El jueves volvió a suceder. Entré en la web de El País a husmear titulares y me encontré con esto: Rusia advierte del “enorme” riesgo de una guerra nuclear por el conflicto de la guerra de Ucrania. No negaré que ese riesgo exista, al contrario, a flashes lo veo desgraciadamente real, pero no es eso de lo que advirtió Rusia. El responsable de titular la noticia hizo lo que se ha hecho ya muchas veces: manipular unas palabras y servirlas para que nos dieran el mayor miedo posible y clicáramos en la noticia. Porque el titular acojona, claro, porque sabes que la guerra es entre Rusia y Ucrania, pero sabes que tras Ucrania está USA y la OTAN y Europa y tú mismo y que si Rusia pierde o se tara aún más o la cosa se desmadra corremos peligro físico todos. Y eso, que por ahora se evita, está ahí, no sé cuánto de cerca, pero está. Espero que tanto en el lado occidental como en el ruso lo sigan evitando. Eso es lo que dijo el ruso al que aludía la noticia, Lavrov, la mano derecha de Putin. No es que comulgue con Lavrov, pero lo que dijo es lo que dijo: no solo no se debe dar una guerra nuclear, sino que cualquier guerra entre estados con armas nucleares es inaceptable y hay que evitarla a toda costa. Incluso si alguien la iniciara con medios convencionales, el riesgo de que se convierta en una guerra nuclear sería enorme. Por eso, en parte, nos alarma tanto la retórica que lanza Occidente acusándonos de preparar supuestamente provocaciones con armas de destrucción masiva. Vamos, la diferencia con el titular es inmensa. Dice que hay que evitar tanto la guerra nuclear como la convencional entre potencias nucleares, porque ahí sí el riesgo hipotético de que se convirtiese en nuclear sería enorme. Pero no que ahora el riesgo de guerra nuclear sea enorme. Hay un trecho enorme entre lo que dijo y lo que tituló. Hacen mucho daño. A quienes leemos eso y sudamos y a la profesión.