Se dice que las palabras vuelan y los escritos permanecen. Es una verdad a medias. Para asuntos legales y como demostración de una posición en un momento determinado, es verdad. Aunque en estos tiempos de vídeo, una grabación es más exacta. Pero en la vida real el valor de la palabra es inconmensurable.

La palabra tiene un poder terapéutico. Hipócrates decía: “Cura más lo que te dice el médico que lo que te receta”. Es el llamado poder terapéutico del médico, su presencia tranquiliza y da confianza. Es un poder que muchos médicos ignoran junto al daño que hacen con sus palabras, normalmente acompañadas de gestos negativos y posturas inadecuadas.

Pongamos un ejemplo. Una persona va al psicólogo para tratar de resolver su problema de ansiedad e inseguridad y no obtiene resultado. Cambia a una psicóloga y el resultado es el mismo. Tras varios intentos fallidos acude al tercer psicólogo del que le han hablado muy bien. Un mes después se encuentra con un amigo y éste le pregunta cómo se encuentra:

 - Muy bien -le dice. 

- ¿Y cómo ha sido eso? 

- He ido a un psicólogo que me ha solucionado mi problema. 

- ¿Y qué te ha dicho ese psicólogo que no te hayan dicho los otros? 

- Me ha dicho lo mismo, pero ¡cómo me lo ha dicho!

 Una frase muy extendida y aceptada como cierta es: Una imagen vale más que mil palabras. Se puede decir con más exactitud que una palabra vale más que mil imágenes. No hay imagen, ni conjunto de imágenes en este mundo que pueda competir con una frase positiva pronunciada en el momento oportuno y en el tono adecuado a una persona que lo necesite.

PALABRAS COMO FILOS 

Una palabra puede herir más profundamente que un cuchillo. Por muchos escritos injuriantes y denigratorios que reciba una persona nunca se sentirá tan insultado y ofendido como cuando escuche una palabra que le hiera en lo más profundo. Los escritos se pueden releer tantas veces como se quiera, pero siempre afectarán menos que la palabra.

Y una vez dicha, el daño no tiene reparación alguna, nunca se le olvidará al que la ha recibido. Ahora que le digan a esa persona que las palabras se las lleva el viento. 

EL EFECTO PIGMALIÓN

Es muy conocida la teoría de la profecía autocumplida o efecto Pigmalión. Si estás continuamente diciéndole a alguien sobre el que tienes influencia, que es un inútil, que nunca hará nada de provecho y que será un fracasado, le estás arrebatando su autoestima y la seguridad en sí mismo. Cuando al cabo del tiempo no consiga una formación o un trabajo de calidad, podrás decir: “Ya decía yo, que eras un inútil”. Pero no lo era, le has hecho inútil tú.

LA PALABRA COMO DROGA

Hitler enardecía con sus discursos elementales.

Hitler enardecía con sus discursos elementales. j

La palabra es la más potente droga que utiliza el hombre. Cuando Hitler daba un discurso, el público quedaba subyugado con su verbo. Sus oponentes políticos extranjeros, que no entendían muy bien el idioma alemán y no estaban presentes, le oían en directo por radio y se sentían invadidos por el fervor de sus palabras. Después leían el discurso traducido y se daban cuenta de que no valía nada lo que había dicho. Era vulgar, con ideas elementales y la mayoría falsas, pero era el poder de su palabra lo que enardecía a las masas. Así que los dirigentes europeos de su época detectaron que era un rival terrible: sus ideas agresivas e incendiarias junto su modo enérgico de expresarse, arrastraban al pueblo alemán hacia una guerra.

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