Hasta esta semana, Elisa María Lozano era sin más una joven alumna del grado de Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense, con buen expediente, tan bueno que fue merecedora del premio de su promoción. Pero desde este martes su nombre salta en el buscador junto al de Isabel Ayuso, como la alumna que se atrevió a decir la verdad, no podía ser de otra manera en una periodista, en el acto en el que este centro Universitario premió a la presidenta madrileña como alumna ilustre de la Facultad de Ciencias de la Información, donde se licenció en periodismo en 2002. Se le han olvidado rápido los valores esenciales de cualquier periodista y ni siquiera se ha molestado en aprender lo más esencial del cargo que ostenta, la defensa de lo público. Desconcierto y tristeza ante este galardón. Rabia y protestas en las inmediaciones de la Universidad y rechazo generalizado a una distinción que suena a provocación improcedente e innecesaria viniendo de donde viene. Pero el acto nos ha dejado algo valioso, un soplo de esperanza, la alumna que aprovechó su discurso para dejar claro su rechazo a Ayuso y al mismo tiempo su apoyo a quienes desde la Facultad de Ciencias de la Información apuestan por la verdad y la calidad y no por la desinformación que tanto ha marcado y marca la política de la presidenta madrileña. Fue valiente sabiendo, como sabe, que al minuto de que sus palabras cobraran vida, todo sería viral y manipulable por los mismos que ven en Ayuso una trayectoria de premio. Una universidad pública debería ser otra cosa, como lo ha sido durante años la Complutense y otros muchos campus. Es triste ver la imagen de una Universidad acorralada de policías para velar por la seguridad de quien no pertenece al campus, impidiendo el acceso a los alumnos y alumnas. Hay quedan esas imágenes, opuestas a otras que se veían cuando en los campus no entraba la Policía y si lo hacía era por la fuerza, con la oposición de rectores y decanos, porque las universidades servían, como espacios de reflexión, debate, conocimiento y libertad, de refugio para muchas protestas sociales que han contribuido a cambiar la vida de este país. Huelgas, concentraciones y sentadas históricas para reclamar derechos y justicia social. Por eso, escuchando y viendo a esta joven, que se ha atrevido a poner la verdad por delante y a dar voz a los estudiantes silenciados, sabiendo que determinada prensa irá a por su persona, está claro que el futuro es de jóvenes como ella y que nada está perdido mientras queden voces valientes y honestas que cuenten lo que pasa.