El Gobierno de Chivite completa el cierre del círculo de la Legislatura asegurándose la aprobación de los Presupuestos de 2023. Son ya ocho los Presupuestos aprobados desde 2015. La escenificación mediática de los acuerdos es también un ejercicio político y así ha sido de nuevo. Un primer acuerdo entre PSN y Geroa Bai, los dos grupos mayoritarios del Gobierno de coalición, un pacto después con Podemos, la tercera fuerza dell Ejecutivo, y de nuevo el entendimiento final con EH Bildu, a falta ya solo de sumar también el apoyo de I-E. Todo más o menos en armonía. Navarra Suma se ha quedado fuera por autoexclusión. Es su problema. En tiempos de incertidumbre, la estabilidad es un valor añadido frente a la crispación de la confrontación permanente. Van ya ocho años así para Esparza y para quienes depositaron el voto de su confianza en las urnas, que asisten atónitos a este ejercicio de inutilidad política como única aportación institucional. La tabarra de que EH Bildu diseña los Presupuestos de Navarra cuando de 5.200 millones ha pactado añadir 15 millones es el último ejemplo. Los Presupuestos y la reforma fiscal –la rebaja progresiva del IRPF para rentas de hasta 35.000 euros, la exclusión de pagar a 20.000 contribuyentes con ingresos inferiores a 14.500 euros y mínimos aumentos de tributación para rentas de capital y patrimonio–, trasladan a la sociedad navarra señales positivas de tranquilidad e inciden en la apuesta política por mantener los niveles de cohesión social como mejor antídoto a la desafección política y a los populismos demagógicos. Señales positivas que coinciden con un mercado laboral que resiste su dinámica pese a los nubarrones internacionales. Ha creado en octubre casi 2.000 empleos para llegar al récord histórico de 302.192 contizantes a la Seguridad Social. Navarra demuestra de nuevo que desde 2015 ha encontrado un modelo político, institucional y presupuestario que le ha permitido mantener el rumbo en las turbulentas aguas de este inicio del siglo XXI. Es mucho más de lo que parece a primera vista en el día a día común. Pero esas potencialidad y la estabilidad política y económica que las sustentan siguen teniendo riesgos. Navarra no está aislada del concierto internacional globalizado de la actualidad y su devenir tendrá también sus repercusiones aquí. Se trata de seguir teniendo claras las condiciones mínimas para poder garantizar la capacidad de respuesta y sus prioridades. Y también de no mirar hacia otro lado ante aquellas realidades que no son tan positivas o están estancadas. Tanto en el ámbito social –vivienda, educación, sanidad, atención social–, como en el político. Sigue habiendo un conflicto soterrado, pero real, entre la ofensiva centralista que impulsa también ahora el PSOE desde el Gobierno central y las posibilidades del ejercicio de nuestro autogobierno foral. La centralización es una realidad que debilita a Navarra. La caótica gestión centralizada de los Fondos Europeos es uno de los temas de esa pugna disimulada. También la negociación pendiente para renovar el Convenio Económico y la Aportación al Estado. La nota es buena y los Presupuestos se adecúan a las necesidades de este momento histórico, pero hay aún asignaturas pendientes de aprobar para que Navarra tenga clara y segura la respuesta a lo que pueda llegar en 2023.