La Asociación Hegoak se va en el peor momento, cuando más la necesitábamos. Después de 28 años luchando contra la drogodependencia y trabajando por mostrar, especialmente a los jóvenes, cuáles son las consecuencias del consumo de alcohol y demás sustancias, acaban de anunciar que echan la persiana. La razón es que era una asociación sin ánimo de lucro y, por lo tanto, dependía de programas, iniciativas y subvenciones públicas y todo esto, como bien sabemos, no es nada estable. Pasa siempre: los servicios sociales que no alcanza a dar la administración son cubiertos por asociaciones de personas voluntarias, que aguantan lo que les aguante el cuerpo. Los integrantes de Hegoak, educadores y jóvenes voluntarios, lograron durante años conectar con chicas y chicos acudiendo, incluso, a sus propias bajeras. Lejos de la charla moralista de lo que hay que hacer y lo que no, les ayudaban a reflexionar sobre qué es lo que buscan (buscamos) cuando consumimos. Iban al mismo centro neurálgico de la fiesta con su furgoneta, que era además un laboratorio móvil, y le decían a la chavalería qué era en realidad esa pasti que les habían vendido, antes de que la engulleran sin más ni más. Un servicio de información y asesoramiento que desparece en un momento en el que el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías nos dice que en Europa hay más drogas que nunca y de peor calidad. Casi una droga nueva en el mercado por semana, dicen, y recuerdan que todo este consumo trae consigo problemas de salud mental, pobreza, aumento de los delitos y crímenes y mayor sufrimiento entre personas vulnerables. Un mal momento para dejar morir por inanición un servicio tan necesario.