De todos los debates deportivos que ha generado el Mundial de Catar, uno de los más divertidos –por las pasiones que vemos que despierta, como si tuviera alguna importancia– es el de si Messi es mejor o peor que Maradona. Una comparación imposible que creemos que cada aficionado resuelve con sus gustos y sus filias personales y no con datos objetivos, porque el fútbol de los 80 era muy diferente al actual. Y si vas a los expertos, es decir, a los aficionados argentinos, compruebas que en general no entran en esa batalla, porque a los dioses propios no se les pone nota, solo se les adora. Lo único que se nos ocurre para zanjar la discusión, al margen de un túnel del tiempo para plantar aquí a Maradona o allá a Messi, es que alguna inteligencia artificial de última generación haga una buena simulación de eso mismo. Y, por supuesto, que la televise, que a gusto la veríamos.