ntre la farra de Juan Carlos de Borbón con sus amigotes -la prensa cortesana le ha vuelto a poner el don por delante lo que ya dice todo del nivel-, y la nueva idiotez de Ayuso con Navarra, ahora sobre la constitucional Transitoria 4ª, no lo tenía claro ante esta columna en blanco. Uno y otra dan para mucho. Son metáforas penosas de que la calidad y el rigor de la política democrática han sido sustituidas por la inabarcable capacidad de la jeta de cemento armado de él y por la insuperable capacidad de hacer demagogia y de mentir de ella. Ambos forman parte del mismo desaguisado de una involución antidemocrática que esta llevando al Estado español al pasado casposo, reaccionario y autoritario del franquismo y todo lo de pobreza económica, violencia institucional y miseria moral que aquello supuso. De Juan Carlos de Borbón no tengo mucho más decir que lo que ya he escrito antes. No me preocupa ni el borboneo mediático que le acompaña ni tampoco su falta de respeto a su hijo, a su mujer y a su familia y súbditos más pelaos, esas pocas docenas que le jalean como aquellos otros que tiraban del carruaje de Fernando VII al grito innoble de ¡vivan las caenas! solo que 200 años después. En todo caso, me fascina desde Navarra la condescendencia con que se acepta y asume que un más que supuesto delincuente devalúa por el mundo el imagen de España como democracia creíble. Un personaje ya de feria sentado en un trono de plástico por el dedo de un genocida y reconvertido en un gancho de audiencia para la información basura. Solo sirve de marioneta que instrumentaliza la ultraderecha y la derecha que camina con la lengua fuera tras esa ultraderecha. Sería ridículo, sino fuera peligroso todo. Y de Ayuso no tengo hoy nada nuevo. Tampoco tiene idea alguna de Navarra y de cómo somos y vivimos y sentimos las navarros y navarros. Ya doy por amortizado que eso le da igual al que le escribe lo que tiene que decir. Pero también es otra idiota peligrosa, como el anterior. No le insulto. Para eso hubiera escrito otra adjetivo calificativo. Simplemente, le aplico la segunda acepción de la definición de idiota del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: Engreído sin fundamento para ello. Esto es más o menos que habla y da lecciones de asuntos de los que no tiene idea alguna. A Navarra, a la mayoría de su sociedad, no le preocupa la Transitoria 4ª de la que habla Ayuso, más allá de que es la única garantía constitucional que avala un derecho de decisión propio, los restos de la capacidad política de Navarra, sus derechos históricos o la participación democrática de los ciudadanos. Es sólo un residuo del discurso más viejo de la derecha navarra que Madrid altavocea cuando no tiene otra cosa que decir y siempre dirigido a devaluar los derechos civiles, sociales y políticos de la misma Constitución que no gusta a los constitucionalistas solo de boquilla y banderita. Pero a Navarra y a los demócratas de todo el Estado les debiera empezar a preocupar la gran ofensiva que lleva labrándose desde hace casi dos décadas en las estructuras oscuras del Estado para vaciar los contenidos más avanzados y democráticos de la Constitución y limitar su contenido a los Principios Fundamentales del todo atado y bien atado que dejó Franco como testamento para regresar al pasado de un régimen antidemocrático. Y tanto Juan Carlos como Ayuso vienen de ahí.