La Liga de Primera División de fútbol se ha paralizado con motivo del Mundial de Qatar. Un paréntesis inédito que ha provocado que en los clubes, los equipos, los jugadores y los aficionados hayan surgido ciertas incertidumbres: ¿cómo afectará un parón tan largo a mi equipo? ¿Volverá a la Liga en un buen nivel? ¿Le irá mejor a los equipos que apenas tienen mundialistas, que estarán más descansados, o a los que tienen muchos, que tendrán jugadores que no han perdido ritmo competitivo? 

El caso es que este tipo de parón es una constante en la Liga Asobal de balonmano, desde que los Europeos (a partir de 2000) y los Mundiales (desde 2001) se desplazaron de junio a enero. Este año, por poner el último ejemplo, el fútbol de Primera va a parar siete semanas y el balonmano lo hará ocho para el Mundial de Polonia y Suecia (del 11 al 29 de enero).

Por tanto, un entrenador de Asobal como Quique Domínguez, técnico del Helvetia Anaitasuna, sabe bien qué le ocurre a un equipo en estas circunstancias.

¿Cómo se gestiona un parón de dos meses en plena competición?

–Dividiendo la temporada en dos partes. En el balonmano tenemos la ventaja de que es justo por la mitad, porque se juega la primera vuelta entera antes del Europeo o el Mundial, con lo cual sabemos que la preparación en enero tiene que ser similar a la pretemporada de agosto. Hay un poco menos de tiempo, pero es un periodo lo bastante largo como para preparar bien la segunda parte de la competición y recuperar jugadores. Es cierto que es un parón que rompe mucho la competición, incluso para los aficionados, que se desenganchan un poco y pierden el hilo de la competición. Pero sabemos que es lo que hay: unos años el Europeo y otros el Mundial. En este caso, Mundial. Unas cuatro semanas para preparar la segunda parte de la temporada y tres o cuatro partidos de preparación, alguno menos que en agosto.

Por lo que vemos en el balonmano y estamos viendo en el fútbol, lo primero son unos días de vacaciones a toda la plantilla que no va al Mundial.

–Sí. Unos 15 días de descanso (en el caso de Osasuna van a ser 10) y luego volver a los entrenamientos. 

Suponemos, claro, que con un plan de mantenimiento, para no abandonarse. 

–Claro. Y más en el caso del balonmano, que como el parón coincide con las Navidades hay más riesgos... Los jugadores se llevan su trabajo de entrenamiento para el trabajo físico, algunas pautas, y el pesaje a la vuelta es obligatorio, para valorar cómo ha ido. Los jugadores suelen cumplir siempre muy bien, no suele haber grandes sorpresas. Quizás porque en el balonmano estamos mucho más acostumbrados y este parón forma ya parte de una temporada normal.

¿Cómo son después los entrenamientos a la vuelta?

–En el balonmano es muy similar a la pretemporada de agosto, con dos sesiones diarias, una de trabajo físico por la mañana y otra técnico-táctica por la tarde. Y también hay que tener en cuenta la preparación mental. Al principio, cuando se cambiaron las fechas, fue un poco más extraño para todos, pero ahora ya tenemos todos totalmente asimilado el parón en cada temporada. 

Y con los jugadores que van al Mundial (en el caso de Osasuna, el croata Budimir y el marroquí Abde), ¿qué plan hay con ellos a la vuelta?

–Hay que cuidarlos bastante, porque si se reincorporan al ritmo de los demás corren más riesgos de lesión. Necesitan un periodo de descanso y de incorporación más progresiva y pausada. La competición te lo dificulta a veces, pero hay que llevar cuidado a la vuelta, sobre todo con los jugadores que han tenido muchos minutos y muchos partidos, para que no tengan una carga grande de trabajo. También es importante el aspecto mental, porque vienen de jugar con sus selecciones, con la exigencia que eso supone, y para volver después a la Liga hay que saber cambiar de escenario. Requiere un cambio en las cabezas que los entrenadores tenemos que entender y ayudar a que se produzca.

Osasuna ha dado 10 días de vacaciones a sus jugadores y luego vuelve a entrenar y juega tres amistosos. Es parecido a lo que hará el Helvetia Anaitasuna en su parón.

–Sí. Es que es lo más lógico: después de un periodo de inactividad hacer un retorno progresivo a la actividad, cuidando mucho las cargas de trabajo, que tienen que ser individualizadas porque no todos los jugadores responden igual, e ir retomando el ritmo y los hábitos.

¿Es un retorno tranquilo o a veces se llevan disgustos los entrenadores?

–A veces pasa que hay jugadores a los que la inactividad les ha sentado mal o que no se han recuperado bien del esfuerzo en el Mundial, y tienes que ir encajándolo todo. Lo que está claro es que hay que ver cómo vuelve cada jugador y adecuar el trabajo a esas circunstancias. 

Y, suponemos, en los primeros partidos se verán errores y falta de ritmo como en el inicio de la Liga.

–Sí, sobre todo en los primeros amistosos. Aunque no ha pasado mucho tiempo ves que los jugadores pierden la forma y que necesitan recuperar esos automatismos y engranajes que cuando llegó el parón estaban muy fijados, y que hay que volver a retomar... Y, en todo caso, en los amistosos la tensión es distinta, porque haces cambios y pruebas cosas. Cuando vuelve la competición es cuandoves cómo está realmente el equipo.

Imaginamos a Jagoba Arrasate molesto con un parón que llega cuando Osasuna estaba en un gran momento.

–Cuando llevas una racha buena a los entrenadores no nos gusta parar, y en el caso de Osasuna es muy claro. Está en una dinámica muy positiva, con buenos resultados y muy arriba en la clasificación. Lo ideal para Osasuna habría sido que no hubiera habido parón, pero el calendario está así en esta temporada.

Y lo imaginamos también con cierto temor a que el equipo no rinda como en esta primera parte de la Liga

–Esa incertidumbre siempre está ahí después de un periodo de inactividad: cómo va a responder el equipo, si va a estar en la misma forma, si va a tener la misma confianza. Es normal que haya un poco de dudas, pero enseguida estás de nuevo metido en el ajo y desaparecen.