Las parrandas se adueñaron de los barrios, después de dos años de pandemia. Rochapea y Sarriguren volvieron a celebrar el día del calderete a ritmo de la música, y parecido ocurrió en Lezkairu. El Parque de la Runa, que a un mes de Sanfermines cuenta con sus primeras atracciones, saboreó todo tipo de menús. Hay quienes respetaron la tradición cocinando un calderete de conejo, mientras que otros optaron por preparar un buen plato de pasta para pasar la primera resaca.

En lo que todos se pusieron de acuerdo fue en buscar una sombra donde cobijarse de las altas temperaturas. Los árboles y el puente de San Pedro adoptaron la función de sombrilla. "Nosotros además de movernos para buscar un buen sitio, hemos traído pistolas de agua y neveras llenas de hielo", afirma Eneko Bergara, el joven de la Rochapea, que al ser del barrio se encarga de traer el material más pesado.

Como en cualquier plan, en el día del calderete, las cuadrillas se dividen las tareas: algunos sacan su lado más culinario, otros adoptan el papel de sommelier y hay quienes hacen uso de su fuerza para cargar con las mesas y las sillas. "En el día de hoy todos cooperamos y eso es lo que hace que esta iniciativa sea tan especial. Si no lo fuera así nosotros no llevaríamos más de 15 años siendo partícipes de este buen ambiente", comenta Maika Jaso, vecina del barrio desde hace muchos años.

Para la cuadrilla Oscoz, este era su primer año. "Estamos encantados porque es el único día del año en el que podemos sacar nuestros cachivaches y pasar un buen rato", explica Ángel, uno de los miembros de Oscoz. El resto del año está prohibido hacer calderetes. En caso de incumplir, uno puede ser multado.

Tras saciar los estómagos, cada uno de los allí presentes tenía un plan diferente. Los más jóvenes tenían la intención de desgrasar las caderas con la Elektrozarata y el fanfarre del grupo Ortzadar mientras que algún padre junto a sus hijos iba soltar toda la adrenalina en las barracas y delante del torito de fuego. "Nos lo estamos pasando tan bien que estamos planteando ir de ruta de calderete", confirma Ángel.

Calderetes en Sarriguren

También las fiestas de Sarriguren tuvieron ayer los calderetes como plato fuerte. Las personas interesadas pudieron hacer uso de barbacoas para realizar comidas al aire libre. Según el equipo consistorial, unas 4.000 personas acudieron a la Avenida Unión Europea, donde se habían instalado los artefactos de cocina.

Fue el caso de Aitor y Nuria, que vinieron por la mañana "a preparar unas pancetas". Afirmaron haber estado "muy bien", incluso después de que se levantara el viento durante la tarde y empezara a hacer "mucho aire". "En general ha habido buen ambiente", añadieron. Habían estado con anterioridad en otros años y destacaron a su vez que en esta ocasión había "más gente de la habitual".

Hubo asimismo actuación de la batucada La Farruka por la zona de calderetes, saliendo de la Avenida Unión Europea. Iván Martín y Uxua Echeverría son el presidente y la directora de esta banda. Martín se ocupa "del grupo y del funcionamiento de los temas administrativos", mientras que Echeverría se encarga de "dirigir la parte musical y bailes".

La banda cumplió diez años el 14 de mayo, aniversario que celebró con "un festival en el Colegio público Joakin Lizarraga", al que acudieron batucadas de todo el Estado y se reunieron unas 140 personas. Su plan para las fiestas de Sarriguren era "actuar durante dos horas y estar el resto de la tarde con la gente".

El género que interpretan, explicó Echeverría, es "música afrobrasileña". En concreto, ellos tocan "samba reggae, una mezcla de samba carioca y reggae jamaicano que se originó en Bahía, Brasil"; maracatú, "procedente de Recife, al norte del país sudamericano"; y "ritmos africanos puros". Con el paso de los años han combinado estos géneros "con funk, hip hop y otras variedades musicales estadounidenses".

Desde la banda se mostraron satisfechos por la cantidad de gente que había acudido a las fiestas. Martín dijo que "lo único malo" era que el Ayuntamiento recortara "bastante" las horas de actuación: "Antes se podía estar hasta las 06.00 horas; ahora hay que terminar a las 04.00 horas". Otros cambios que observó fueron que este años hubiera "cuatro choznas, mientras que otros años había solo dos", o que las carpas estaban "en un sitio distinto". Por eso, los asistentes estaban "un poco dispersos".

Medidas de seguridad

La Concejal de Cultura del Valle de Egüés, Inmaculada Múgica, declaró que durante los dos primeros días de fiestas "todo había ido bien". Desde el Consistorio pensaban "que la afluencia iba a ser mayor", reduciéndose tal vez "debido al calor". Reseñó que "quienes sí asistieron estuvieron muy a gusto", y "la "sensación de agobio fue menor de lo esperado".

Tras las últimas fiestas de 2019, dijo Múgica, "el Ayuntamiento se reunió con diferentes colectivos, los cuales pidieron que en las próximas celebraciones la hora de cierre fuese antes". También se habían registrado "quejas de vecinos por problemas de seguridad que hubo, como por ejemplo alguna pelea". Estas solicitudes y quejas "fueron tenidas en cuenta de cara al diseño de las fiestas de este año".

Entre las medidas tomadas, explicó la concejal, "se trasladó la localización de la carpa joven, que en 2019 estuvo al lado de la casa consistorial, para evitar que hubiera conflictos entre los músicos y promover así la seguridad". Asimismo, "se aumentó la iluminación y se adelantó el horario de cierre hasta las 04.00". Múgica afirmó que la gente, en general, estaba "contenta con estas medidas".