Son pioneros en producción de pistachos y autodidactas. Los hermanos Ángel y Javier Grocin Fernández cultivan pistachos en Falces a lo largo y ancho de 16 hectáreas de campo. De aquel producto de origen lejano del que nada sabían hace una década, actualmente crecen 4.600 pistacheros en sus terrenos, que un día fueron viña y cereal de secano y hortalizas de regadío tradicional, en los términos de Rebollo, Espartosa y Repio.

Confiesan que su vida “siempre ha estado ligada al campo”, si bien la principal ocupación de los dos hermanos ha estado en la industria. Actualmente, Ángel esta jubilado (tiene 70 años) y Javier, operario de almacén, cuenta con 58. El vínculo a la tierra les viene de rama paterna. De los cuatro hermanos, ellos se hicieron cargo de los campos. Les rondaba compaginar su labor en las fábricas con la agricultura: plantar nogales o almendros, típico del lugar; algo que pudieran llevar paralelamente a sus trabajos.

Javier y Ángel con la perspectiva de uno de sus campos.

La radio les dio la idea

Un programa de fin de semana dedicado a la agricultura entrevistó a un joven de Ciudad Real que cultivaba pistachos. “Estaba encantado. Contaba que era rentable, se pagaban muy bien. Entonces la planta valía poco”, recuerdan. Las condiciones climatológicas también cuadraban con las del valle del Ebro, donde se asientan sus piezas.

Viajaron a Ciudad Real. Allí el centro agrario El Chaparrillo les proporcionó todo lo necesario para emprender. Lo primero, información y yemas para injertar. Así, comenzó este emprendimiento. El 29 de noviembre de 2009 compraron 500 pies porta injertos. En 2010 injertaron los primeros 500 pistacheros.

El lento proceso empezó su camino con paciencia, principal virtud recomendada por los técnicos. Todo es agradecimiento para el centro agrario experimental castellano- manchego.

“Allí nos formamos. Nos aportaron seguridad y la tranquilidad suficiente para la continuidad del proyecto, hasta el fin de ciclo”, reconocen. De este modo, se convirtieron en pioneros en Navarra, provincia que no fomenta este cultivo.

Los pistacheros “agarraron” bien en la pieza. En 2015 comenzaron a coger unos pocos y en 2016 salieron a vender al mercadillo de Falces en la Feria del Ajo. Desde entonces, reservan de cada cosecha para estar presentes este día del mes de julio. “Es algo testimonial, para colaborar con el pueblo”.

Detalle reciente de un ramillete de pistachos .

Los primeros árboles de Rebollo de aquel 2009 dieron paso a los de Espartosa, en 2012-13 y en 2017 se lanzaron a plantar en la tercera pieza. “El trabajo más duro es al principio, en la formación del árbol, más o menos hasta el quinto año”, concretan. Poco a poco mecanizaron las tareas, invirtieron en maquinaria (solo se hace manual la poda) también en tratamientos (25.000 euros por hectárea). Contrataron trabajos como la recolección y el traslado para su venta a las empresas comercializadoras.

En verano se distinguen los racimos en los árboles. Estos van cambiando de color: del verde al rosáceo y al ocre verdusco que alcanzarán en septiembre y octubre, tiempo de recolección. Con el invierno llegará la poda y en primavera se hinchan las yemas hacia el mes de abril.

“Primero brota el fruto y después, las hojas. Se hinchan las yemas y es el momento delicado. El excesivo calor o las lluvias pueden hacer que el fruto aborte”, explican. Han aprendido que la clave está en la prevención y en que no se corte la polinización del macho a la flor de la hembra. De las 16 hectáreas, actualmente producen 6 de las que obtienen 2.000 kilos en verde por cosecha. Los pistachos se miden “por calibres”. Hay un mercado establecido. “Cuanto más grande, más caro”, resumen.

Cultivan dos variedades: barraca ( repostería y hostelería) y kerman (frutos secos, snacks). Para una buena cosecha se precisan más de mil horas de frío, que los pistacheros estén a menos de 7 grados, “lo que se llama en parada vegetativa”, añaden. “Si todo va bien, cuando recoges y ves que se llena un camión, es agradecido”, manifiestan satisfechos por todo lo aprendido , “De los errores y de la experiencia es de lo que más se aprende” recalcan. Complacidos por lo logrado en una aventura sin precedentes.