Dice que lleva muchos años escribiendo y también, se podría decir, pensando “mientras tanto en lo que voy a escribir, o dicho de otro modo, en lo que me preocupa y de lo que quiero opinar, escribir. Por lo tanto, cuando me siento ante el teclado ya está parte del trabajo hecho”. 

En corto

Un referente histórico: “La Revolución rusa de octubre de 1917”.

Un ciclista de todos los tiempos: “Eddy Merckx”.

Un ciclista vasco: “Txomin Perurena”. 

Una ciclista: “Joanne Somarriba”.

Un hombre de la política: “Antonio Gramsci”.

Una mujer de la política: “Dolores Ibarruri, Pasionaria”.

Un escritor: “Hemingway”.

Una debilidad: “Muchas”.

Una cualidad: “La perseverancia”.

Próximo proyecto: “Estoy terminando un libro, de no ficción, sobre el ciclismo de los sindicatos estudiantiles en los años 30, se titulará El ciclista de la FUE”.

Casi al mismo tiempo se han publicado su libro La primera guerrilla vasca y el cómic ¡Cava y calla!. ¿Qué datos nuevos nos ofrece como autor en el primero?

El libro La primera guerrilla vasca. Noviembre 1944 cuenta la peripecia de un grupo de guerrilleros que en noviembre de aquel año entran en dos lanchas desde Hendaia a la playa de los Frailes, en Hondarribia, para combatir a Franco con las armas. No es muy conocido que por aquí también hubieran pasado los guerrilleros, y por eso lo cuento, porque de lo que se conoce y se sabe, yo nunca escribo, porque mi sentido es el de aportar. Y además tuve el privilegio de conocer a uno de los miembros de ese grupo, lo que da una dimensión más auténtica a lo que cuento. Al final del libro hay un apéndice con una entrevista con él, grabada en 1986 por el historiador Jiménez de Aberásturi, en la que habla sobre ese tema de los maquis. 

Los protagonistas, a su juicio, son “once héroes”.

Sí, once, diez hombres y una mujer. Son héroes porque a pesar de ser una empresa imposible se la juegan, son de los que no se rinden. Sin embargo, mi libro tiene otra óptica: pone una lupa sobre todos los aspectos de la operación, y ahí no se retratan como héroes sino como personas, con sus debilidades, inseguridades, miedos, aunque todo eso no les paralice.

Por otro lado, ¿qué ha sentido al ver a su padre en una novela gráfica, obra de Pepe Gálvez, Manuel Granell y Sento Llobell?

Un enorme orgullo. Que artistas de la talla de los dibujantes Manuel Granell y Sento Llobell, y de la maestría del reputado guionista Pepe Gálvez, lo hayan realizado, me llena de alegría, porque así, además, la vida de Marcelo Usabiaga, un ejemplo de compromiso, se acercará más a las nuevas generaciones con el cómic.

Un músico vasco dedicó a su padre una canción que tituló Marcelo, el hombre imposible en 2015. ¿Qué pensó cuando leyó ese título? ¿Por qué Marcelo fue un hombre imposible?

Es una canción preciosa, y siempre que la escucho me emociona mucho. Ese término para describir a Marcelo lo usó un vecino de Arrona, donde Marcelo estuvo en un destacamento penal, tras leer sus memorias. Lo dijo en público en un homenaje a Marcelo celebrado tras su fallecimiento. Contó que cuando leía en el libro cada aventura en la que Marcelo que se veía envuelto, decía para sí: “De esta no sale”, y luego salía. Por eso dijo que le parecía que era el hombre imposible.

Y ese título llegó a ser libro más adelante. 

Efectivamente. Cuando publiqué un libro de relatos al poco de su muerte, me pareció que era una expresión que definía muy bien su vida trepidante.

Libros, cómic, canción, una tertulia a su nombre en Valencia…. A su padre ya solo le falta una película. ¿La cree posible?

Eso no lo sé, pero sin duda creo que sería una fantástica película. La historia de la vida de Marcelo, atravesada por toda la historia del país, da para una hermosa película. O igual para más de una, porque puede enfocarse en algún pasaje en lugar del conjunto, como el destacamento penal de Arrona, que lo tiene todo: los presos republicanos, el amor de un preso y una vecina en una aldea bucólica, la II Guerra Mundial con el cemento que la empresa ABC, donde trabajan los presos, vende a los nazis, el sabotaje de Marcelo, la fuga, el regreso a los dos meses como guerrillero… Y otros pasajes. ¡Doy ideas!

En pocos años ha perdido a su padre, pero también a su madre, Bittori Bárcena, otra comunista luchadora. ¿Qué destacaría de ella?

Lo primero su bondad, su calidad humana, que es siempre lo esencial. Luego su valor para relacionarse con un preso comunista en la década de los cincuenta, desafiando al entorno, yendo a visitarle a la prisión de Burgos, esperándole hasta su puesta en libertad en 1960. Sí, su valentía en un tiempo muy difícil.

Hablando de comunismo, usted es el director de la revista Erri, de pensamiento, cultura y política del PCE. ¿Cómo consiguieron resucitar este medio que se fundó en 1937?

Con moral y perseverancia. Hemos formado un buen equipo, tanto de colaboradores como de diseño gráfico, porque queríamos una revista que estuviera a la altura, en calidad gráfica, con la de 1937, que era una verdadera revista de vanguardia en cuanto a su diseño, y muy popular en Euskadi. Y también en cuanto a contenidos, intentado que sean plurales, para hacer un producto cultural atractivo.

