Al viejo edificio de autobuses de Pamplona habrá que darle una vuelta. Hay muchas opciones y yo modestamente no descarto ninguna. El Plan Especial del Ensanche que se aprobó en 2007 contemplaba su derribo, el desarrollo de un espacio público y un nuevo complejo de dotaciones y servicios que conformaban un nuevo centro urbano. Cierto, eran los años de vinos y rosas con Barcina pero creo que la idea no era mala. Una actuación que se aplazaba al momento en que se resolvieran el tema de los alquileres de las viviendas municipales. Precisamente la operación de cirugía urbana prevista en el corazón la ciudad era una de las piezas claves del plan, un documento ahora en fase de revisión que sí deja abiertas las opciones de rehabilitación del viejo edificio o su derribo y renovación. Valoro mucho el trabajo que se realiza desde las entidades de economía social y solidaria pero creo que se podría trasladar esa actividad a un nuevo contenedor dotacional. Una nueva popuesta que también podría alojar apartamentos de alquiler o fórmulas de coliving. Ahora hay 66 viviendas de las que sólo 22 están ocupadas y siguen sin reformarse. Desde la crisis el urbanismo es más prudente, lo sé, pero creo sinceramente que el edificio, en jerqa arquitectónica, no está funcionando, al igual que ocurre con Los Caídos. No estoy hablando de fomentar proyectos especulativos, ni torres de vivienda. Tampoco una pista de esquí, un cine o una bolera tipo parque de atracciones como en su momento planteó Maya, pero creo que hay que abrir la mente. Eso sí, el reloj no hay que tirar.