Fanfarronada. Javier Esparza asegura que nunca será presidente de Navarra con apoyo o abstención de EH-Bildu. En su día alcalde con ikurriña de Aoiz/Agoitz, refuta así el comportamiento de UPN en 1991 cuando Herri Batasuna facilitó a su partido el acceso al Gobierno foral. La formación abertzale cortó el paso al PSN-PSOE (en pacto con EA) y provocó la aplicación del mecanismo, ya extinto (2001), de la lista más votada. UPN gobernó gracias a HB, como ahora gobierna Chivite gracias a Bildu (una calculada estrategia de voto parlamentario midió para que la coalición progresista alcanzara la mayoría absoluta). La izquierda abertzale decidió entonces, decidió en 2019 y, con toda probabilidad, decidirá este año. En 1991, UPN y el Partido Popular estrenaron su integración, con renuncia del PP a su autonomía en Navarra. Aquel Parlamento estaba integrado por cinco grupos: UPN (20), PSN (19), HB (6), EA (3), IU (2). El candidato a ser investido Presidente disponía de cuatro votaciones. Las dos primeras exigían mayoría absoluta. HB jugó sus cartas contra UPN, primero, y PSN, después. El socialista Urralburu tenía garantizada la mayoría simple con 22 votos (PSN-EA). Encontró la oposición (26) de UPN y HB. IU votó en blanco, aunque en la cuarta votación su líder Félix Taberna (ahora asesor de la presidenta socialista) votó a favor. El Parlamento de 2019 quedó configurado por seis grupos: Navarra Suma (20), PSN (11), Geroa Bai (9), EH-Bildu (7), Podemos (2), Izquierda-Ezkerra (1). La calculadora de Bildu volvió a ser decisiva. El declive progresivo de UPN llevó a Esparza a la creación de Navarra Suma, con Ciudadanos. Después, se sumaría el PP de Casado. Acto fallido. La derecha ha seguido en la oposición. Aunque las derechas se junten después de las urnas, no llegarán a 26. La continuidad de la alternativa para una tercera legislatura progresista dependerá de Bildu. Esparza no será presidente. Salvo que el PSN tenga el calendario en 2007.