Sin las restricciones del pasado año, Lekunberri dejó su ritmo habitual por unas horas para volver al medievo con su mercado de antaño, una animada feria que invitaba a perderse entre los puestos y dar una alegría a los sentidos. Embutidos, paté, miel, chocolate, queso, mermeladas o pastas entre otros productos agroalimentarios se pudieron degustar y adquirir en la feria junto con cerámica, cestos, prendas de vestir, juguetes, hierbas aromáticas, ungüentos o marroquinería entre otras artesanías. 

Eran medio centenar de puestos preparados con mimo en un marco inmejorable, el casco viejo de Lekunberri con sus centenarias casonas. Además, muchas se engalanaron para recibir a los cientos de personas que se acercaron ayer a este pueblo, premiado por la Organización Mundial de Turismo cómo uno de los mejores; al igual que numerosos vecinos y vecinas, que se vistieron con trajes de época. Además, este salto en el tiempo fue más allá, y el ganado volvió a las calles, con vacas, caballos u ovejas en diferentes puntos del casco viejo.

“Por la pandemia, con el fin de evitar aglomeraciones, el pasado año se extendió el mercado por detrás de la iglesia. Gustó la nueva ubicación y hemos repetido”, observó Joseba Jokin Ordoki, concejal de Cultura y Fiestas. Asimismo, este año se ha recuperado la taberna de la feria, gracias al auzolan de una docena de vecinos y vecinas, a quienes Ordoki agradecía su trabajo, sin olvidar a todas las personas que participan de diferente manera en este mercado. 

De animar la feria por la mañana se encargó la Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Lekunberri-Larraun con Malloa, Larraun, Napar y Larrain a la cabeza de una comitiva de altura que llevó alegría e ilusión por el casco viejo. Muy cerca andaban sus inseparables kilikis: Gaztaundi, Arotza y Elutza, presencia que se anunciaba entre carreras de la chavalería. Por la tarde se pudo disfrutar con Siroko, un divertido espectáculo de calle con Lorena Arangoa y Patxi Larrea además de batukada para cerrar el mercado.

VIEJOS OFICIOS

Además de ser un canal de venta directa para los artesanos y artesanas, fundamentales para las pequeñas empresas, el mercado de antaño de Lekunberri es también un escaparate de antiguos oficios. Era el caso de la cordelería, técnica que mostraron los hermanos Javier, Rafael, Pedro e Iñigo Saralegui junto con José Martín Bildarratz, su maestro. “Antes se hacían con las cuerdas con que se ataban los fardos”, observó este vecino de Aldatz. Los Saralegui también llevaron al casco viejo, tirado de una yegua percherona, un tronco de acacia con el que hicieron postes para cierre, a golpe de las mazas en las cuñas para rajarlo. Asimismo, cuentan con una colección de herramientas y aperos antiguos que se pudo ver ayer y un cañón que lanza caramelos, que tampoco faltó.

Por otro lado, algunos de los alumnos del taller de talla que imparte Mikel Okiñena trabajaron la madera. Con aguja y dedal, alumnas del grupo de costura de Esther San José hicieron lo propio. En el mercado de Lekunberri no puede faltar Cándido Martínez, de Alfarería Chapetán de Tudela que lleva más de 20 años acudiendo a esta feria para enseñar cómo se trabaja el barro. Lo cierto es que no paró de ayudar a los txikis en dar forma a huchas, castillos, joyeros o jarrones, a elegir.