La semana que desemboca en la Navidad ha sido el marco de la aprobación de los presupuestos de prácticamente todas las instituciones navarras, vascas –a falta de Bizkaia– y del Estado. El Parlamento foral, el de la CAV, el Senado y las Juntas de Araba y Gipuzkoa han sacado adelante unas cuentas actualizadas a las nuevas previsiones de recaudación, las expectativas de la economía y la orientación de partidas de cara a un ejercicio en el que será importante disponer de capítulos capaces de responder al panorama socioeconómico cambiante. La prórroga, que da un cierto margen de adaptación pero no una formulación específica para las circunstancias de la situación real, hubiera mermado la eficiencia de los objetivos en materia de protección social, servicios públicos y activación de las palancas que desde la iniciativa pública puedan incidir en la reactivación de la economía, que viene de un ejercicio de ralentización de la actividad no prevista en la elaboración de las cuentas del año que termina. En la práctica, el acuerdo de gobierno de PSN, Geroa Bai y Podemos en Navarra y del PNV-PSE, en la CAV son determinantes dado que es su diseño y su voto explícito el que permite que existan presupuestos. La disponibilidad de una mayoría suficiente facilita el distanciamiento de la oposición a la hora de comprometerse en la sostenibilidad de la actividad pública. Tanta necesidad tienen los partidos de Gobierno de un respaldo externo como los de oposición de prestarlo en función de las circunstancias. Así, en Iruñea, la abstención de la coalición independentista le permite no retratarse junto a Navarra Suma en el no sin comprometerse con las políticas derivadas de las cuentas del Ejecutivo, y en la CAV las mayorías de PNV y PSE facilitaron que la negociación del presupuesto fuera un mero pulso ideológico en el que EH Bildu, Elkarrekin Podemos y PP obtenían más rédito político en la retórica que en el compromiso. Mientras, en el Estado, el concurso de todas las fuerzas de la investidura de Sánchez ha sido imprescindible; dejarlo caer no se contempló y redundó en el abaratamiento del apoyo de la coalición a las mismas cuentas que soportan anatemas históricos como la Casa Real y las Fuerzas de Seguridad del Estado. Pese a sus incongruencias, es una evolución política desde el encastillamiento del pasado.