En todos estos años su rostro ha podido verse en varias producciones, como Patria, Vitoria 3 de marzo y ahora Irati, recién estrenada en Prime Video, un regreso al siglo VIII y a las tradiciones y las leyendas que se ocultan en el interior del bosque. En ella, cuentan cómo Eneko, un joven de los Pirineos, se postula para ser líder del valle. Para conseguirlo deberá recuperar el cuerpo de su padre (Iñigo Aranbarri), que murió en la batalla de Roncesvalles y fue enterrado de forma pagana junto al tesoro de Carlomagno, un largometraje que recuerda a Aranbarri por qué se enamoró de la actuación.

¿Qué le llevó a querer adentrarse en el mundo de la interpretación? ¿Era algo que aspiraba a hacer desde pequeño?

Yo creo que fue algo que desde pequeño hacía inconscientemente, y que ya con 21 o 22 años, cuando estaba estudiando una carrera que no me motivaba mucho, decidí buscar un hobby que fue la interpretación. Fui a parar a una escuela de teatro, Zurriola Antzerki Eskola, y allí es cuando empecé a adentrarme en el mundo y pensé Bueno, pues esto me gusta. De hecho se me da bien, como si fuera por arte de magia. Luego me di cuenta de que desde pequeño estaba interpretando sin darme cuenta, para buscar un poco el lado amable de un mundo no sé si decirlo serio, pero bueno. El mundo de los adultos sí que tiene esa cara más seria y desde pequeño, yo creo que para darle un poco la vuelta a eso, continuamente estaba jugando para aligerar un poco el ambiente. En cualquier momento en el que hubiera cierta seriedad, me encargaba de darle un poco la vuelta e intentar aligerar un poco la situación.

¿Podría haber terminado siendo monologuista o haciendo shows de humor?

No creo. Era más bien algo que hacía desde mí, jugando con diferentes personajes o lo que sea. Por ejemplo, en vez de echar el agua normal, hacía como si estuviera escanciando en una sidrería. Era como un juego sobre cómo se pueden hacer las cosas de otra forma. Y al final, sin darme cuenta, sin hacer o imaginarte personajes como tal, simplemente jugando y buscando los límites de lo que se puede hacer y lo que no, me di cuenta de que ese juego formaba parte del teatro.

La interpretación es en definitiva dar vida a muchísimas historias. ¿En esa infancia de explorar había algo que le gustara hacer especialmente?

No interpretaba diferentes personajes, simplemente era yo mismo, con mis hermanos. Estábamos siempre jugando, y cuando nuestros padres nos decían lo que teníamos que hacer o no, siempre intentaba…

¿Rozar los límites?

Sí. Empujar un poco más allá del límite, pero siempre desde el juego.

¿Alguna vez le cayó alguna bronca?

Yo creo que más de una vez (risas).

Lo que está claro es que la vida es un constante descubrimiento de aficiones, pasiones… Hay incluso quienes se pasan toda una vida buscando su vocación y no la encuentran. Además de la interpretación con la que usted dio pronto, ¿había alguna otra cosa que disfrutara, y que disfrute?

Me encantaban los deportes, eso también es verdad, y estuve a punto de hacer IBEF, pero después, por aquello de las salidas laborales y demás, no lo hice. Lo del teatro lo descubrí con 21-22 años, y un amigo del grupo de teatro en el que estaba, me dijo que si quería profundizar más en la formación había un taller de artes escénicas TAE en Donostia. Ahí fue cuando vi que podía compaginar la carrera y estos estudios, dejando de ir a las clases de la carrera, haciendo los estudios y después empollando para ir a los exámenes de la carrera. Así es como más o menos pude ir compaginándolo.

Hablando de salidas profesionales, ¿qué papel están jugando ahora las plataformas de streaming en la oferta de trabajo? 

Es un mundo y cada actor o actriz tiene un recorrido muy personal, cada uno se labra su propio terreno. Depende mucho de si tienes visibilidad y se acuerdan de ti para participar en los casting, y ahí es donde hace su labor el representante. Creo que es algo muy personal. Yo te puedo decir que últimamente he tenido la suerte de trabajar bastante en audiovisuales, pero otro compañero mío te dirá que ha estado intentando llegar a castings y no lo ha logrado. Por eso digo que es muy personal cada caso. Aunque en un proyecto anterior estuviéramos trabajando juntos, después cada uno puede tener bajones y subidas que no tienen nada que ver con cómo esté en general el mundo audiovisual. Cada uno lleva su momento. Pero por otra parte, las plataformas sí que han abierto un mundo de posibilidades. Todas las plataformas están trabajando más o menos a nivel estatal, y es verdad que hay más producciones en marcha de las que se hacían antes. Eso sí que siempre abre el abanico para opciones de trabajo.

En las producciones de las que usted ha formado parte hay una fuerte carga de movimientos sociales. Hablamos de Vitoria, 3 de marzo, Patria… En el caso de Vitoria, 3 de marzo, ¿cómo fue dar vida a esta historia?

Es verdad que curiosamente hicimos, además de la película, otra obra de teatro que se llamaba Gure bide galduak y hablaba justamente de esa época. Iba de una persona que desde un pueblo pequeño de Nafarroa se iba a Errenteria y se encontraba en el año 76 con un movimiento político impresionante, con un pueblo mucho más grande que el de su infancia. Y a través de este personaje contábamos la historia justamente de una papelera que está en Errenteria, de la lucha laboral y sindical de la época, y estos personajes se iban a Vitoria a manifestarse. Y uno de ellos fallecía. Entonces, contábamos un poco la historia de Vitoria, 3 de marzo desde otra perspectiva. Claro, sí que es verdad que fue una historia que nosotros no vivimos, y de esa obra de teatro que nosotros hacíamos después nos llegaba el feedback de “Joe, qué bonito, que estáis contando una historia que no vivisteis, la historia de vuestros padres”. 

