UPN se lo puso a huevo. Barkos y Chivite no han sabido sacarle provecho. Fallo de gestión. El Circuito de Los Arcos (2010), un diamante en bruto que otros ejecutivos no han conseguido pulir (perfeccionar) como UPN supo pulirse (derrochar) 60 millones de euros en una infraestructura menos utilizada que los bancos del primer tramo de la pamplonesa calle Amaya y con menos actividad que el Auditorio de Javier. Es lo que tienen los verbos con varias acepciones. Como pulir. Son muy cabrones. La gestión histórica de los gobiernos de UPN ha sido una pulidora (dilapidadora) de dinero público, con la condescendencia y, a veces, complicidad del PSN. El Circuito -iniciativa de un empresario afín a los regionalistas- es una de las obras contempladas en el Plan Navarra 2012, concebido como una reactivación económica tras la crisis financiera de 2008. En este caso, un fiasco y una venta a la desesperada. Tras el corte de la cinta, el presidente Sanz, la alcaldesa de Pamplona y al año siguiente presidenta Barcina, los consejeros Miranda, Corpas y Caballero, y la socialista presidenta del Parlamento (Elena Torres) pasearon por la pista cerca de una pancarta publicitaria de Banca Cívica, el fracasado tránsito hacia la extinción de Caja Navarra. Mal augurio en el estreno flamante del Circuito. Navarra Suma tiene dudas sobre la procedencia de su venta. Considera que estas inversiones requieren de “muchos años” para saber si logran su objetivo de “generar riqueza”. Quizá doce le parezcan pocos. A partir del cambio, los gobiernos estuvieron faltos de imaginación. El Circuito podría haberse hecho compatible con un Hipódromo, sin tener que dañar la “pradera amarilla e inmunda” (Mª Caballero, concejala) de los fosos de la Ciudadela. La propia bandera a cuadros característica de los circuitos de velocidad podría haberse dibujado en la parrilla de salida. Ajedrez con figuras a tamaño real. Pamplona, inspiradora de ideas. Jaque a la rentabilidad. Mate.