A la venta en los kioskos y librerías, el último número se lo han dedicado de forma íntegra a las mujeres.

Sí, y específicamente a las mujeres destacadas en el ámbito de la cultura vasca, con una atención especial a las poetas, que no tuvieron el reconocimiento suficiente por estar a la sombra de algún poeta masculino, como Amparitxu Gastón, Sabina de la Cruz o Ángela Figuera. También heroínas de la ciencia como Alicia Casanova.

Miguel Usabiaga,  con su cómic entre  las manos.

Miguel Usabiaga, con su cómic entre las manos.

¿Cuántos premios literarios ha ganado ya?

(Risas) ¡No tantos! Así de memoria, el Premio Rara Avis de ensayo por la obra Donostia rebelde, el Premio Ciudad Ducal de Loeches de novela con El sueño de Nicolás Colberg, y un premio de relatos sobre memoria histórica de la Diputación de Córdoba. También varios galardones como finalista.

¿Para qué sirven los premios a su juicio? ¿Tienen recorrido?

Sirven, lo primero, para reforzar la moral, para comprobar que otros valoran lo que estás haciendo, y por tanto reafirman para seguir el camino. Y ayudan mucho a la obra, porque sí, la gente se fija mucho más en el libro si ha sido galardonado, y también la prensa.

Otra de sus pasiones es el ciclismo. Hemos visto fotos de su padre montando en bici. ¿Fueron ustedes ciclistas?

Los dos, pero esto ya no sé si es un gen familiar o más bien ADN vasco. Él fue corredor antes de la guerra, mientras estudiaba. Entonces, me contaba, los estudiantes disputaban competiciones encuadrados en los distintos sindicatos estudiantiles, la Asociación de Estudiantes Vascos, nacionalista; la Asociación de Estudiantes Católicos, conservadora, y la FUE, Federación Universitaria Escolar, republicana y de izquierdas, en la que militaba él. Contaba con mucha pasión estas carreras, que eran muy relevantes, pues he constatado que ocupaban páginas en los diarios de la época. Yo fui ciclista hasta los 18 años, cuando se hizo incompatible con los estudios, porque me fui a estudiar a Barcelona. 

Escribe en Noticias de Gipuzkoa sobre esta disciplina deportiva. ¿Qué aporta usted y qué le aporta?

A mí me aporta mucho. Disfruto aún más de las carreras al tener que mirarlas con profundidad y reflexionar sobre todos los detalles de lo que ocurre. Yo creo que aporto una visión un poco distinta del ciclismo, donde no solo está la crónica deportiva, sino algo más, aprovechando que el ciclismo recorre territorios extensos. Hablo de acontecimientos ocurridos por donde pasa la prueba, o de personajes del lugar, o de hazañas ciclistas sucedidas en tales sitios. Es otra mirada, cultural. Otros también hacen algo así, pero creo que lo que diferencia a mis artículos es el compromiso, porque está todo eso que he dicho, pero desde una mirada comprometida.

Ha recopilado sus crónicas ciclistas de entre 2018 y 2020 en un precioso volumen. 

Sí, yo también creo que es un libro precioso, empezando por la portada, una imagen de ciclistas subiendo al Mont Ventoux pintada por mi amiga y artista británica Eliza Southwood, que me la dejó utilizar. Ver todos los artículos juntos permite apreciar el hilo común entre todos ellos, ver cierta constancia en mis ideas, mis preocupaciones permanentes.

Como curiosidad, por sus páginas se cruzan grandes nombres tanto de las dos ruedas como de la literatura o política: Hinault, Souko, Fuente; Froome, Van Aert, Van der Poel, Pogacar; pero también Marx, Engels, Gramsci, Brecht, Sócrates, García Lorca o Miguel Hernández.

Efectivamente. Como decía antes, aprovecho que las carreras pasan por tal o cual lugar donde pasaron determinadas cosas importantes, pero poco conocidas, o vivieron personajes relevantes pero olvidados, para hacer una labor de rescate y sacar todo eso a flote. También salen filósofos, poetas, con reflexiones y poemas, e imágenes que vienen a cuento con lo sucedido en la prueba, y porque nutren también el espíritu de los deportistas, o deberían hacerlo.

En La primera guerrilla vasca, su padre dice: “Para que éstos vivan tenemos que sacrificarnos nosotros”. ¿A quiénes hace referencia?

Leer eso me emocionó mucho. Es una frase literal que encontré en la documentación del Consejo de Guerra que se les instruyó a los guerrilleros detenidos (todos menos uno). Está en la declaración ante la policía de un interrogado, un tal Lirio, el dueño de un piso donde supuestamente se les iba a dar refugio provisional. Lirio les niega ese refugio, y Marcelo, que estaba en el vestíbulo de su casa, en el barrio de Amara viejo, intentando convencerle de que los acogiera, derrotado ante la negativa, acaricia la cabeza del hijo de Lirio que aparece en la escena y le dice esa frase a Lirio. Se refiere a los niños. Y lo que es curioso es que la policía la recogiera tal cual en el atestado, porque hablamos de 1944.

¿Le han tentado en alguna ocasión para entrar en política?

No.