En los últimos años, el insomnio se ha convertido en un importante problema de salud pública que afecta cada día a más personas, influyendo en la salud mental de la población. “Además, la alteración del sueño está ligada a la aparición de problemas cardiovasculares y metabólicos, con importantes consecuencias en la salud y aumento del riesgo de la mortalidad”, explica Ana González Pinto, jefa de Servicio de la Unidad de Psiquiatría del Hospital Universitario de Álava. 

De pequeños nos decían: 8 horas para trabajar, 8 para comer y divertirse, y las ocho restantes para dormir. ¿Es un buen consejo de vida saludable?

En principio, tener horarios regulares es saludable. En cuanto a que pasen 8 horas entre la cena y el desayuno es un periodo de tiempo un poco corto; conviene dejar más horas de descanso al aparato digestivo y no ir a la cama con el estómago lleno. Pero fuera de eso, hacer unos horarios regulares es algo muy bueno.

¿Cree que respetamos más o menos ese tercio de descanso? 

Las horas ideales para dormir en un adulto se sitúan, más o menos, entre 6 y 8 horas, aunque depende de la persona, porque cada cual tiene un ritmo diferente; hay algunas que precisan dormir un poco más y otras un poco menos. Pero considero que el sueño no se respeta y no se es demasiado regular en los horarios. Porque en los colegios y en los trabajos se entra pronto y, sin embargo, toda la programación de televisión termina demasiado tarde. Es difícil que las personas que ven televisión puedan dormir las horas suficientes si es que están trabajando y escolarizados. Estos últimos, normalmente van a necesitar más horas de sueño que los adultos. Esto sí que influye en el descanso.

Aunque insomnio y no dormir puedan parecer sinónimos, no lo son. ¿Cuál es la diferencia?

No es lo mismo no dormir porque no puedes que porque de alguna manera estás trabajando o porque la organización de vida que tienes te obliga a no dormir. El insomnio es una disminución de las horas del sueño y está provocado normalmente por una dificultad para dormir que puede tener muchísimos orígenes: respiratorios, apneas del sueño, factores emocionales, ansiedad, malos hábitos de vida... Todas las terapias de sueño están enfocadas a mejorar estos hábitos, con técnicas de relajación que enseñen a tranquilizarse y a evitar esas rumiaciones que tenemos a veces cuando vamos a la cama. 

¿Cuáles son los factores más determinantes de padecer insomnio, genéticos, medioambientales, hábitos de vida …?

Curiosamente, hay en un estudio muy reciente en el que se observa que el 46% de los problemas de sueño están mediados genéticamente. Incluso cuando se comparan gemelos monocigóticos y bicigóticos se ve que la concordancia es el doble en gemelos monocigóticos que en los bicigóticos. Esto orienta a que existe un problema genético. Esta es una parte. La otra es la parte ambiental: el no tener hábitos de vida regulares, el hecho de ir a la cama después de una cena copiosa. Hay múltiples factores que pueden estar influyendo. Y luego están los factores adquiridos. 

"Tratar el insomnio sirve para prevenir que haya recaídas”

¿Por ejemplo?

La obesidad, que también se puede asociar a apneas del sueño y por tanto a dormir peor, y otras series de cuestiones que no son solo ambientales y que forman parte del individuo, como el consumo de sustancias que produce cambios biológicos en el organismo como el alcohol. 

¿El insomnio es en sí mismo una patología? ¿Y qué patologías asociadas producen mayoritariamente?

El insomnio hoy ya se considera una patología, aunque antes se consideraba un síntoma asociado a diferentes enfermedades. Hay insomnios primarios, que no son derivados de otras patologías, pero muchos insomnios son secundarios. Por ejemplo, el de las patologías respiratorias de las apneas del sueño, como también la patología psiquiatra. En estas enfermedades, el insomnio es muy frecuente y forma parte de los criterios diagnósticos de dolencias como la depresión y la ansiedad. Aunque no están en los criterios diagnósticos, también es muy frecuente que la mayoría de las enfermedades en los cuadros psicóticos se acompañen de insomnio, así como en los cuadros bipolares y de otras enfermedades.

Ana González-Pinto es jefa de Psiquiatría del Hospital Universitario de Araba. Pilar Barco

¿Está afectando el insomnio a la salud mental de una manera significativa? 

