Desde este sábado faltan justo cuatro meses para las elecciones forales y municipales del 28 de mayo. Un tiempo que a todos se nos va a hacer muy largo. A los que están metidos en política, a los que la seguimos y a los que no la soportan.

Los primeros ya están mentalizados de que tienen 120 días por delante de bastante ajetreo, en los que, para ganarse la confianza del electorado, deben conjugar la máxima exposición pública pero sin meter la pata. Y no es nada sencillo lo de sortear charcos, de ahí que cuando los pisen, porque los van a pisar, lo más recomendable sea no chapotear sobre ellos para salpicarse solo lo justo. Algo de esto lleva un tiempo haciendo Javier Esparza. Ocioso dentro de un arco parlamentario en el que el resto de siglas tienen responsabilidades de gobierno o entendimiento con el Ejecutivo, el presidente de UPN lleva un tiempo un tanto desnortado. Y lo mismo asegura un día que va a liderar el próximo Gobierno de Navarra que al siguiente advierte del riesgo de que el PP les debilite. Señal inequívoca de que no tiene tan claras las cosas quien es el principal responsable de que la unidad de la derecha haya saltado por los aires, quien debería ser consciente de que en mayo se juega su futuro político y de que llega a esa crucial cita con una sola bala en la recámara y un arma defectuosa.

De salsas como estas nos alimentamos quienes nos dedicamos a tratar de ofrecer el análisis informativo de la precampaña, que da la sensación de que no acaba nunca. Sabemos que nos esperan cuatro meses de barullo pero en los que no suelen escasear los episodios de interés. Algo sin duda de agradecer, aunque al final también terminemos cansados de tanto eslogan repetido y de presenciar un estado de trifulca cuasipermanente que en ocasiones aburre hasta a las ovejas.

Y qué decir de quienes sufren todo esto desde el convencimiento de que la política es un rollazo macabeo. No les queda otra que tomárselo con paciencia sin desesperar. Sobre todo por su propia salud, ya que a la vuelta de la esquina arranca el ciclo electoral de las generales y, por si no tuvieran bastante, en mayo del año que viene toca votar al Parlamento Europeo. Casi nada.