Gracias a los Toqueros que quieren blindar trozos de Navarra frente al euskera. Gracias a los euskarófobos en general, que, aquejados por esa ‘enfermedad autoinmune’ como definió el otro día el escritor (y médico) Fernando Rey, ponen todo tipo de obstáculos. Gracias a todos ellos porque mantienen vivo el deseo de seguir trabajando por esta lengua y su cultura en una buena parte de la población. Y esto es divertido. Y gratificante. Es bonito sentirse dentro de una comunidad, con sus alianzas y sus complicidades. Es emocionante ir al Nafarroa Oinez, hacer barra en el área de los jóvenes y ver cómo muchos de ellos te dan las gracias por estar ahí ayudando, aunque a más de cincuenta les hayas puesto cerveza con limón en lugar de cañas porque no sabías que había cañeros diferentes. Es hermoso ver como jóvenes que pasaron por el modelo D hablan ahora con sus niñas y niños en euskera por todas partes. Dentro de unos días empezará Euskaraldia, un ejercicio social para animar a la gente a utilizar el euskera en todas las ocasiones posibles. Llevaremos una chapa para identificarnos y nos sentiremos en terreno amigo y hablaremos con gente que antes ni conocíamos. Y es muy emocionante ver que chicas y chicos que hasta hace cuatro días eran niños, se han convertido en profesionales y artistas. Ayer mismo en la Escuela de Teatro el grupo Lore More formado por cuatro mujeres increíbles, puso en escena su primer montaje. Impresionante la obra en la que hablan de las mujeres que se reunían en los lavaderos. Lucia Ezker, la productora y Mikele Urroz Zabalza, una de las actrices, fueron alumnas mías en el grupo de teatro del Instituto de Iturrama. Por estos raticos y otros parecidos, el euskera merece la pena.