Siniestro criminal, responsable de la muerte de no menos de 40.000 andaluces en la guerra que los de su calaña iniciaron en 1936: No fue mal día ayer para Sevilla ni, en el mismo bote, para cualquier lugar que no trague con el homenaje a un asesino sin entrañas como fue usted. De madrugada y con vergüenza, sus restos abandonaron el lugar de honor que ocuban desde hace 60 años para marchar allá donde sus familiares dispongan. Por cierto, qué panda de tipejos han demostrado ser sus deudos, jaleándole como si en lugar de uno de los peores asesinos fuera un héroe. Me quedo, de largo, con la emoción de los descendientes de los represaliados por su mano sanguinaria. Por fin han podido ser testigos de lo que tanto tiempo llevaban pidiendo.