“Hace años en Falces a finales de julio prácticamente todas las calles estaban llenas de ajo y olía. Aunque ahora menos, se sigue notando”, asegura Augusto Olite, parte de la empresa familiar Ajos Olite Tainta, que conforma junto a su madre, María Ángeles Tainta; su padre, Antonio Olite y su hermano, Eduardo Olite. “Le hemos cogido el relevo a mi tío Placido Tainta, que cultivaba ajos en agricultura ecológica desde 2010. El año pasado, decidió que no quería continuar y como hasta ese momento nosotros le habíamos ayudado con el cultivo y las ventas, decidimos seguir nosotros”, explica el agricultor. Reconoce que asumir la responsabilidad le generaba un poco de incertidumbre pero es algo que han sacado adelante entre todos: “Mi tío nos ha ayudado y nos ha transmitido el conocimiento. Esto no podría funcionar sin el apoyo de toda la familia”. Recuerda a todos sus tíos, primos y familiares “no me quiero dejar a nadie. Todos han estado ahí echando una mano”.

Este producto, emblema de la localidad, se lleva cultivando desde hace siglos: “El ajo es el producto típico de Falces. Yo recuerdo de pequeño que todo el mundo lo cultivaba”. Se tiene constancia desde el siglo XVII. Los falcesinos, hartos de pagar diezmos a la Iglesia, empezaron a poner otros cultivos diferentes como el ajo por los que no tenían que pagar esa décima parte como pasaba con el cereal, legumbres y hortalizas. Además, “las tierras son muy adecuadas para el cultivo, el clima seco también es muy bueno. Es una combinación”, explica Augusto Olite.

Desde los años 80 o 90 la producción ha descendido y el Ayuntamiento trata de impulsarlo de nuevo por lo que hace diez años, empezó a celebrarse el Día del Ajo el último o penúltimo domingo de julio. Este día, todos los agricultores de Falces que cultivan ajo ponen en la plaza los puestos de venta. Es una especie de pequeña fiesta en la que el agricultor puede vender a los consumidores su producto”. El Ayuntamiento, además, registró la marca Ajo de Falces para certificar su procedencia.

Los ajos de Olite Tainta cuentan con esta etiqueta y la de CPAEN (Consejo de la Producción Agraria Ecológica de Navarra), certificado de agricultura ecológica. Para ello, apunta, “tienes una normativa que cumplir. No puedes utilizar determinados productos, sobre todo químicos, ni ciertas técnicas. Empleamos productos naturales y aunque esto en cierto modo nos limita, se refleja, desde mi punto de vista, en la calidad del ajo. Es algo natural. No has añadido productos químicos y te lo certifican mediante un análisis ”.

El proceso empieza en febrero, cuando se siembra el ajo y no es hasta junio cuando se recolecta, se cortan las raíces y se deja secar en el campo al sol durante tres o cuatro días. Después se elabora manualmente en horcas o ristras, y se vuelven a sacar para que se sequen: “Toda la calle llena de horcas, la verdad que impresiona”. La venta comenzó en julio. Ellos además de vender a clientes particulares en el almacén del que disponen en Falces (contacto: 605 16 66 84), lo hacen también a través de correo y aprovechan los mercados y ecomercados como el de Geltoki. También les compran algunas asociaciones de consumidores de Navarra, Gipuzkoa e incluso Francia.

Reconoce que el coronavirus no les ha supuesto un gran problema, simplemente tuvieron que adaptarse realizando las ventas de una forma más directa al consumidor. “Afortunadamente podríamos decir que la pandemia prácticamente no nos afectó, porque los clientes se desplazaban a Falces y si no hacíamos las ventas por correo”. Entienden bien la necesidad de reinventarse, por ello cada año tratan de introducir alguna novedad. El año pasado organizaron visitas guiadas por el almacén y la última iniciativa ha sido serigrafiar las bolsas de ajos.

INCONTABLES BENEFICIOS

El ajo se lleva empleando como elemento curativo desde tiempo inmemorial ya que cuenta con numerosos beneficios como aumento del sistema inmunológico. También es un gran antiinflamatorio, perfecto anticoagulante, vasodilatador y purificador. Baja la tensión en caso de estar alta y protege al corazón, las arterias y el sistema sanguíneo en general. Incrementa el nivel de insulina, aumenta los niveles de serotonina en el cerebro, acaba con los parásitos intestinales, aplaca los nervios, disminuye y elimina la fiebre y la lista podría continuar. Por todo ello anima al consumidor a acercarse a su producto. “También al producto ecológico, concretamente el de Navarra, porque es de muy alta calidad y hay grandes profesionales detrás. Así que si vienes a Falces no te puedes ir sin ajos”.