Sí. Con el insomnio se vive en un círculo vicioso; el insomnio puede provocar depresión y la depresión provoca insomnio; se retroalimentan. Por eso, la corrección del sueño no modifica necesariamente un trastorno depresivo, pero ayuda. Además, se ha observado que personas con tendencia a tener depresiones u otras enfermedades como trastorno bipolar, no solamente padecen insomnio cuando se les presenta un episodio, sino que, en ocasiones, cuando ya están curadas, siguen padeciendo problemas de sueño. Por ello, el abordaje del sueño como un trastorno independiente puede ayudar, porque el tratar ese insomnio sirve para prevenir que haya recaídas. 

Orfidal, lexatin, benzodiacepinas … están en el vademécum de muchos hogares. ¿Son malas, buenas? ¿Sería mejor no tomarlas?

Las medicinas están ahí para que utilizarlas cuando sean necesarias. Desde luego es absolutamente desaconsejable que se usen sin prescripción médica. En general, aunque puede haber casos particulares, podemos decir que los tratamientos con benzodiacepinas deben ser cortos, que no deben de prolongarse demasiado en el tiempo. Si son útiles, hay que saber a quién se le dan; por eso es importante que las recete el médico, pues en ciertas patologías pueden estar desaconsejadas. Después, cuando se dan hay que intentar no superar un mes de tratamiento.

"No se puede estar cambiando de horario si te afecta a la salud y luego te produce angustia porque no duermes"

¿Para reducir el consumo de estas sustancias sería conveniente mejorar nuestra higiene de salud, relajación, terapias psicológicas, cenar poco, etc?

Yo empezaría por hábitos de vida saludables. No todos necesitamos un psicólogo de cabecera; creo que a veces simplemente lo que hay que hacer es empezar a tener un autoconocimiento. Saber que duermes mejor cuando tienes una vida ordenada o estás más tranquilo. Hay una serie de hábitos que se pueden aprender. Hay libros también; nosotros publicamos uno que es Terapia Somme de la Unidad del Sueño del Hospital de Álava, también para los pacientes que vienen con problemas de salud mental. Existen muchas técnicas que se pueden utilizar e incluso pueden ser autoaplicadas.

En un mundo de prisas, estrés, ruido, fiestas... ¿Cómo hacer para volver a un esquema de sueño equilibrado?

No todo el mundo reacciona igual al desorden. Hay personas que sí se lo pueden permitir, pero otras no. Así que quien pertenezca al grupo de personas al que se le altera la salud porque el dormir mal le produce factores de riesgo como síndrome metabólico u otros, entonces quizá haya de limitar los excesos. Eso no significa que alguna vez no puedas pasarte, pero, desde luego, hay que limitarlos. No se puede estar continuamente cambiando de horario si te afecta a la salud y luego te produce angustia porque no duermes. Por eso, digo que es importante también el autoconocimiento.

Las preguntas que le he hecho se las he propuesto como el insomnio fuese solo una patología personal, pero también deriva en un problema de salud pública muy generalizado. ¿Qué podríamos hacer?

En Vitoria hay una idea, un trabajo de la Unidad del Sueño intentando que se entienda cómo un problema de salud pública. Y podríamos considerarlo así si tenemos en cuenta que hay factores que influyen en el insomnio que no son puramente sanitarios. Por ejemplo, el ruido ambiental. También están las organizaciones de las ciudades, los bares, si se cena tarde, si todo lo lúdico comienza a la una de la madrugada; eso deja de ser un problema para ser tratado exclusivamente como sanitario y habrá que tener pautas de prevención social. En el momento que haya que realizar esas pautas, pasa a ser un problema de salud pública. 

PERSONAL


Formación: Catedrática de Psiquiatría de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) y jefa de Psiquiatría del Hospital Universitario de Araba e investigadora.

Familia: Pertenece a una conocida familia de médicos bilbaínos, entre los que se encontraba el primer profesor de Psiquiatría y uno de los fundadores de la Facultad de Medicina de Bilbao (antecesora del actual centro), en 1936, su abuelo Rodrigo González-Pinto.

Investigaciones. Investigadora principal del grupo G 10 del CIBERSAM, donde se han formado decenas de jóvenes profesionales de esta disciplina. Ha coordinado también el área de trastorno bipolar de dicha red de excelencia investigadora. Ha destacado por sus trabajos en el trastorno bipolar, primeros episodios psicóticos y cannabis.

Asesora: Ha sido asesora de Ciencia del Gobierno Vasco y es miembro del Consejo Asesor de Salud Mental de este organismo, donde también formó parte del grupo de trabajo que elaboró la estrategia de prevención de la conducta suicida de la CAV.

Premios: Cuenta en su haber con numerosas distinciones, entre ellas el Premio Obieta a la trayectoria profesional 2021 de la Real Academia Nacional de España (RANME).