Hace un año, el tenis de Garbiñe Muguruza brilló en todo su esplendor para proclamarse en Guadalajara campeona de las Finales WTA y llevarse el título de maestra. El lunes comenzó en la ciudad texana de Fort Worth la edición de 2022 de la cita de las ocho mejores del año y la última ganadora no está allí. La jugadora de Caracas ha vivido doce meses de penumbra tenística, el peor año de su carrera en términos numéricos y que, al descontar ya los puntos que logró en la ciudad mexicana, acabará en el puesto 57º del ranking mundial. Es su peor posición desde enero de 2014, justo antes de lograr en Hobart el primer título de su carrera. Ahora le tocará hacer lo mismo si quiere recuperar puestos, aunque tiene ya 29 años.

Solo tres veces antes no se habían clasificado para las Finales WTA ninguna de las dos finalistas del curso anterior: 1978, 2008 y 2017. Porque también Annet Kontaveit ve el torneo desde casa. Pero Muguruza solo ha ganado 12 partidos en 2022 y ha sumado 17 derrotas, un balance ciertamente muy escaso. Sin ir más lejos, el año pasado logró 30 triunfos más y alzó tres torneos. Ahora se ha quedado en blanco por primera vez en su carrera, si se excluye el año de la pandemia, y ni siquiera ha alcanzado una final. 

Desde que tuvo que afrontar las primeras semanas del curso por culpa de las restricciones por el covid, Garbiñe Muguruza entró en un bucle negativo del que no ha podido salir. Los malos resultados le impidieron coger ritmo, algunas problemas físicos le tuvieron sin competir periodos de alrededor de un mes, derrotas en partidos que tenía controlados minaron su confianza y, como una pescadilla que se muerde la cola, su rendimiento nunca repuntó hasta convertirse en una sombra de sí misma. La inestabilidad del tenis femenino ha golpeado de lleno a la jugadora vasco-venezolana, que ha sumado derrotas incomprensibles por la forma y el fondo y en todo el año no ha logrado ganar a ninguna rival dentro del Top 30. 

En algún momento de la temporada, llegó a decir que asume que no es una jugadora constante, “pero tampoco lo busco”, aunque tampoco ha alcanzado esos picos altos que le han llevado a ganar dos Grand Slams y las finales WTA. El US Open, donde desperdició dos bolas de partido ante Petra Kvitova, pudo ser un punto de inflexión, pero esa derrota ajustada terminó de enterrar su temporada en eterna y perniciosa comparación con lo que había hecho unos meses antes. No es la primera tenista que cae en estos baches, ni será la última. De hecho, a Paula Badosa le ha ocurrido algo similar y desde que alcanzó el número 2 del mundo, el mejor tenis de la catalana ha desaparecido y ha bajado al puesto 12º. La receta es seguir trabajando y volver a ganar partidos, aunque a Muguruza se le complicarán los cuadros cuando regrese a la competición antes del Abierto de Australia y no es descartable que en los de más rango fuera de los grandes tenga que jugar alguna previa. Pero, por otro lado, tendrá pocos puntos que defender y a poco que su rendimiento mejore, volverá a subir posiciones sin remisión.

Toca deshacer la madeja mental, analizar y reflexionar mientras el circuito de la WTA busca un nueva maestra en un torneo en el que solo repiten tres jugadoras respecto al año pasado. Iga Swiatek, Maria Sakkari y Aryna Sabalenka, que son las únicas de esas ocho que han conseguido mantenerse en el Top 10 mundial. Completan el elenco de Fort Worth las debutantes Ons Jabeur, Jessica Pegula, Cori Gauff y Daria Kasatkina y Caroline Garcia, que regresa cinco años después tras pasar una crisis tan larga como la que pretende evitar Garbiñe Muguruza. 

Swiatek, ganadora de ocho torneos este año, entre ellos Roland Garros y el US Open, e incontestable número 1 del mundo, parte como máxima favorita para recoger el bastón de mando de Muguruza en una cita en la que llama la atención la ausencia de las otras dos ganadoras de grandes. Ashleigh Barty se retiró tras vencer en el Abierto de Australia y a Elena Rybakina no le sumaron los puntos por llevarse Wimbledon.