirolak, y qué mejor lugar que los Sanfermines. “Están muy aceptados en las fiestas y es casi obligatoria su presencia”, añade. Además, “el deporte rural tiene en las fiestas, en este caso los Sanfermines, su ámbito de actuación”. Dos mundos que se entienden mejor juntos, y que por separado perderían parte de su esencia.

A eso hay que sumarle la importancia que tienen los Sanfermines, lo que los convierte en un escaparate ideal para el deporte. “El seguir manteniendo vivas estas tradiciones, convertidas en un deporte reglamentario, es importantísimo y las fiestas nos dan visibilidad a nivel mundial”, comenta Jon. La dependencia hacia unas fiestas populares como son las de Pamplona es tal, que Telletxea lo tiene claro: “Este es sus sitio y así creo que tiene que seguir siendo. Al final, esto es lo que nos va a asegurar seguir existiendo”.

Telletxea no se olvida de la oportunidad que le ha brindado el Ayuntamiento, el cual, año tras año, ha abierto la posibilidad de que el deporte rural tenga su hueco en el programa de fiestas. Además, añade que “querría agradecer a todo el público que se ha acercado por aguantar un calor de injusticia”. Sus buenas palabras a todo el que ha luchado por hacer posible la celebración de las jornadas son constantes.

La cultura vive de las identidades, de la tradición, de unas costumbres que tienen décadas y siglos de historia. Y si los herri kirolak reúnen todo eso, qué duda cabe de que deben seguir siendo parte del itinerario cultural de los Sanfermines. Más aún cuando se trata de un espacio deportivo, sano y espectacular. Quien haya estado del 8 al 14 de julio en la plaza de los Fueros habrá visto a más de uno con la boca abierta. Algún codazo o alguna cara de incredulidad mientras se alejaban cada vez más despacio. Y es que nuestras fiestas enganchan, pero nuestra historia también.