Una historia heredada.

Eso es. La hemos heredado, y aparte, esta historia la hemos conseguido preguntando y documentándonos con muchas de esas personas que lo vivieron en primera línea. Yo creo que fue una historia que hay que contarla porque fue escandaloso y todavía hoy se sigue rememorando, y menos mal. Se trataba de contar esa historia de represión de ese momento.

Poco después llegó Patria. ¿Siente que la gente conoce más en profundidad lo que quería contar esta serie?

Yo creo que a la gente sí que le llegó. Aparte de la historia que se cuenta, es importante el modo de contarlo y la calidad en cuanto al audiovisual. Al principio había dudas de si era el momento o no de contar esa historia, yo no soy nadie para dar una opinión sobre eso, pero es verdad y se vio que la acogida que tuvo la cinta fue muy buena. 

¿Cómo se sintió dando vida a Xabi en esa adaptación?

Muy bien. En nuestro oficio es muy bonito ponerte en la piel de todo tipo de personajes. Me pareció un personaje que tenía un dolor interno no expresado brutal, e interpretar a una persona tan introspectiva requería de una sutileza que tuve que trabajar mucho. Y lo disfruté de verdad, porque era como un dolor interno que no expresas, que surge porque se hace cargo de la familia en ese rol de hermano mayor; tampoco había padre y a veces se ponía en ese papel de padre... Era un personaje muy entrañable y...

Muy complejo, ¿no?

Sí, muy complejo y entrañable. Sentía como mucha ternura por él.

¿Siente que ese tiene que ser el papel de las series y películas, ser un pequeño reflejo de lo que ocurre en la sociedad? Además de entretener, por supuesto.

Yo creo que es una opción, y si da que pensar ni tan mal, eso que aporta a la sociedad y al momento histórico. Pero es verdad que hay también otras producciones que poco tienen que ver con la realidad entre comillas, por ejemplo la película de Irati, que es más del género fantástico, y que también cuentan otras cosas como que hay que cuidar los bosques. Dice que los seres mitológicos se enfadan porque no se está cuidando su entorno. Si por ejemplo pienso en Cinco lobitos, el tema del que se habla es la maternidad. Es verdad que en las películas que se hacen hoy en día me parece muy difícil no tratar temas sociales desde el momento en que somos seres sociales. Si hablamos de nosotros mismos, que es lo que crea empatía en el espectador y puede hacerle llegar cualquier mensaje, yo creo que siempre se tratan temas sociales con más o menos reivindicación. Siempre estás tocando temas sociales y haciendo reflexionar desde lo humano.

¿Usted qué necesita que tenga un personaje o una historia para que despierte su deseo de interpretar?

Que tenga luces y sombras, como todos los seres humanos. Si solo tiene luces, o si solo tiene sombras, me parece que se está obviando una parte de ese ser humano. Entonces, si el guion o la historia en algún momento retrata o deja ver alguna luz y alguna sombra de ese personaje me conformo. Es lo que necesito para poder disfrutar trabajando.

¿Irati ha cumplido todas esas expectativas?

Yo creo que sí. 

¿Qué le hizo enamorarse del personaje al que da vida, de Eneko, en esta película de Paul Urkijo?

La generosidad, y a la vez su vulnerabilidad de ofrecerlo todo pensando en los demás, pero de perderlo todo pensando en uno mismo. 

La película está siendo un auténtico éxito. ¿Esperaban esa acogida por parte del público?

No me puse a pensar en ello, la verdad. Sí es cierto que hay proyectos en los que te metes y en los que después, el resultado, te puede gustar más o menos. En este caso, después de la emoción de las primeras proyecciones, no podía tomar una distancia sana por ser parte del proyecto, pero ya cuando lo vi con cierta distancia pensé Jo, está muy bien el resultado. Eso sí, aunque a mí me pareciera que el resultado era muy bueno, eso no garantiza que la gente vaya a llenar las salas de cine. Pero al final merece la pena ir al cine, y es bonito que la gente haya respondido así, es de agradecer, la verdad. Porque yo creo que la gente que va normalmente sale contenta del cine.

¿Qué le depara el futuro? ¿Tiene algún otro proyecto entren manos?

Ahora mismo estamos con alguna obra de teatro, e hicimos un corto que está en festivales, Influencers, con Nerea Torrijos, que también es directora de vestuario de Irati. 

PREGUNTAS AL VUELO


Película favorita: “Big fish”.


Serie favorita: “Fleabag”.


Canción favorita: “Lera Zakurren Balada, de Ruper Ordorika”.


Grupo musical favorito: “Kiasmos”.


Si pudiera dar vida a cualquier papel, ¿cuál sería?: “El de un villano vulnerable”.


Un rincón de Bizkaia en el que perderse: “El mercado de la calle Dos de Mayo, de Bilbao”.


Un rincón de Gipuzkoa donde pasear: “El monte Ulia”.


Un rincón de Araba: “El casco viejo de Agurain”.


Un rincón de Navarra: “Laba, en la plaza del Castillo de Iruñea”.


Alguna enseñanza de todos sus años de carrera: “La frase de Mario Casas Me da igual que me encasillen con tal de que pueda seguir trabajando en lo que me gusta. Esto me enseñó a ser humilde en cuanto a la elección de los trabajos que hacía, porque no siempre se puede elegir y está bien saber priorizar”.