En primavera, nuestro organismo sufre alteraciones ante los cambios horarios y de temperatura, la modificación de ciertas rutinas diarias o la aparición de la alergias; factores que llevan a la aparición de la llamada astenia primaveral, que habitualmente presenta síntomas como falta de energía, cansancio y somnolencia, alteraciones de sueño, irritabilidad o ansiedad. Este conjunto de alteraciones puede afectar también a la salud capilar, influyendo directamente en el proceso de renovación del cabello. 

Se trata de un tipo de alopecia, similar a la que ocurre en otoño, llamada efluvio telógeno. Este tipo de caída es un proceso reversible que acelera el ciclo de renovación del cabello y que hace que, durante los meses primaverales, los folículos pilosos entren en fase de reposo, conllevando que el cabello se vuelva más débil, opaco y sin brillo. Este efluvio telógeno dura aproximadamente unos tres meses y, tras ese periodo, comienza una nueva fase de crecimiento. 

La media de tallos perdidos al día es en torno a 50-100, por lo que un incremento de este número se define como alopecia, que en este marco normalmente se relaciona con el efluvio telógeno. Sin embargo, si esta pérdida deja de ser limitada en el tiempo, puede llegar a convertirse en un efluvio telógeno crónico, que supone una caída continuada a lo largo de, al menos, seis meses. Por ello, es fundamental acudir a un especialista si esta situación se prolonga en el tiempo y se continúa evidenciando una pérdida de densidad en el pelo”, explica el doctor Alberto Sánchez, de la clínica Hospital Capilar.

Del mismo modo, cabe recalcar que, durante el invierno, se produce un contraste mayor entre el frío exterior y el calor de los interiores, que sumado al uso de planchas o secadores, y la utilización de gorros y sombreros, hace que la fibra capilar llegue más perjudicada de por sí a la primavera. 

Consejos

A pesar de que la caída del pelo es una condición natural que viene dada por el cambio de estación, se recomienda seguir una serie de hábitos para mejorar la salud capilar:

1. Rutina de lavado. Se aconseja un lavado de cabello frecuente de 3-4 veces por semana, ya que lavarlo menos veces será insuficiente para eliminar el residuo generado en nuestro cuero cabelludo. Para ello, es importante usar champús que no afecten a nuestra barrera capilar manteniendo un pH acorde al de nuestra piel y, de forma habitual, utilicemos acondicionadores y sérums que protejan el tallo y eviten encrespamientos y fracturas capilares.

2. Hidratación. Los rayos solares propios de esta época penetran en las cutículas y dañan el cuero cabelludo, dando lugar a una mayor deshidratación en el pelo. Por ello, será esencial cuidar la melena con tratamientos más intensos en proteínas y nutrientes, que ayudarán a mejorar la calidad de la misma y a restaurar los folículos capilares secos y dañados.

3. Secado natural. Se deberá limitar, en la medida de lo posible, el uso de herramientas de calor, ya que utilizarlas en exceso dañará la raíz y repercutirá en la caída del pelo y en una pérdida de brillo. Por ello, se recomienda dejar secar el cabello al aire libre o, al menos, secarlo a una distancia de un palmo y con el aire frío o al mínimo, sin olvidarnos de usar protectores térmicos.

4. Cuida la alimentación. Para mejorar la calidad de la melena durante esta temporada, se recomienda seguir una alimentación variada y equilibrada, además de fomentar la hidratación. “En nuestra alimentación diaria debemos incluir todos los oligoelementos necesarios para la regeneración capilar, así como alimentos ricos en hierro, zinc, y vitaminas del grupo B y C, ya que una deficiencia de los mismos podrá conllevar una mayor pérdida de energía y una caída del cabello más acusada en los meses primaverales”, concluye el doctor Sánchez.