Parece que fue ayer cuando conversaba con el arquitecto Sigifredo Martín sobre la propuesta de regeneración urbana ara la Milagrosa. Fue en enero de 2018 y han pasado cuatro años hasta que el plan especial ha visto la luz. En julio de 2021 se aprobaba inicialmente el PEAU y ayer la comisión de Urbanismo daba el visto bueno definitivamente a un documento que se centra en Milagrosa y Santa María la Real, y afecta, además, a algunas zonas de Arrosadía. Como principales intervenciones figura la reforma de la plaza de Río Ega, la creación de un paseo central en el entorno del colegio Víctor Pradera, una nueva dotación pública en el cine Guelbenzu y dos nuevas plazas, una en la encrucijada Manuel de Falla y Río Urrobi, y otra entre el parque Tomás Caballero y calle Tajonar. Algunos edificios se salvan del derribo en el texto final pero el espíritu del plan se mantiene: ordenar un barrio caótico en su estructura, desconectado y sin espacios de encuentro. En realidad la finalidad del plan era triple: Por un lado, lograr que el barrio recuperase su actividad económica a sabiendas de que “cada vez hay más bajeras vacías y obsoletas” (potenciar usos comerciales, terciarios, oficinas, locales de investigación...). En segundo lugar, posicionar en barrio a la centralidad física que le corresponde y se integre a su vez en la ciudad “funcionalmente porque ahora está oculto y olvidado”, y lo haga a través de nuevos usos culturales de forma que sea un barrio “atractivo para la gente joven y estudiante”. Y, en tercer lugar, generar un espacio más “amable” para el peatón y al ciclista, avances en la amabilización que ya se ha venido realizando en algunas calles. Martín hablaba de “objetivo muy atractivo” transformar Milagrosa en un barrio vinculado a la cultura, ligado a las universidades, a la investigación... con galerías de arte, teatros, etcétera. Este tipo de actividades podría apoyarse en muchas de las bajeras vacías que están situadas en el núcleo central del barrio, al sur de la plaza Felisa Munárriz. Para reforzar esta estrategia se planteaba la necesidad de impulsar desde las administraciones las dos grandes parcelas dotacionales situadas entre la vieja Milagrosa y Arrosadía para uso cultural o ligadas a las universidades, creando espacios de trabajo compartidos para estudiantes o coworking... Milagrosa tiene sin duda una oportunidad única para convertirse en un barrio joven, vivo, alternativo, en el centro de la ciudad, y dejar de ser un espacio residual y casi marginal urbanísticamente hablando. Pero hace falta que el nuevo Ayuntamiento que salga de las urnas se lo crea y apueste de forma decidida.