ndan los críos estos días muy atareados probando el caudal de los chorros de las fuentes. Este tipo de esparcimiento había sido borrado de la pulcra postal de las ciudades, Pamplona incluida, porque las actividades lúdicas contra el calor se han ido trasladando a espacios específicos y recatados y hay que refrescarse en cotos, detrás de la verja, y hasta nos parecen unos temerarios los que andan chapoteando en los ríos, a la vista de todos, espantando las culebras. Los chavales se han saltado la norma y les ha dado por explorar esta parte del mobiliario urbano por la necesidad que impone el termómetro -que nos está machacando-, pero también por ganas locas de probarse la paciencia unos a otros, la de los viandantes y la de sus padres.

Me querían explicar el otro día que esto del calor tenía su parte de sugestión y que para notarse ardiendo en medio de la caldera había que tener convencimiento de ello, amistad con la llamarada. Bueno, esto debe valer cuando el aire no llega como por soplete, porque no cabe convicción si ni la sombra ayuda.

Antes, se podía trotar por Pamplona de fuente a fuente, como la ardilla de árbol en árbol pero versión local, para catar la frescura del agua de sus caños, había opulencia, nadie de recortes ni amenazas, ¿qué era eso de la sequía? Siempre fresca, rica y abundante, no había que presionar ningún pulsador para dejar salir el chorro, que ahora tenemos por todas partes tiradores rompededos, grifos tuneados en lugar de fuentes clásicas. Entre las mejores, las que ofrecían el agua como surtidor, ese salto de abajo a arriba que mojaba la nariz y rostro y que obligaba a depurar técnica para no acabar con el chorro por otro lado y atragantado. Qué decir del generoso trago que ofrecía el aska del Labrit, qué sorbo mágico entre tritones aún permite la fuente de la Taconera. La mejor sin duda.

Los críos recuperan el uso de las fuentes con el encanto de la inocencia y de la ciudad para los ciudadanos, sus necesidades y sus cosas. La caló ayuda a refrescar la memoria. Pura contradicción. Debe ser la insolación. l

No tenemos fuentes como las de antes, con chorros caudalosos y sensación de frescura a distancia, ahora abundan los grifos tuneados