El éxito de El Internado Laguna Negra, que durante siete temporadas mantuvo a sus fieles espectadores pegados a la pantalla, fue innegable. En 2021 llegó a Prime Video El Internado Las Cumbres, que con las mismas dosis de misterio y adrenalina se ha convertido en una de las producciones más vistas de la plataforma. Esta serie producida por The Mediapro Studio y Buendia Estudios para Prime Video, al fin y al cabo, se ha hecho un hueco en muchos hogares. Y ahora, esta tercera temporada pone el broche final a una serie de capítulos de vértigo en los que sus protagonistas (Asia Ortega, Albert Salazar, Claudia Riera y Daniela Rubio, entre otros), han tenido que despedir a algunos de sus compañeros y dar la bienvenida también a nuevos rostros. Sin ir más lejos, en esta temporada final se han incorporado Lydia Pavón (La edad de la ira), Nagore Aramburu (Patria), Mia Lardner y Zigor Bilbao, entre otros, que tal y como nos comenta el actor Albert Salazar (Granollers, 1995), ya han pasado a formar parte de la familia que en estos años han creado en Las Cumbres, rodeados de paisajes incomparables.

Con esta tercera temporada cerramos El Internado Las Cumbres. ¿Cómo ha sido para usted pasar estos tres años en la piel de Paul Uribe? 

Ha sido una pasada, a nivel laboral y a nivel personal. A nivel laboral, porque nunca había tenido la oportunidad de estar en una serie de este tamaño, de tres temporadas y con este presupuesto. A la hora de rodar he vivido además cosas que nunca había hecho, ya sea las secuencias de acción o secuencias de contenido dramático, y para mí ha sido una gran oportunidad. Y a nivel personal también, porque la familia que se ha creado en El Internado ha traspasado la pantalla, ha ido más allá. Estuvimos confinados la primera temporada, y eso hizo que nos fuéramos a vivir juntos, y la familia que creamos allí ha sido increíble y aún perdura. 

O sea que los lazos que hemos visto forjarse en la pantalla son tan fuertes como los reales. 

Sí. Incluso a día de hoy seguimos viéndonos una vez cada tanto, y comemos juntos, cenamos juntos, y seguimos siendo una familia. 

¿Siente que Paul y usted tienen mucho en común? ¿Qué se lleva de esta experiencia con él?

Pues creo que tenemos en común la relación que tiene Paul con su hermana, que podría haber sido parecida a la que yo tuve hace tiempo con mi hermano, cuando este era más pequeño. Teníamos una relación muy cercana, y sí que era un poco paternal incluso con él. Ya luego con el tiempo él ha crecido, y ahora es otro tipo de relación. Y Paul, más que cosas en común que tengamos, él me ha hecho aprender muchas cosas. Por ejemplo, todo este mundo que tiene él tan intelectual, que está todo el día leyendo, se me ha pegado un poco. Con Paul he empezado a estudiar una carrera. No sé si ha sido por él o no, pero justo ha sido coincidencia. Así que sí, creo que me ha enseñado muchas cosas.

Los hermanos Uribe. Prime Video

Esa es también la clave, ¿no? Empaparse de los personajes e incluso aprender de ellos y con ellos. 

Sí. Es algo que suele pasarme. Al final, el trabajo del actor es algo tan pasional que te acabas obsesionando un poco con los proyectos que te llegan. Entonces, es inevitable que le dediques más horas de las que igual serían necesarias, y acabas cogiendo cosas del personaje y te las llevas a tu terreno.

¿Se convierte en un compañero de viaje? 

Sí, totalmente.

Tres temporadas habrán dado para muchas anécdotas. ¿Hay alguna que recuerde especialmente? 

Sí, hay muchísimas. Anécdotas infinitas. Cuando estábamos viviendo todos en la casa rural en la que estuvimos, una vez se nos coló un murciélago en la casa y estuvimos toda la noche intentando echarlo, porque no sabíamos cómo hacerlo (risas). Y lo tuvimos un par de días viviendo con nosotros. En el set además había un montón de risas. Con Dani (Daniel Arias) y Gonzalo (Diez) era un no parar de reír, y con Carlos (Alcaide) esta temporada, había momentos que se nos hacía imposible. Por ejemplo estábamos concentrados en escenas más dramáticas, y nos cogía la risa y teníamos que hacer un gran esfuerzo para parar de reír. 

Antes comentaba que nunca había estado en un proyecto de estas dimensiones. ¿Usted creció con El Internado Laguna Negra? 

Sí. Yo crecí con el boom que tuvo, pero no la vi en su momento, porque a mí me pilló con once o doce años. Recuerdo que llegaba a clase y todos mis amigos la estaban viendo, pero a mí mis padres me mandaban a dormir prontito (risas). 

¿Fueron este tipo de producciones las que le impulsaron a querer actuar? ¿Qué fue lo que le dio esas alas?

Pues yo empecé un poco por el teatro. Por casualidad, hice una prueba, un casting, para una obra de teatro en Barcelona, y justo me cogieron y con catorce años empecé a trabajar de esto. Ahí vi un poco qué era una profesión. A partir de ahí empecé a estudiar en escuelas de interpretación y a buscarme un poco la vida para dedicarme a ello.

En ese sentido, ¿tiene algún mensaje para quienes quieran dedicarse también a la interpretación? 

Que tengan mucha paciencia y le dediquen mucho esfuerzo. Además, mentalmente hay que ser muy fuerte, porque esta profesión al final no es solamente gestionar las épocas de trabajo, sino también gestionar las épocas en las que no tienes trabajo, que ese es igual el verdadero oficio del actor. Porque a lo mejor pasas meses sin trabajar y saber mantenerte firme y pensar que esa época va a ser temporal y va a llegar otro tiempo en el que vas a poder trabajar, creo que ahí está lo difícil de nuestro oficio.

Volviendo a El Internado, ya en las anteriores temporadas había momentos que ponían los nervios a flor de piel. ¿En esta la adrenalina sigue siendo el ingrediente estrella? 

Absolutamente. Yo creo que esta es la temporada en la que más adrenalina va a haber. Piensa que al final son seis capítulos, y todas las tramas que se han abierto durante la primera y la segunda temporada se van a cerrar ahora en esta tercera. Va a ser un constante descubrir qué es lo que ha estado pasando todos estos años en El Internado. 

Además, han rodado en parajes incomparables de la CAV. ¿Cómo ha sido volver? 

Ha sido una pasada (risas). A mí no me importaría pasarme tres o cuatro meses al año durante toda mi vida en San Sebastián, porque la verdad es que ha sido una pasada. Lo siento ya como mi segunda casa. 

¿Hay algún sitio, de todos los que ha visto que recomiende especialmente? 

Nosotros estuvimos en Oiartzun, y las vistas que había eran increíbles. Hacíamos mucho surf. Nos íbamos a la playa de Gros, alquilábamos tablas de surf y nos pasábamos mañanas enteras en las olas. 

Series como Juego de Tronos han convertido los lugares de rodaje en destinos de peregrinaje para sus fans. ¿Siente que puede pasar lo mismo con El Internado? 

Pues no lo sé. Pero así, como anécdota, te puedo decir que he encontrado alguna excursión donde pasaban por los sitios donde habíamos grabado.

Los finales siempre dan pena. ¿Con qué sensación cree que van a despedir los espectadores la serie? 

Creo que va a ser parecida la sensación que van a tener los espectadores con la que hemos tenido nosotros. Para el espectador va a ser gratificante y probablemente va a sentir pena. Por una parte, se van a solucionar todas las tramas que se han visto durante estas temporadas anteriores, pero a la vez da pena porque se termina un proyecto de tres años. Nosotros así lo hemos sentido. Recuerdo que en el último día de rodaje hubo una llorera... Íbamos terminando uno tras otro, y lo recuerdo como un día muy emocionante. Fue muy emotivo. 

Y ahora, ¿qué le depara el futuro? ¿Tiene algún sueño? 

Me encantaría hacer cine, que es algo que no he hecho nunca. Y también volver al teatro, que es también algo que hace mucho que no hago.